Las dos caras del fútbol - Por Leandro Aguilera

La pasión de los hinchas xeneizes en Santiago del Estero contrastó con la imagen que dieron los barras de la Lepra hace una semana atrás.

Las dos caras del fútbol - Por Leandro Aguilera
Las dos caras del fútbol - Por Leandro Aguilera

La Superliga sigue muy candente a falta de 9 puntos por disputar y con un mano a mano decisivo entre River y Boca. Los equipos entran en zona de definición y cualquier error puede ser aprovechado por el rival para marcar el destino del torneo.

El fútbol argentino es de los más importantes del continente y aunque quienes dirigen acumulan tantos errores como aciertos, la euforia de los hinchas no se apaga. Y eso es algo que jamás se perderá en un país que es exportador del sentimiento por los colores.

Y los argentinos aprendemos desde chico a querer, valorar y cuidar el sentimiento; sea en las buenas o en las malas. Todos quieren ganar el torneo local y no me vengan con que no les interesa obtenerlo, porque es tan difícil que el que lo consiga deber ser valorado por ello.

En esta etapa, no vamos a ver partidos vistosos o bien jugados, porque los que juegan por algo, dejan de lado las formas para concentrarse en el objetivo. Los que no quieren descender buscarán esos puntos que darán oxígeno a la parte baja de la tabla; los de la zona media, intentarán llegar a puestos de copas y los de arriba, lógicamente, buscarán el título.

Anoche estuve en Santiago del Estero, cubriendo las alternativas de Central Córdoba y Boca Juniors. Lo que vivieron este fin de semana los hinchas xeneize fue inolvidable. Unos diez mil simpatizantes recibieron al plantel en su llegada a la provincia y armaron una caravana inolvidable desde el aeropuerto hasta el hotel.

Esta fiebre azul y oro obedece a los muchos años que la entidad llevaba sin pisar suelo santiagueño (fueron 49 años sin  disputar un juego oficial ante el Ferroviario). En todo ese tiempo, muchos jamás vieron al club de sus amores en vivo y en directo. Incluso, muchos jamás imaginaron tener a jugadores y cuerpo técnico frente a sus ojos. Provoca felicidad que  los fanáticos hayan contado con la posibilidad de sacarse una foto o recibir un autógrafo de quienes apenas habían visto por televisión.

Todo lo que hemos contado hasta acá refiere al más popular de los deportes y toda la pasión que mueve cada fin de semana. Sin embargo, lo ocurrido la semana pasada en Mendoza obliga a una reflexión. La violencia se apoderó una vez más de las tribunas, en este caso del estadio Bautista Gargantini, donde barras de Independiente Rivadavia, ante las cámaras de televisión, se amenazaron con armas blancas y de fuego. Fueron imágenes que recorrieron el mundo, tal como sucederá con las que se registraron ayer en el duelo entre Nueva Chicago y Temperley (otra vez armas blancas entre los barras en las tribunas), donde la disputa no conocía de sexo (hombres y mujeres pegándose por igual).

Las autoridades de seguridad deberán dar respuestas firmes ante estos hechos y quienes participen de aquí en más en desmanes, recibirán penas durísimas. Hoy, la tecnología permite reconocer rostros y es una herramienta de detección y control de aquellos que solo van a la tribuna para hacer negocios.

El fútbol tiene dos caras opuestas. Yo prefiero quedarme con la primera, la del recibimiento de los hinchas al club de sus amores. La otra, la que permite a salvajes creer que son dueños del paravalancha y que todo vale, me genera tristeza. Ellos son quienes alejan a los verdaderos hinchas de las tribunas.

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