Historias nacionales: la Lepra y su crónica de una caída anunciada

Luego de tres temporadas en la B Nacional, Independiente no pudo capear la crisis y perdió la categoría en abril de 2002.

Historias nacionales: la Lepra y su crónica de una caída anunciada
Historias nacionales: la Lepra y su crónica de una caída anunciada

Triste, solitario y final. El descenso de Independiente Rivadavia en la temporada 2001-2002 fue el reflejo de un país todavía herido por las esquirlas de uno de los estallidos sociales más grandes de su historia. La lectura de la sentencia leprosa esa noche del 9 de abril de 2002 tras la derrota (0-1) ante Godoy Cruz ofició de remate de la crónica de una muerte anunciada.

El Tomba fue el verdugo, es cierto, pero Independiente había descendido mucho antes. Jamás aprendió la lección del año anterior y, como dice uno de los hits de Julio Iglesias, tropezó de nuevo con la misma piedra.

“Esto es igual que jugar al póquer en el Titanic, podés ganar y festejar por un rato, pero interiormente sabés que te vas a hundir”. La frase -salida de la boca de un integrante del plantel que en ese momento pidió mantener en reserva su nombre- tenía un tono demasiado apocalíptico, es verdad, pero pintaba de cuerpo entero el lamentable andar de Independiente en aquel marzo de 2002.

La Banda de Cachín 

Oscar “Cachín” Blanco era el director de una orquesta que armó a su imagen y semejanza. Una banda azul que comenzó sonando bien. De hecho, hasta la undécima fecha, la Lepra jugaba bien, era protagonista y hasta merodeaba los puestos de vanguardia. Pero en un abrir y cerrar de ojos, llegó la otra debacle: la deportiva. Hubo un click tras la derrota ante El Porvenir en Gerli. Y después, pese a la “relativa mejoría” de los equipos que luchan por no caer en el abismo, a la Lepra se le hizo imposible caminar por la cornisa sin mirar de reojo el precipicio.

El amor es más fuerte

Al mismo tiempo que la luz se encendía de un lado, se apagaba en el otro. Del norte, era la llama encendida en las velas que los hinchas de Godoy Cruz utilizaron para simbolizar su momento tan dulce y festejar por la desgracia ajena. Del sur, era la llama de los hinchas de Independiente la que se apagaba hasta oscurecer el alma.

Entonces, esos mismos hinchas no pudieron evadir los tristes recuerdos que, como diapositivas proyectadas en una pantalla, invadieron de tristeza sus corazones. Recordaron el pasado... lamentaron el presente. Porque, a pesar de que la vida de la Lepra exhiba más satisfacciones que penas, la memoria siempre es selectiva. Y lo extraño es cómo potencia los recuerdos negativos. Será por aquello de que el único amor que perdura es el amor despechado.

Por eso, y en un acto casi subliminal que fue uniendo los corazones de cada uno de los que tienen sangre azul, dos días después del golpazo, hicieron un pacto: se juraron volver (“ooohh.... vamos a volver.... a volver... a volver... vamos a volver”, cantaron Los Caudillos). Por ellos, por la camiseta, por ese amor despechado, por ese amor llamado Independiente Rivadavia.

Más que nunca, el operativo retorno estaba en marcha.

Diez años después el club le ganó un juicio a los jugadores

“El club ganó un juicio millonario por la demanda de doce ex jugadores y si no se resolvía a favor podría haber desaparecido”, contaba Alberto Rez Masud a finales de junio de 2012. El por entonces presidente de Independiente fue, junto con Nicolás Becerra, uno de los abogados defensores de la institución azul en la demanda que iniciaron durante ese caótico 2002 -bajo la representación del abogado Gonzalo Itnzés- los futbolistas Czornomaz, Andreoli, Calvo, Natalicchio, Teri, Giménez, Trimarchi, Busto, Cameroni, Acosta, Busso y De la Fuente. El abogado demandante llevó el caso hasta las últimas consecuencias y la Justicia le dio la derecha en primera instancia. Pero la segunda Cámara Civil dio vuelta el fallo y, tiempo después, la Corte Suprema rechazó la pretensión económica de los futbolistas estuvieron en la temporada 2001/02. La Corte Suprema rechazó el recurso de casación interpuesto por los demandantes contra la Lepra y el club se sacó de encima una mochila muy pesada.

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