Soledad Accordino: “Si no llueve, vamos a tener una producción baja, como en los últimos años”

Continúa la tradición apícola que comenzó con su padre. Asegura que Mendoza tiene buenas características para seguir creciendo.

Soledad Acordino: "Dependemos mucho del clima, que impacta en la flora y en la cantidad de néctar que produce la planta"
Soledad Acordino: "Dependemos mucho del clima, que impacta en la flora y en la cantidad de néctar que produce la planta"

La mayoría de las personas no olvidarían el primer momento en el que se acercaron a una colmena. Pero Soledad Accordino no puede recordarlo porque creció en el rubro, de la mano de su papá, quien la alentó a capacitarse. Hoy combina su labor como docente de Biología con la apicultura y sostiene que Mendoza tiene potencial para seguir desarrollando la actividad, porque el consumidor ha empezado a valorar más las bondades de la miel. Sobre esta temporada, anticipa nuevamente una de producción reducida si se mantiene la falta de lluvias.

-¿Cómo incursionaste en la apicultura?

-Mi papa empezó a los 18 años a trabajar en el rubro. Fue un referente apícola muy importante. Yo siempre estaba al lado de él, aprendiendo. Pero para no ser “la hija de”, me hizo hacer muchos cursos. Estudié con Pablo Maessen, que enseña sobre producción apícola, y también con el ingeniero Juan Juricich, en cuanto a cría de reinas. Fui capacitándome en eso, aparte de lo que me iba a dedicar, que es la educación.

Soy profesora de Biología. Además de trabajar en docencia, tengo el emprendimiento familiar, que empezó mi papá y hemos continuado con mi mamá, porque él falleció hace cinco años. Como ella es alérgica a las abejas, se encarga de la parte de comercialización y yo me dedico al campo.

La empresa era muy grande cuando estaba mi papá, porque tenía todo lo que un apicultor necesita para tener colmenas: se hacía el material vivo, se vendían las abejas y las reinas, la cera estampada. También el material de madera, las alzas, los techos, los marcos. Yo me dediqué sólo a la producción de miel y de polen, y revendemos el material de madera que hace otro productor. Mi mamá también elabora cera depilatoria, que es un subproducto. Como tengo pocas colmenas, porque las manejo sola, la producción es pequeña, pero he mantenido la clientela de toda la vida.

-¿Cuándo fue la primera vez que entraste en contacto con las abejas?

-Ni me acuerdo. Cuando yo nací vivíamos en una finca y mi papá tenía colmenas. De chiquita, iba al campo con él. Primero íbamos a San Luis, después a Córdoba y a La Pampa. Siempre digo que desde que nací he estado en el mundo de la apicultura, porque mi papá se dedicó siempre solamente a eso. Empezó a vender miel, después tuvo sus primeras colmenas y fue creciendo. Se formó como perito apicultor, en la Escuela de Apicultura, que funcionó en lo que hoy es el Liceo Agrícola y fue profesor de ahí. Entre sus alumnos estuvo Pablo Maessen, que después fue mi profesor. Si bien mi papá me podía enseñar todo, sabía que era importante que tuviera los certificados.

Cuando empecé mi facultad, tuve contacto en el Conicet con la doctora Mónica Wingenroth, que se encargaba de estudiar la flora polínica de Mendoza y tuve la suerte de poder trabajar con ella y hacer una investigación sobre el reconocimiento de la provincia autóctona del grano de polen, de acuerdo con su color. Logré publicar un libro sobre esa investigación. -¿Dónde tienen las fincas ustedes?

-Tenemos en El Algarrobal y en El Borbollón. Son fincas prestadas, en las que nos dejan poner las colmenas. Una tiene cultivos y la otra, flora autóctona. Yo no me decido a separar producciones, sino que mezclo todo, así que en la miel hay mucho pájaro bobo, jarilla, algarrobo, y también hay una parte que viene de cultivo, sobre todo ciruelo. El sabor se lo da totalmente el néctar que visitó la abeja.

-Para acercarse a las abejas, ¿se necesita una actitud determinada o una técnica?

-En realidad, son animales. Es lo mismo que un perro, que te dicen que no le tengas miedo porque si lo intuye, te va a morder. Con la abeja pasa algo similar. Detecta nuestras hormonas. Tiene esa capacidad de sentir la adrenalina. Entonces, si tenés la sensación de querer correr para que no te pique una abeja, a ella le pasa lo mismo: te ve y se asusta. Cuando vas al campo tenés que ir con colores claros, porque la abeja tiene registro en su memoria del estado natural, de cuando estaba en el campo y la atacaban los osos. Compara que le estás por sacar la miel de la misma manera que lo hacía el oso y te va a ir a picar por eso. Pero cuando voy al campo, la que vez que me ha picado una es porque se me corrió el traje o algo así. Tampoco es que sean agresivas por naturaleza y saben que si pican se mueren. Pero sí, cuando uno está nervioso, tienen tendencia a picar más. Mientras trabajés con cuidado y no hagás movimientos bruscos, es raro que te vayan a agredir. Alguna que otra sí, porque tienen castas y dentro de ellas, algunas tienen como función proteger la colmena, pero son animales domésticos.

-¿Ha habido un cambio en la percepción de las abejas y de uso para los cultivos?

-No sé si tanto desde la perspectiva de las personas. Porque yo creo que las personas siempre han protegido o han tenido ese cuidado hacia las abejas. Me acuerdo de chiquita que a mi casa llamaban y decían “tengo un enjambre, ¿por qué no lo venís a sacar?”. No le echaban insecticida o le prendían fuego. Siempre ha habido este cuidado por los animales, ya sea una abeja o un perro. Sí ha habido un giro muy grande dentro de la política, de incentivar leyes para proteger y que ya no sea una cuestión de conciencia de cada ser humano, sino que sea algo legal.

¿Cómo perfila la producción este año?

Recién estamos empezando. Estamos acomodando las colmenas en el campo, preparando para que empiece la producción. Viene lenta porque todavía no llueve. Para producción necesitamos agua y, si no, sabemos que vamos a tener una como la hemos venido teniendo los últimos años. Se pensaba que iba a ser un año mejor, porque habíamos empezado con bastantes lluvias y humedad, pero dependemos mucho del clima, que impacta en la flora y en la cantidad de néctar que produce la planta. Mientras más humedad, más flores vas a tener y más néctar.

-En cuanto al consumo, ¿ha habido un sostenimiento, ha crecido?

-A mí este año me sorprendió mucho, pero creo que fue el tema Covid. Porque cuando empezó la pandemia dijeron que los productos de la colmena, la miel, el propóleo eran buenos, y mucha gente consumió mucha miel. Es más, nunca llego a quedarme sin miel y este año me pasó porque fue increíble cómo se vendió. Hubo un aumento de consumo interesante. Y pasó en general, porque yo preguntaba a otros productores, a ver si alguno tenía miel para venderme y estaban todos en la misma.

Y siguen viniendo a preguntar si tenemos. O sea, aparte de que ha sido un efecto de la pandemia, el consumo de miel está empezando a aumentar. Hace unos años se empezó con las campañas para incentivar que la gente consumiera y eso ha ayudado a que el producto se conozca y haya un interés por tener una vida más sana. Se empezó a usar para endulzar o para el desayuno, que antes no se veía tanto. Las personas te preguntan si es buena, si tiene algún agregado, porque muchos no saben cómo se procesa o llega a envasarse. Te preguntan mucho si es pura.

-Y el precio de la miel, ¿qué comportamiento ha tenido?

-La miel se maneja mucho con el precio dólar. A granel hoy está entre 110 y 140 pesos. Lo mismo que el dólar. El que vende fraccionado tiene más rentabilidad, pero el que vende a granel recibe el dinero todo junto. El precio del kilo de miel oscila entre un dólar y 1,20.

-¿Tuvieron dificultades con los insumos por la pandemia?

-Había estado complicado porque no llegaban los materiales que comprabas de otras provincias. Se están demorando bastante. Estuvieron mucho tiempo cerrados los aserraderos, faltaba madera. Pero ahora se está regularizando un poco. Pero como se maneja todo por precio miel, el aumento es también de acuerdo al dólar. Si te tengo que vender un núcleo, que es un kilo de abejas con una reina, sale 20 kilos de miel.

-Y la cantidad de productores en la provincia, ¿ha ido creciendo?

-Sí, sobre todo en el sur: San Rafael, Malargüe y General Alvear. Ha crecido mucho, se ha convertido en una gran potencia. En el Gran Mendoza se mantiene igual, pero no hay muchos apicultores nuevos. Antes Lavalle era el gran productor, pero ha ido cambiando, y depende del clima, de cómo han estado los campos. La producción se va trasladando a donde hay campo autóctono, porque sabés que tenés miel todo el tiempo, porque la flora ya está adaptada a la sequía y es sostenible en el tiempo. En Mendoza tenemos mucha extensión autóctona y tienen potencial para seguir creciendo.

Perfil

Soledad Accordino es profesora de Biología y está completando la Licenciatura en Enseñanza de la Ciencia y cursando una Diplomatura en Gestión Educativa. Es secretaria en el nivel medio y docente en educación para jóvenes y adultos. Se crió en el mundo de la apicultura, ya que su padre fue apicultor toda su vida, y siguió ese camino. Ella misma atiende las colmenas que tiene en espacios prestados en fincas de El Algarrobal y El Borbollón. Y señala que, entre diciembre y febrero, cuando es la época de cosecha y de fraccionamiento, está de vacaciones como docente, por lo que se puede dedicar de lleno a esa actividad.

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