Malbec: los secretos del embajador del vino argentino

Durante los ultimos años se cultivaron 45.657 hectáreas de esta uva. Foto: Gustavo Rogé / Los Andes
Durante los ultimos años se cultivaron 45.657 hectáreas de esta uva. Foto: Gustavo Rogé / Los Andes

Referentes dan su mirada sobre cómo este varietal, traído desde Francia, adquirió su máxima potencia en tierras de nuestro país.

Hoy se celebra el Día Mundial del Malbec, la variedad insigne del vino argentino, que representa el 21% de todas las vides cultivadas en el país. Su crecimiento continúa y durante los últimos diez años su superficie cultivada creció un 43,7%, llegando a 45.657 hectáreas. Sin embargo, más que una moda se trata de un cultivo con una amplia historia en el país.

Fue el 17 de abril de 1853 cuando se presentó el proyecto para crear la Quinta Agronómica de Mendoza y el ingeniero agrónomo Michel Pouget por encargo de Domingo F. Sarmiento traería el Malbec a estas tierras. La variedad vivió altos y bajos desde entonces pero, a mediados del siglo XX, perdió popularidad y para inicios de los ’90 quedaban sólo 6.000 hectáreas.

A mediados de esa última década, con la innovación en la vitivinicultura y una apertura hacia mercados externos, se revalorizó la variedad como algo típico de Argentina y en el nuevo milenio se apostó aún más con investigaciones científicas y mayor difusión. Vale decir que, en 2020, el Malbec y sus cortes representaron el 61,4% de las exportaciones de vinos varietales.

¿Cómo el Malbec llegó a ser el emblema que es hoy? Similar a las historias que se conforman con la visión de varios personajes, el desarrollo del Malbec cambia según dónde se lo mire y Los Andes habló con referentes del sector para dar su mirada particular.

Los labriegos del cepaje

Si se busca el origen en la viña, se puede hablar con algún productor como Martín Garbuio, tercera generación de productores en Tunuyán y pasado presidente de la Cooperativa Vista Flores. “La historia del vino ya estaba presente con José de San Martín y después con Domingo F. Sarmiento llega el Malbec, tras muchos estudios de la zona y el clima”, comienza Garbuio.

Desde las características del Valle de Uco hasta la cultura de los trabajadores, el Malbec encontró un buen espacio para crecer. “Mi abuelo le cantaba a las viñas. Él venía del Véneto y decía que a las viñas había que tratarlas como una ‘signorina’. Fíjate que el cancionero cuyano tiene mucho canto a la vid, el vino y la cosecha”, rememora.

Este año, ya está terminando con una cosecha favorable, en general, con una uva sana a pesar de las lluvias. En cuanto a las hectáreas actuales de Malbec, cree que el foco debe estar no tanto en la cantidad sino en la calidad del vino que se produce y en la aceptación del mercado.

Para Garbuio es positivo el gran impulso que ha tenido esta cepa, pero advierte contra los que “se visten de serios y hablan macanas”, como si el Malbec fuera sólo un color y un sabor que copiar.

La adaptación del Malbec

Con varios proyectos vitivinícolas y la presidencia del INV entre 2016 y 2020, Carlos Tizio es una fuente válida para hablar sobre Malbec. Tizio menciona la llegada de las primeras cepas alrededor de 1855 desde Francia, de una población que después prácticamente desaparece por una enfermedad fitosanitaria en el país galo.

“Una de las primeras plantaciones de Mendoza fue en Panquehua. El Malbec se reproduce mucho, lo consideran un vino de mesa y llegó casi a las 50 mil hectáreas. Después, en los ’60, viene un cambio del mercado hacia los vinos blancos”, enumera. Mucho Malbec se erradica y para los años 90, el quinto censo del INV demostró que sólo quedaban 9.000 hectáreas.

Otros datos históricos que rescata Tizio es que a mediados de los ’70 algunas empresas empezaron a exportar hacia Estados Unidos y que, años después, se trabajaría para lograr la denominación de origen Luján de Cuyo.

Para este ingeniero agrónomo, la base del varietal es su variabilidad: “Tiene una diversidad de formas que hacen a la complejidad del Malbec. En cada lugar tiene su expresión distinta según el terroir y la altura. La cepa que tenemos es única, es un tesoro genético. Yo dejé en el INV un trabajo sobre el rescate de viejos Malbec para generar distintas formas de clones”.

Un enfoque internacional

La historia del Malbec como embajador argentino no se puede completar sin una mirada internacional, como la de Claudia Quini. Actual gerente de Fiscalización del INV, tiene más de 20 años de experiencia en la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) y fue la primera mujer argentina en presidirla, de 2012 a 2015.

“El Malbec resurge en la década del 90. Se pudo incorporar tecnología moderna en las bodegas argentinas, tales como las nuevas prensas que más que moler el grano acarician la uva para obtener el jugo. Empezaron a darse los primeros pasos para hacer productos de calidad y ganaron reconocimiento en el mercado externo”, recuerda Quini.

En la OIV llamaba la atención el gran mercado interno de Argentina, mientras que otros tenían cierto balance entre mercado interno y externo. Luego se apuesta por el Malbec. Se traen expertos de otros países y se hacen concursos como “El Malbec al mundo” y “Vinandino”. Quini aún recuerda las caras de sorpresa de australianos y europeos al probar el Malbec argentino, y, cuando había alguna reunión internacional, le pedían llevar algunas cajas.

“Argentina va mostrando su Malbec con diversidad regional como valor agregado. Incluso, ya con la presidencia de la OIV, se hacían degustaciones de vino argentino y la vedette era el Malbec, el orgullo”, recuerda. Quini destaca un dato de 2020: se exportó más Malbec del que se consumió en Argentina (unos 1.582.000 hectolitros afuera contra 1.210.000 hectolitros en el interno).

Tradición e historia

Un especialista reconocido es Carlos Catania, investigador y parte de la Academia Argentina de la Vid y el Vino. Su infancia transcurrió en una bodega, junto a viñedos de Malbec, y empezó a trabajar en el INTA en 1970, donde estuvo hasta hace pocos años.

Al notar las erradicaciones de Malbec durante los años ’70, empezó a trabajar en reforzar el varietal, con elaboraciones piloto en distintas partes del país y mirando al mercado externo. En 1986, Luján se propuso como denominación de origen y la OIV inscribió a ese Malbec como variedad típica de Luján de Cuyo.

“Durante los ’90, Argentina se abrió al mundo y empezaron a venir bodegas extranjeras. Si venía una bodega francesa, debían hacer algo típico de acá, y explotaron más el Malbec”, recuerda Catania. Para él, fue muy importante la capacitación a periodistas locales y a inicios de 2000 se reforzó la mirada internacional con encuentros de especialistas del mundo.

Alguien que trabajó junto a Catania es Silvia Avagnina, enóloga e investigadora especializada en análisis sensorial. Ella recuerda que “desde el INTA se dio el puntapié inicial para que el Malbec comenzara su ‘carrera ascendente’ como cepaje emblemático de la Argentina”. En ese sentido, desde el INTA se dieron a conocer trabajos relacionados con el viñedo y la elaboración, así como una Guía del Malbec argentino.

Catania asegura que hay otro aspecto especial: “En Argentina el Malbec tiene tradición, es algo que la gente quiere. La gente, cuando prueba un vino, no sólo toma sino que le gusta saber su historia. No hay un buen vino que no tenga su buena historia, es el deleite emocional”.

Un día para brindar

Desde 2011, el Malbec tiene un día especial: el 17 de abril. Wines of Argentina (WOFA), entidad que difunde el vino argentino alrededor del mundo, había trabajado para tener una fecha propia. Susana Balbo, presidente durante la formulación del proyecto, recuerda cómo trabajó la idea con Lis Clément, gerente de Marketing y Comunicación de WOFA.

“Elegimos ese día porque el 17 de abril de 1853 se fundó la Quinta Agronómica de Mendoza por parte de Domingo F. Sarmiento, la primera escuela de enología. No hay un registro histórico exacto de la llegada de cepas, pero esa escuela fue un símbolo de modernización, en la época cuando Sarmiento contrató a Michelle Pouget para desarrollar viñedos y trajo el Malbec”, explica Balbo. WOFA propuso una campaña en la que unieron al Malbec con el tango y el Poder Legislativo declaró la fecha como Día Mundial del Malbec. Se trabajó con embajadas argentinas y llegaron a hacer degustaciones y otras actividades en 30 países para celebrar ese día.

Investigar y sorprenderse

Un aspecto clave en los últimos 20 años fue la profesionalización de las investigaciones científicas. Santiago Sari, responsable de la planta piloto de vinos del INTA Mendoza (Bodega Experimental) comenta algunos de estos desarrollos. Un estudio central ha sido, desde 2001, el análisis vitícola y enológico de 26 clones de Malbec, analizando también el comportamiento en áreas climáticas diferentes. Esto permitió seleccionar y comercializar 7 clones, algunos con mayor productividad o calidad. “Es un tema fundamental, ya que permite conocer la planta desde su genética y tener una herramienta más para combinar y generar vinos diversos”, apunta Sari. Otro estudio es sobre la orientación de hileras, y desde 2010 se prueban orientaciones distintas a la clásica Norte-Sur.

¿Qué futuro tiene la cepa estrella?

Martín Garbuio – Productor y vicepresidente de la Cooperativa Vista Flores

“El futuro del Malbec depende de la seriedad con la que mantengamos la genuinidad del vino. Debe haber control y que el mercado no te lleve a hacer cualquier cosa para vender un vino. Cuidar el Malbec, la tradición, cuidar nuestra manera de ser y sentir el vino. Nosotros vamos a seguir haciendo el Malbec, sea o no negocio, esté o no de moda, se venda o no se venda”.

Carlos Tizio – Asesor de viñedos y bodegas, presidente del INV 2016-2020

“Creo que se pueden aprovechar diferentes lugares de origen y tener una oferta variada, siempre manteniendo una muy alta calidad. El Malbec no es un commodity, tiene plasticidad y puede adaptarse a varios suelos, dando vinos de alta calidad y con una distinción especial del terroir. Necesitamos mantener, rescatar y estudiar más”.

Claudia Quini – Presidente de la OIV 2012-2015 y Gerente de Fiscalización INV

“El Malbec ha sido la puerta de ingreso con la diversidad varietal y seguirá siendo el presentador de nuestra vitivinicultura porque es muy elegido y tiene una gran aceptación en el exterior. Sin hacer futurología, con el empuje que hoy tiene, auguro que le quedan varios años más de presencia. En lo personal me gusta mostrar la diversidad, pero creo que es el rey que nos ayuda a acomodar las fichas”.

Carlos Catania – vicepresidente de Viticultura de la Academia Argentina de la Vid y del Vino

“Hemos progresado mucho en estos últimos 20 años. Se ha dado una revolución del vino argentino en el mundo. Creo que el camino de muchos países a la larga son las denominaciones geográficas. No vender tanto Malbec, sino el Malbec de tal lugar con sus matices, porque no es igual Vistalba que La Consulta. El clima y la altura te influye mucho. También se apuesta mucho a que el vino sea lo más orgánico posible”.

Susana Balbo – Propietaria de Susana Balbo Wines, presidente de WOFA 2006-10 y 2014-15

“Lo que necesita el Malbec (y la vitivinicultura argentina) para crecer son más recursos para promoción. El potencial de exportación es enorme pero necesitamos que los consumidores lo identifiquen. WOFA cuenta con 2 millones de dólares para todo el mundo, mientras que una sola región de España, La Rioja, invierte 13 millones de euros sólo para EEUU”.

Santiago Sari - Responsable de la Planta Piloto de Vinos del INTA (Bodega experimental)

“Las investigaciones en Malbec son recientes. No es como la industria australiana, que se basa en 50 años de investigaciones sino que teníamos una industria de tipo más tradicional. Hoy se conoce mucho, pero las variables son casi infinitas. Esperamos seguir sorprendiéndonos con lo que encontramos en zonificación, campo y bodega. Todo esto va a ayudar a tener productos distintos”.

La superficie cultivada aumentó más de 40% en diez años

Como variedad insignia de la producción argentina, el Malbec ha tenido un gran desarrollo durante la última década. Los datos de 2020 señalan que hay un total de 45.657 hectáreas cultivadas: un 43,7% de aumento desde 2011 (cuando habían 31.773 ha). Además, se pasó de vender 1.559.342 hl en 2011 a unos 2.792.759 hl en 2020, un 79,1 % más en diez años.

Así lo reflejan los números del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV). Mendoza tiene la mayor cantidad de hectáreas, unas 38.644 (84,6 %), mientras que la vecina San Juan tiene 2.914 ha (6,4%) y el resto del país, 4.099 ha (9%).

Martín Hinojosa, presidente del INV, destacó el crecimiento de la cepa en Argentina, tanto a nivel productivo y comercial como a nivel de exportación. “Yo me pregunto, ¿qué hubiera pasado si desde la vitivinicultura no hubiéramos hecho esta apuesta, esta inversión? ¿Dónde estarían la Argentina, el productor y las bodegas?”, comenta Hinojosa sobre lo que considera fue “una decisión estratégica”.

Dentro de Mendoza, los departamentos con mayor cantidad de hectáreas de Malbec son Luján de Cuyo (22,9%) y San Carlos (15,1%), seguidos por Tunuyán (13,7%), Tupungato (11,9%) y Maipú (10,4 %). Incluso, si se compara con todo el país, puede afirmarse que el Valle de Uco y la zona Centro de Mendoza, concentran el 63 % del total nacional del varietal.

Otro punto para analizar es la comercialización. La venta total de vinos varietales elaborados con Malbec (incluyendo cortes) ha aumentado en los últimos 10 años un 79,1%, ya que pasó de 1.559.342 hl a 2.792.759 hl. De esos últimos 2,79 millones de hectolitros del último año, unos 2,56 fueron de vino varietal puro de Malbec y otro 0,23 fueron de corte con otra variedad.

“El Malbec no es una moda pasajera, es un producto en sí mismo y en Argentina es donde mejor se da”, aseguró Hinojosa.

COMPARTIR NOTA