Miel: buena temporada para el sector apícola

En el sur provincial las colmenas tuvieron rendimientos promedio por encima de la media provincial. Además los valores de la miel a granel se duplicaron en el último año.

La Anmat prohibió una miel, un alfajor y un helado
La Anmat prohibió una miel, un alfajor y un helado

Aunque la producción ha sido muy variable de acuerdo a la zona, la apicultura en Mendoza parece avizorar un panorama favorable. En las áreas de secano del sur se superó ampliamente la media provincial de kilos de miel por colmena, mientras en el norte y centro del territorio mendocino la sequía no permitió superar el 40% de un año normal. Sin embargo, los precios subieron, como también el de los subproductos: polen, jalea real y propóleo.

Alberto García, titular del Consejo Apícola de General Alvear y delegado por Mendoza en la mesa apícola nacional, comenta que la campaña, que terminó en abril, fue de normal a buena en el departamento sureño (70% de la producción mendocina se concentra en San Rafael y General Alvear). Y detalla que en el área del secano se alcanzaron los 25 kilos promedio, cuando la media provincial ronda los 12 a 15 kilos por colmena.

En el oasis, en cambio, la situación fue más complicada por la falta de lluvias. Es que en esta zona dependen de la vegetación en las fincas, más que nada de la alfalfa, que crece con una buena humedad relativa; mientras la “mielada” del secano requiere del algarrobo, que florece aún con restricciones de agua y temperaturas altas. De ahí que los productores que no llevaron sus colmenas a los sitios secos, vieron caer su producción de manera considerable.

García comenta que hay productores que dejan sus colmenas en un sitio, mientras otros las trasladan según el momento del año para aprovechar las condiciones más propicias de otros lugares. Y aclaró que los resultados son muy erráticos, porque ha ocurrido que en el secano sople un Zonda en el momento del pico de néctar y se lleve las flores.

Pero añadió que en Mendoza no es muy habitual la trashumancia –el traslado de un sitio a otro-, como sí lo es en otras provincias. De hecho, mencionó que cada año llegan aquí unos 35 mil apicultores para aprovechar la floración temprana de agosto, pero están preocupados por las limitaciones que ha impuesto la pandemia en cuanto al transporte. Esto, porque se requiere de personal capacitado para llevar las colmenas y no está permitido que viaje alguien más que el conductor, y por otra parte, deben hacer una cuarentena después.

En cuanto a los valores, el delegado por Mendoza en Consejo Apícola Nacional comentó satisfecho que son buenos este año y que algunos lotes se están vendiendo hasta $ 135 el kilo, a granel, cuando en 2019 apenas se superó los $ 60; lo que implica una buena recomposición. García explicó que esto depende de la producción en la Pampa Húmeda, porque la local no tiene impacto en la formación de precios, y también de la demanda mundial.

En 2018, detalló, vino un contingente de China, de un organismo equivalente al Senasa, para evaluar el sistema argentino. En este sentido, subrayó que la miel de nuestro país es una de las mejores del mundo y si bien en el país asiático se produce mucha, es común que se adultere con azúcar de arroz o de maíz. De ahí que la nueva clase media y los nuevos ricos prefieran la proveniente del exterior. Así, en 2019 se llegó a un acuerdo y se exportó a ese destino.

De hecho, subrayó que ya no queda miel e incluso exportadores se han contactado con la cooperativa que integra (El Chañar) para preguntar si todavía tenían producto para vender. Además, la exportadora más grande del país les ha ofrecido buenas condiciones para asegurarse la provisión para la próxima temporada.

Si bien hasta ahora el 95% de la miel que se produce en Argentina se exporta y los principales destinos son Estados Unidos, Alemania, Francia e Inglaterra, Alberto García comenta que están aguardando la próxima Mesa Apícola nacional para saber cómo se modificó el mercado y qué participación ha pasado a tener China.

Por otra parte, los productores pequeños, que tienen hasta 100 colmenas, suelen fraccionar y vender sin marca –ya que faltan fraccionadoras en la provincia- y obtienen $ 270 a $ 280 el kilo en el mercado local. Pese a que los argentinos, con un consumo de 400 gramos per cápita, están lejos de países como Alemania, que alcanza 1,4 kilos anuales por habitante, García indicó que ha habido un incremento del interés por los productos saludables y la miel está asociada a lo natural.

En cambio, apenas se abastece el 30% de la demanda local de polen y el 70% restante es de origen chino, que no es de buena calidad. Lo habitual es que los intermediarios de Buenos Aires seleccionen y limpien el importado y lo mezclen con el que se produce en el país, detalló. El precio ronda los $ 800 el kilo –en el mercado externo los precios son mucho mejores- y de una colmena en Mendoza se pueden obtener unos cuatro o cinco kilos.

García contó que hace un par de días cerró por Zoom un acuerdo con argentinos que viven en el exterior para enviar miel orgánica fraccionada a la Unión Europea. Los 15 integrantes de la Cooperativa El Chañar van a empezar a seguir los lineamientos para obtener una producción orgánica –como que no puede haber ninguna industria ni cultivo genéticamente modificado o en que se utilicen agroquímicos en tres kilómetros a la redonda de donde estén ubicadas las colmenas- para lograr la certificación en 2022 (el primer año, 2021, es de transición).

Aunque planteó que es un desafío enorme, también resaltó que el mercado orgánico es muy valorado en el exterior y ha crecido mucho en el país. El precio en Europa ronda los 24 euros el kilo o 14 euros el medio.

Sequía pero crecimiento

La situación no es tan alentadora en el norte provincial. El producto apícola Walter Chechi calificó de “muy mala” la producción, ya que estima que fue de apenas 40% de un año normal. Aún más, en 2019 ya había sido de 60% de la media. El motivo: la sequía, ya que casi no hubo precipitaciones en el norte y centro mendocinos.

Es más, el apicultor señaló que, en el momento en que empiezan las ventas, casi no tienen producto. Esto, por la drástica reducción de la oferta, pero también debido a un incremento de la demanda. La contraparte positiva podría ser el aumento de precios, que de hecho se observa, pero Chechi resalta que no tiene un impacto realmente positivo en el sector, porque no tienen miel para vender.

Aunque dos años consecutivos de caída en la producción podría desalentar a los productores, está ocurriendo todo lo contrario. El que lleva unos años en la actividad está planeando aumentar la cantidad de colmenas para la próxima temporada, porque se estima que se va a sostener el incremento en los precios.

Chechi mencionó que no sólo produce miel sino que también vende materiales –abejas para poblar la colmena, y la caja y la colmena en sí- y que ha aumentado mucho la demanda, al punto que está faltando madera. Este incremento en las ventas en el último mes ha provocado que haya un faltante de madera y que esté desabastecido de estos elementos. En tanto indicó que habrá que esperar a agosto o setiembre para ver si sucede lo mismo con el material vivo.

El hombre, que lleva más de 30 años en la actividad, reconoció que es un riesgo, pero que muchos están apostando a que 2021 sea mejor. Y es que la pandemia ha favorecido un aumento del consumo de miel en el mercado interno y también de subproductos como propóleo, jalea real y polen.

De todos modos, resaltó que todo depende del régimen de lluvias. También mencionó que otra posibilidad sería empezar a llevar colmenas a otras regiones, pero indicó que esto tiene un alto costo, ya que antes el productor las cargaba en una camioneta y las llevaba a la pampa húmeda, mientras ahora debe optar por un transporte autorizado. Aún más, la pandemia obstaculiza la trashumancia ya que el chofer del camión debe conocer algo de apicultura.

Chechi agregó que el Covid-19 está complicando incluso las polinizaciones, otra tarea a la que se dedica, ya que los traslados entre provincias –suele ir a otras partes de Mendoza, como también a las vecinas San Juan y Neuquén- se han dificultado y, al regresar, debe quedarse en cuarentena.

Con valor agregado

Giselle Zarroca señala que la miel es un producto que tradicionalmente los argentinos empiezan a consumir en los días fríos, pero que de a poco, a partir de un trabajo sostenido de comunicación a los consumidores, se ha empezado a entender que es saludable y se puede incorporar en cualquier época del año.

La miel, detalló, puede variar mucho en su color y textura según la zona donde se produce y la floración. Esto puede generar desde unas muy claras, casi blancas, hasta otras tan oscuras como una bebida cola. En la provincia, como los terrenos donde se ubican las colmenas no son tan extensos, no se puede hablar de mieles monoflorales –como en otras partes del país-, ya que las abejas van obteniendo el néctar de las distintas flores en el entorno de la colmena.

En cuanto a los subproductos, Zarroca explicó que el polen que recolectan las abejas es un multivitamínico y energizante, mientras el própoleo, que sacan de los árboles más resinosos, refuerza y estimula el sistema inmunológico. De las colmenas también se puede extraer cera, que se utiliza en cosmética y en carpintería (para proteger la madera) y jalea real, que se usa para alimentar a las abejas reinas y puede ser consumida por los humanos, aunque en dosis muy pequeñas, ya que ayuda a mejorar la textura de la piel y evita la caída del cabello, entre otras funciones.

Zarroca manifestó que el interés por consumir productos naturales no sólo se incrementó por la pandemia –que de hecho dificultó la comercialización en algunos casos-, sino que es una tendencia que se observa desde hace un par de años y que lleva a que el consumo de miel esté en alza. Esto, acompañado también por la promoción de sus beneficios y propiedades en comparación con otros endulzantes, con el establecimiento de una semana al año destinada a este producto.

El emprendimiento que tiene con su padre, Universo de miel, apunta al agregado de valor. De ahí que si bien venden frascos con el producto solo o batido, también comercializan otros con chocolate, frutos secos, mostaza, menta y otros, con el objetivo de diferenciarse. Además, el año pasado se prepararon para poder extraer secciones: cuadrados de 10 por 10 centímetros que se cosechan tal como están en la colmena y se consumen masticando la cera como si fuera un chicle –y se desecha después- para obtener la miel.

Asimismo, colocaron frascos en los que la abeja trabaja directamente en el interior, por lo que llegan al consumidor sin manipulación; excepto para rellenarlos un poco si la miel es insuficiente. Se trata de un producto más caro, señala, pero pensado para un público muy particular, que lo conoce y lo busca.

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