Hace más de 20 años se fue a Alemania para seguir a su amor

Ramiro Vera-Fluixá trabaja en el Servicio Federal del Empleo Alemán. Se casó y hoy tiene tres hijos.

“Cuando llegué a Alemania no existía internet, ni mails, ni nada parecido. No se conseguían periódicos de América Latina en ninguna ciudad, las noticias llegaban con dos meses de retraso”, recuerda el mendocino Ramiro Vera-Fluixá (48), que se mudó a ese país el 9 de setiembre de 1992. Los primeros 15 años estuvo instalado en Múnich y hace 8 se mudó a Stuttgart, al sur de ese país.

“Llevo en total 23 años en Alemania. Casi la mitad de mi vida, ya que llegué con 25”, destacó en su e-mail. Actualmente, se desempeña como jefe de equipo del departamento internacional del Servicio Federal del Empleo Alemán y a veces también como suplente del jefe del área.

Su partida hacia otro continente estuvo motivada por dos razones: la experiencia y el amor. “Había estudiado Relaciones Internacionales en Buenos Aires (ya ahí había emigrado muy temprano, con 17, de Mendoza a Buenos Aires). Al finalizar mis estudios trabajé un año y medio en Mendoza, en la Universidad de Congreso como profesor titular. Fue una experiencia extraordinaria, no obstante, quería salir a ver el mundo”, comenzó a relatar el hombre que desde los 7 años estudió idiomas. “Siempre me atrajo la diversidad cultural y de mentalidades que existen en el mundo”, añadió.

Además, cuando él estudió en Buenos Aires conoció a Ingrid, una joven alemana que estaba en Argentina como turista. “Luego de su visita, el contacto quedó por cartas (no había mail, Facebook ni nada similar y el teléfono era carísimo). Un año más tarde visitó una vez más el país y después fui yo quien la visitó por un mes (en 1989). Ahí le propuse que se viniera a vivir una experiencia de un año o más a la Argentina”, narró. Luego de haber vivir un año y medio juntos llegó la decisión de partir hacia Alemania.

“Me decidí, entonces, a hacer un doctorado en Alemania. El proceso de reconocimiento de título duró unos 11 meses, luego cursé materias de doctorado en las Universidades de Múnich, Friburgo, Bonn y Würzburg. Trabajé de forma externa para un instituto de investigaciones sobre procesos de integración regional, mi tema preferido durante toda mi carrera”, contó Ramiro.

En ese proceso publicó varios trabajos y realizó viajes a Sudamérica, pero no pudo terminar el doctorado. “Me falta un capítulo (y los exámenes orales correspondientes). En un primer momento quise dejar ese objetivo “congelado” (postergarlo), pero no sé realmente si lograré retomarlo”, reconoció.

Crecimiento laboral
Al año de su llegada, comenzó a trabajar, paralelamente al estudio, en el Servicio Federal del Empleo Alemán. "Necesitaba el ingreso, no tenía beca alguna, me vine 'a poncho pelado' por así decirlo", subrayó. Desde ese momento, formó parte de la Agencia Local de Múnich y en 2005 ingresó al departamento internacional de ese servicio.

Su trabajo diario consiste en dar información, asesoramiento y la colocación tanto de personal extranjero ya capacitado (títulos académicos o profesionales) como de jóvenes a capacitar en el sistema alemán .

“Alemania requiere hace algunos años ya personal cualificado, entre otras razones debido a la baja tasa de crecimiento demográfico del país. Gracias a la libre movilidad de trabajo ya regulada hace muchas décadas se selecciona personal en un 80% del Espacio Económico Europeo y hace tiempo se han iniciado también actividades de reclutamiento de personal en países extracomunitarios como Serbia, Túnez, Indonesia, Filipinas, Vietnam, entre otros, pero todavía no hay proyectos concretos con Argentina”, explicó y adelantó que está trabajando para concretar proyectos pilotos para testear y afianzar actividades de cooperación con nuestro país.

Los "Fluixis"
En 1994 Ramiro se casó con Ingrid y tuvieron cinco hijos. "Ariane de 21 años está estudiando en Aberdeen, Escocia. Nicolás, de 18 años, haciendo un año de voluntariado social en Santiago del Estero, en el norte argentino.

Por último, en 2003, llegó Constanza, hoy de casi 13 años y este año estuvo dos meses viviendo con una familia en Francia en la frontera con Suiza”, detalló el orgulloso padre quien relató que fueron cinco durante muchos años, pero que sus hijos reviven el alma de “trotamundos”que tuvieron sus padres en sus épocas de juventud.

“Y a pesar de las distancias, seguimos siendo cinco ‘Fluixis’ (como nos llaman aquí) inseparables”, remarcó.

Similitudes y diferencias

-¿Cómo fuiste recibido allá?

-Con respeto, nunca tuve una experiencia de discriminación de ningún tipo. La gente es más retraída, más reservada que la nuestra, hay que ir hacia ella, mientras que nosotros vamos hacia el extranjero, sencillamente por interés, por curiosidad, por la forma abierta de ser. En general, la apertura e integración es más lenta, pero cuando te hacés amigo de un alemán, es ‘de hierro’.

-¿En qué se diferencia la cultura alemana con la argentina?

-Después de tantos años aquí, estoy convencido de que, además de la historia, el clima juega un papel muy importante en las diferencias culturales. En Mendoza tenemos 300 días de sol y 65 de lluvia. En Alemania uno tiene veranos muy cortos y épocas de frío más largas. Durante el invierno, la vida social en la calle se retrae mucho, casi que uno no la percibe.

Por otro lado, las diferencias regionales, de mentalidad son muy grandes aquí. Alemania es ocho veces más chica que Argentina, pero sus diferencias regionales son ocho veces más grandes que las nuestras.

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