Glifing, el videojuego que combate la dislexia

Fue creado por la psicóloga Monserrat García para ayudar a su hijo. Ya llegó a 85.000 niños en España.

Glifing, el videojuego que combate la dislexia
Glifing, el videojuego que combate la dislexia

Hace más de diez años, cuando Mario, el hijo pequeño de Montserrat García, estaba a punto de pasar a sexto de primaria, fue diagnosticado de dislexia. Antes de detectar el problema, Mario era un caso de fracaso escolar. “Fuimos trabajando con psicólogos, tal como nos decían en el colegio, hasta que entre quinto y sexto de primaria, le hicimos un análisis más profundo y nos dijeron que era disléxico”, explica su madre. “Comprobamos que había llegado a sexto grado leyendo como un niño de primero. Me pareció escandaloso, pero con el tiempo he visto que ocurre bastante a menudo”. A partir ahí, resolver los problemas de lectura pasó a ser la misión de Monserrat García. “Hay un porcentaje de niños que no consiguen aprender bien a leer, que no consiguen automatizar la lectura, lo que en el mundo académico representa un reto insalvable”.

García, que es psicóloga de profesión, acudió a la Universidad de Barcelona, su alma máter. “Montamos un pequeño grupo de investigación para ver de qué manera podíamos ayudar a Mario. Para entonces él ya sentía un rechazo absoluto por todo lo que fuese académico, especialmente por los libros y la lectura. Así que tuvimos que pensar en algo que no le produjese rechazo. Las nuevas tecnologías nos brindaron el formato adecuado”. Así nació Glifing, un método con forma de videojuego que ayuda a todos los niños, con o sin dislexia, a leer mejor. Junto con la universidad, García puso en marcha un programa piloto con el que obtuvieron muy buenos resultados.

“Los niños que trabajaron con Glifing tuvieron una progresión estupenda en poco tiempo. Los que seguían métodos tradicionales no conseguían avanzar ni la mitad”. El método está presente en escuelas y centros de doce países y por la plataforma han pasado ya unos 85.000 niños.

¿Cómo recuerdas la infancia de tu hijo?

Un drama. Por ejemplo, cuando leíamos cuentos, acababa leyéndolos yo, porque si Mario tenía que leer era una tortura. Al final ni le gustaba el cuento. Si no has tenido estos problemas en casa cuesta un poco darse cuenta de la dimensión que tienen. A los niños les pedimos muy poquita cosa, que vayan bien en el colegio y que sean un poco ordenados. Si un niño no consigue ir bien en el colegio está fracasando prácticamente en el 100% de su vida. Hay algunos que se salvan porque a lo mejor son muy buenos en otra cosa, puede que tengan un sentido del humor desbordante o sean buenísimos en un deporte. Tienen otros elementos que, digamos, les salvan la autoestima. Pero los niños con dislexia sienten el fracaso desde muy pequeños. Además no entienden por qué les pasa. Muchas veces tienen incluso una inteligencia superior, pero ven que suspenden sin razón. Gabino Diego, que es disléxico y lo pasó bastante mal de pequeño, explica que él se daba cuenta de que era más inteligente que sus compañeros, pero ellos aprobaban y él no. Estos niños tienen una disonancia cognitiva. El drama muchas veces empieza en primero de primaria, porque hasta infantil no les pedimos nada. En el primer ciclo de primaria todavía no les exigimos mucho y  pensamos que ya madurarán y aprenderán a leer bien. Pero ellos ya notan la diferencia, notan que se empiezan a quedar rezagados. Mario sentía el fracaso. Está brecha empieza ahí y si no haces nada por solucionarla se va ampliando. Esas dificultades no se resuelven con el paso del tiempo. Alcanzar los objetivos académicos cada vez cuesta más y los niños cada vez se sienten peor.

¿Qué signos muestra la dislexia?

Básicamente el problema está en la mecánica de la lectura. Leer de forma fluida necesita de dos cosas: no equivocarte cuando lees y leer a un ritmo adecuado para tu edad. Por lo tanto, una de las cosas que nos tiene que saltar a la vista rápidamente es la velocidad de la lectura. Esto es algo que a veces no se entiende bien. Lo importante es que entiendas lo que lees y el cómo lo hagas a menudo se relega a un segundo lugar, pero si eres muy lento eso puede generar problemas de comprensión. La velocidad lectora de Mario en sexto grado era de unas 43 palabras por minuto. Si intentas leer 43 palabras en un minuto te aburres de ti mismo. Leerás un minuto o dos, al tercero lo dejas, es una tortura. A lo mejor suman y restan estupendamente, pero cuando les ponen delante un enunciado que no son capaces de leer ni de entender llega el problema. Repercute en todo, porque nuestro sistema educativo se basa en la escritura y la lectura. Yo lo llamo el efecto mancha de aceite. Solo les cuesta la lectura, no tienen ningún problema de inteligencia ni de comprensión, pero eso lo acaba empañando todo. Y luego está la autoestima. Desde muy pequeñitos se sienten menos. En  psicología se llama indefensión aprendida: ‘yo aprendo que yo no puedo’.

¿Están los colegios preparados para detectar la dislexia?

Los maestros ven si un niño no lee bien. Es algo que ve todo el mundo, hasta los niños de la clase. Si vas a cualquier aula de cualquier colegio y preguntas a los niños quién no lee bien, te van a nombrar de cinco a siete niños, y además por orden de quién lo hace peor. Si lo saben ellos, cómo no lo van a saber los profesores. Lo que ocurre es que hay un poco de no sé si llamarlo falta de información. Aunque creo que hoy no tendríamos que tener ese problema. O se piensa erróneamente que el niño madurará. Hasta tercero de primaria profesores y padres tenemos mucha paciencia. Luego llega cuarto y ese niño que leía mal sigue leyendo mal, y además la brecha ha aumentado. Muchas veces al no estar preparados para afrontar el siguiente ciclo, les hacemos repetir curso. Pero si no hay un programa específico que les ayude a reeducar la lectura no sirve de nada repetir el curso. A partir de quinto solemos decir que el niño es un vago y no se aplica. En ese momento ya tenemos a un niño rebotado que no quiere leer, que pasa de todo, que no hace los deberes,... Nos olvidamos de por qué ha llegado hasta ahí y lo achacamos a que no quiere. Los niños con dislexia necesitan más apoyo y tenemos que dárselo. Los colegios deberían estar preparados para hacer frente al problema. No es tan difícil. No es complicado darse cuenta de que un niño necesita apoyo con la lectura. Glifing ofrece una herramienta que facilita mucho este apoyo para dar a cada niño lo que necesita y que cada uno pueda seguir su propio camino de aprendizaje de lectura.

¿Cómo funciona exactamente?

Todo el material está segmentado en sesiones. Hay más de 4.000 y están constituidas por pequeñas actividades. Cada día haces una sesión, que puede llevar entre 10 y 20 minutos, dependiendo de la edad y del ritmo de lectura del niño. Todas las actividades tienen formato de juego. Puede ser un juego relacionado con la lectura de palabras o un memory, porque la memoria está muy relacionada con la comprensión lectora. Cuando el niño puede leer más aparecen pequeños textos y cuentos. La clave está en que, por un lado, son pequeñas píldoras que van a poder hacer diariamente, de manera que no les resulte pesado, y, por otro lado, que en cada una de esas actividades los niños leen, que es lo que necesitan, pero aquello de lo que en ese momento son capaces. De esta forma tienen éxito y se evita el rechazo. Las actividades se pueden hacer desde casa y estamos presentes en colegios y otros centros. En los colegios atendemos la lectura de todos los niños, no solo de aquellos que tienen problemas. Hasta tercero de primaria todos los niños están en etapa de afianzar la lectura. Lo que necesitamos, y ahora lo podemos hacer porque las nuevas tecnologías nos lo permiten, es darle a cada uno lo que puede asumir. A los niños que leen muy bien se les da material para que vayan leyendo más y sean todavía mejores lectores. Y los niños que leen mal irán a su ritmo y con material adecuado a su nivel.

¿Qué planes de futuro tenéis?

Glifing está presente en doces países, en unos 200 colegios, y contamos con cerca de 450 gabinetes de reeducación. Ahora nos gustaría seguir con la expansión a otros países, pero sobre todo queremos más colegios en España, porque la mayoría de los que tenemos ahora están en Cataluña. Cuantas más personas conozcan el método, más posibilidades tendremos de mejorar la herramienta. Y cuantas más escuelas lo utilicen, más podremos sensibilizar acerca de las dificultades en la lectura para que no se estigmatice a estos niños.

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