La familia del zar: una masacre que sigue dividiendo a los rusos

Nicolás II, la zarina Alejandra y sus cinco hijos fueron ejecutados por los bolcheviques el 17 de julio de 1918.

La familia del zar: una masacre que sigue dividiendo a los rusos
La familia del zar: una masacre que sigue dividiendo a los rusos

Hace un siglo, el último zar de Rusia desapareció con toda su familia en circunstancias durante mucho tiempo sospechosas y que, aún hoy, son objeto de controversia y dividen a algunos sectores de la sociedad rusa.

La madrugada del 17 de julio de 1918, Nicolás II, la zarina Alejandra y sus cinco hijos fueron ejecutados por los bolcheviques, que pusieron así fin a 300 años de dinastía Romanov al frente del imperio ruso.

En febrero de 1917, las dificultades de abastecimiento, un frío especialmente duro y las sucesivas derrotas del ejército imperial en la Primera Guerra Mundial motivaron manifestaciones en la capital, Petrogrado, la actual San Petersburgo. Los obreros en huelga se unieron a los manifestantes.

Nicolás II desplegó a las tropas de las guarniciones de la ciudad. Pero una parte de los soldados se amotinaron. Las manifestaciones se transformaron en disturbios y obligaron al impopular zar a abdicar.

Se sucedieron varios gobiernos provisionales hasta que los bolcheviques, liderados por Lenin, se hicieron con el poder en octubre.

Ejecución

Nicolás II intentó exiliarse en Gran Bretaña, donde reinaba su primo el rey Jorge V. Pero los Romanov se vieron encerrados rápidamente en el Palacio de Alejandro, después fueron trasladados a Siberia y finalmente a Ekaterimburgo, en los Urales, a miles de kilómetros del poder central.

Alarmados por el acercamiento del Ejército Blanco a Ekaterimburgo, los responsables bolcheviques locales decidieron librarse de los Romanov.

En la madrugada del 17 de julio de 1918, el comisario de policía Yakov Yurovski hizo que la familia imperial y sus trabajadores domésticos bajaran al sótano y les leyó una orden de ejecución.

"Nicolás se dio vuelta, estupefacto, e intentó hacer una pregunta. Yurovski repitió su declaración y después, sin dudar, gritó: '¡Fuego!'", cuenta el historiador británico Robert Service en "The Last of the Tsars" (El último de los zares, 2017). 

Nicolás, su mujer Alejandra, de origen alemán y sus 5 hijos de entre 10 y 20 años fueron abatidos, al igual que los sirvientes, la dama de honor, el cocinero y el médico de la familia.

“Las primeras balas no mataron a los más jóvenes, que fueron rematados a quemarropa”, relató la Iglesia Ortodoxa rusa, que canonizó al conjunto de la familia, reconocida mártir el año 2000.

Los cuerpos fueron lanzados rápidamente en una fosa común en los alrededores de Ekaterimburgo.

Los restos de Nicolás, su mujer y tres de sus hijas, Anastasia, Olga y Tatiana, fueron encontrados por unos historiadores aficionados en 1979, pero el descubrimiento no se hizo público hasta 1991, cuando la Unión Soviética estaba saltando por los aires.

Hubo que esperar hasta 1998 para que el gobierno ruso identificara oficialmente las osamentas. El 17 de julio de 1998, los restos fueron inhumados con gran pompa en la cripta de la Catedral de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo.

"Nicolás se dio vuelta, estupefacto, e intentó hacer una pregunta. El comisario repitió su sentencia y después, sin dudar, gritó: '¡Fuego!'", relata un historiador británico.

Esta ejecución constituye “una de las páginas más vergonzosas de nuestra historia”, declaró en aquel momento el presidente ruso Boris Yeltsin.

Los presuntos restos del zarévich Alexéi y de su hermana María, hallados en 2007, aún no han sido enterrados, ya que la Iglesia duda sobre su identidad. Esperan en unas cajas en los Archivos del Estado.

Durante muchos años han circulado rumores que aseguraban que una parte de la familia imperial sobrevivió, entre ellos la gran duquesa Anastasia. Y varios falsos pretendientes reclamaron una parte de la herencia.

En 2008, la Corte Suprema de Rusia rehabilitó a Nicolás II y su familia, al considerarlos víctimas de la represión política bolchevique.

¿Ordenó Lenin la masacre?

La justicia rusa cerró por segunda vez, en enero de 2011, la investigación sobre la ejecución del zar. Los investigadores afirman que no encontraron elementos que demuestren que el padre de la revolución bolchevique, Lenin, ordenó matarlos.

“No hay ningún documento fiable que demuestre que Lenin fue el instigador”, ni el jefe de la policía regional Yakov Sverdlov, afirmó uno de los investigadores.

“No obstante, cuando supieron que toda la familia había muerto, aprobaron oficialmente la matanza”.

Conflicto entre el Estado y la Iglesia Ortodoxa, incómodo para Putin

Con motivo del centenario de la ejecución del último zar de Rusia por los bolcheviques, resurgió un conflicto entre el Estado ruso y la poderosa Iglesia Ortodoxa. ¿Qué hacer con los presuntos restos de la familia imperial?

El patriarca ortodoxo Cirilo encabezará mañana lunes una procesión en memoria de Nicolás II, zar y jefe de la Iglesia Ortodoxa, y de su esposa, Alejandra Fiódorovna, sus 4 hijas y su hijo, fusilados la madrugada del 17 de julio de 1918 y canonizados el año 2000.

Las autoridades rusas, que siempre han intentado no elegir entre la herencia soviética y la herencia zarista, no prevén ninguna conmemoración oficial.

Veinte años después de la inhumación de los restos del zar, su mujer y tres de sus hijas, la Iglesia Ortodoxa sigue negándose a reconocer su autenticidad y a aceptar que se realicen pruebas de ADN para confirmarla.

El clero, dominado por los conservadores, también se niega a reconocer la autenticidad de los restos de otros dos hijos del zar, Alexéi y María, cuyos cuerpos fueron separados del resto y no se encontraron hasta 2007.

En 1998, el patriarca en aquel momento, Alejo II, desairó los funerales de Estado organizados por las osamentas de Nicolás II en la fortaleza de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo. En su lugar, envió a un cura para enterrarlos como “restos de una persona desconocida”.

El año pasado, el estreno en Rusia de la película “Matilda”, que narra la historia de amor entre el futuro zar Nicolás II con una bailarina, provocó el enfado de los ortodoxos más radicales, que se manifestaron para impedir su difusión en las salas de cine.

“Esta película mostró que Nicolás II es una figura que puede dividir a la sociedad ortodoxa”, afirma el experto Roman Lunkin, de la Academia de las Ciencias rusa. Según Lunkin, el último zar es objeto de un “inmenso culto” en el monasterio cercano a Ekaterimburgo al que se dirigirá la procesión liderada por el patriarca Cirilo mañana.

El presidente Vladimir Putin, en cambio, “no profesa un culto por Nicolás II" y se muestra "menos interesado" por la resolución del conflicto que su antecesor, Boris Yeltsin, señala la experta Ksenia Luchenko. No obstante, la situación sigue siendo “incómoda” para Putin, quien siempre se posicionó como un aliado cercano a la iglesia, destaca.

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