Por qué es importante la medición en los cultivos

Más del 80 % del agua de Mendoza va hacia los cultivos, pero hay pocas mediciones de cuánto consumen cada finca y empresa. Un análisis muestra la diferencia económica entre regar con y sin goteo.

La información que aporta la tecnología sirve para la toma de decisiones en los cultivos forrajeros./ Gentileza
La información que aporta la tecnología sirve para la toma de decisiones en los cultivos forrajeros./ Gentileza

Más allá de cierta conciencia social de que “es importante cuidar el agua”, el tema toma una relevancia concreta cuando se lo mide en números. Sin querer entrar en la discusión de qué cultivo conviene respecto de otros, porque eso implica muchas más variables, Los Andes consultó con especialistas sobre la implicancia del agua, la relación entre ganancia y metros cúbicos de agua y qué ventajas tiene medir el riego.

El Departamento General de Irrigación indica que la distribución de la temporada 2020-21 de los cuatro principales ríos de la provincia (Mendoza, Tunuyán, Diamante y Atuel) implicó un 84 % del agua local a los cultivos, incluyendo viñas, horticultura y frutales. Eso fue casi ocho veces el 11% destinado para el abastecimiento de la población (el restante 5 % se usó para otras actividades y usos).

Por otro lado, es muy difícil hablar de mejoras concretas en el agro si primero no se mide la situación y qué tanta puede ser la diferencia económica entre mejorar el riego o no hacerlo. Vale agregar que, además del ahorro de agua, la tecnificación del riego puede llevar a una mejora en los rendimientos.

En ese sentido, es interesante un análisis de Agro World Spain, una empresa española que también trabaja en Mendoza. Comparando en un mismo cultivo un riego por inundación y por goteo, considerando precios promedio pagados al productor, se puede sacar la relación entre cuántos dólares se genera por cada metro cúbico de agua.

Por ejemplo, una aceituna de mesa tiene una producción de 15.000 kg/ha, lo que a un precio de U$S 0,65 por kg significa U$S 9.750/ha. Ese cultivo, regado por inundación, implica 25.000 m3 por ha, dejando una relación muy chica de U$S 0,39/m3. En cambio, con riego por goteo se gastaría casi la mitad de esos litros, 12.000 m3 por ha, lo que dejaría un valor de U$S 0,81/m3.

Otro caso son los nogales que, por inundación, gastarían 25.000 m3 de agua por hectárea y tendrían una producción de 3.000 kg/ha. Pero, por goteo implicarían 12.000 m3 y se duplicaría la producción a 6.000 kg/ha. Con un valor promedio de U$S 2,3 pagados al productor, por inundación el valor sería de U$S 0,28/m3 mientras que por goteo sería de U$S 1,15/m3, una diferencia significativa.

¿Qué pasa con el cultivo de mayor superficie en Mendoza? Si se consideran uvas criollas regadas por inundación, con 20.000 kg/ha, a un precio de $ 45 por kg (con un dólar a un precio de $ 112, sería U$S 0,40), y con un gasto de 25.000 m3 de agua, la relación es de U$S 0,40/m3. Por otro lado, si se piensa en una hectárea de varietales finos con riego por goteo, con 10.000 kg/ha a $ 70 (U$S 0,625) por kilo y con 10.000 m3 de agua, el resultado sería de U$S 0,78/m3.

Sin dejar afuera a las hortalizas, el análisis de Agro World Spain comparó una hectárea de ajo chino o morado según se use inundación o riego por goteo, con un producto que valdría $ 45 (U$S 0,4) por kg. En el primer caso, con un rendimiento de 20.000 kg/ha, la inundación implicaría 30.000 m3 de agua, con una relación de U$S 0,27/m3. En el segundo, el goteo permitiría un rendimiento de 30.000 kg/ha y consumiría 12.000 m3, lo que arroja una relación de U$S 1/m3 de agua.

Si bien el foco de este artículo no es comparar cultivos para elegir el más o el menos conveniente, una pregunta válida es cuál quedó en primer lugar en este análisis. El ganador fue el durazno para industria regado con goteo: con una producción de 45.000 kg/ha, a un valor de $ 95 o U$S 0,85 por kilo (U$S 38.170/ ha) y 10.000 m3, la relación fue de U$S 3,82 por m3.

Medir el agua para gestionarla

Kilimo es una empresa de tecnología que trabaja en la medición del uso de agua, así como en la tecnificación del riego. Su CEO, Jairo Trad, considera que medir la huella hídrica, es decir saber cuánta agua se requirió para elaborar un producto, es clave para gestionar y evitar mitos, como decir que para un kilogramo de carne se requieren 10.000 litros de agua (cuando depende mucho de cómo se maneja el sistema de riego).

“Es importante saber cuántos litros de agua gastamos en hacer un kilo de uva en Mendoza. Es un tema que todavía no está instalado, hay interés pero faltan recursos para aplicarlo”, comentó Trad. El interés se da no sólo en la provincia sino en América Latina, donde cada vez más consultan por la medición.

Para fines de 2021, menos de una docena de bodegas de Mendoza medían el consumo de agua que realizaban en la cadena productiva. Gabriel Blejman, de la empresa Circular Carbón, calculaba en ese entonces que “por litro de vino se consumen entre 5 y 12 litros de agua en la bodega”, pero si se considera toda el agua que se capta por precipitación o riego, “se tiene un promedio mundial de entre 100 y 110 litros de agua por copa, en un cálculo de la huella total”.

Una propuesta para optimizar el uso del recurso hídrico es entender el ciclo de vida de las unidades, interpretar cómo impacta en cada paso de la cadena de producción y saber en qué momento hay un mayor consumo y cuándo se está contaminando. Todo eso permitiría medir la huella hídrica. “El análisis de gran volumen de datos hace que los procesos sean más eficientes y, los planes de acción, más efectivos”, dijo Blejman.

Trad comentó que “casi todas las bodegas importantes se han acercado a preguntar por la huella hídrica” y hay dos que están haciendo sus mediciones. En su opinión, estos temas se instalan con el tiempo: “A mitad de 2021 hicimos las primeras certificaciones en Mendoza y este año casi todas nos pidieron alguna cotización. Es una rueda que se está iniciando. Sería mejor si el Estado apoyara en el tema”.

José Ramón Fernández, socio gerente de Agro World Spain, cree que es fundamental analizar qué hacer con el agua y hacerla producir lo máximo posible. En el caso de su empresa, también trabajan con nuevas variedades de cerezo, almendros y pistacho, defensas de control de heladas con muy bajo caudal de agua, telemetría de pozos y acueductos de agua para riego.

Para eso, cree que sería importante, como provincia, contar cada año con 5.000 hectáreas nuevas de riego por goteo, profesionalizar los cultivos y sacar más kilos por ha, con nuevas variedades de cultivos y protegiendo de granizo y heladas, sobre todo. Está a favor de que el riego por goteo sea una política de Estado provincial con fondos para su financiación a través de herramientas como el Fondo para la Transformación y el Crecimiento.

“Necesitamos dedicarnos a cultivos mucho más rentables y mecanizados”, opinó Fernández, para quien se debe aprender a regar mejor, produciendo incluso más kilos con la misma cantidad de agua: “Se trata de utilizar tecnología de riego como sondas de humedad y monitores de humedad en suelo. En síntesis, tecnificar el agro”.

Un problema internacional

La escasez del agua y los cambios por la crisis climática mundial terminan afectando a la agricultura en distintas partes del mundo. Recientemente, en una nota de Clarín Rural, se daba cuenta de cómo el Estado de California, en Estados Unidos, está reorientando su agricultura hacia cultivos más valiosos y eficientes en el uso del agua.

“California, el mayor Estado de la Unión, ha tenido que establecer la emergencia hídrica prácticamente en todos los condados. El negocio frutihortícola californiano tiene un valor de más de U$S 50.000 millones por año. Un caso curioso es que se está apostando más a los melones, y dejando de lado cultivos de menor valor y mayor consumo de agua, como los espárragos”, comentaba Héctor Huergo, autor de la nota.

En esa región, el régimen de utilización de agua de profundidad (controlado desde la capital Sacramento) destina a cada productor sólo 25% del agua que utiliza tradicionalmente, y ahora ese porcentaje se ha reducido a sólo 5%. En ese sentido, también se abandonaron de forma prácticamente absoluta el cultivo del algodón y la alfalfa, cambiándola por la uva, el ajo, las zanahorias y la cebolla.

En Sudamérica, los gobiernos de Perú y Chile dan pequeños incentivos para la medición de la huella hídrica, según cuenta Jairo Trad, CEO de Kilimo. En Perú, se publicita en una página web a las empresas que certifican la huella hídrica como responsables con el uso del agua. En cambio, en Chile hay un estímulo económico a través de la carga impositiva, con una situación crítica por las sequías (ver nota aparte). Aunque sean incentivos pequeños, ayudan a instalar el tema.

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