Labores culturales: suelos, poda y aplicaciones: entre la falta de mano de obra y los costos

Productores de uva y fruta trabajan en poda, suelo, malezas, puesta a punto de equipos y otras labores culturales. La baja rentabilidad y la escasez de trabajadores genera inconvenientes.

Ya comenzó aunque algunos prefieren esperar a que lleguen las temperaturas más bajas. / Foto: José Gutierrez /  Los Andes
Ya comenzó aunque algunos prefieren esperar a que lleguen las temperaturas más bajas. / Foto: José Gutierrez / Los Andes

Después de la cosecha de la vid y de varios frutales, la época de otoño e invierno implica otras labores como poda y trabajo del suelo para dar paso a un nuevo ciclo. En este marco, algunos problemas que enfrentan los productores son la falta de mano de obra calificada, la liquidez de dinero y la incertidumbre por la rentabilidad.

Con una poda que comenzó hace poco (y que algunos esperan iniciar con más frío) ya se vislumbra el problema de la mano de obra. Javier Vila, responsable técnico de la Asociación AdHoc de Pequeños Productores de la Coviar, explica que el trabajo de la poda es más complejo de lo que parece ya que, al cortar, se debe tener en cuenta el equilibrio “entre lo vegetativo y lo productivo” y, si hubo daño por granizo, saber dónde y cuánto cortar.

“Cuesta mucho hoy en día encontrar buenos podadores que entiendan lo que el productor quiere hacer en el viñedo. Ya de por sí conseguir mano de obra es un problema. Pasó en la cosecha, pero acá hablamos de mano de obra calificada en poda. La poda te va a definir el resto del ciclo”, comenta Vila. La atada es otra labor importante, pero ahí no se necesita una mano de obra tan calificada.

Otros trabajos que enumera el responsable técnico de Pequeños Productores son la reparación de la estructura de sostén, el recambio de palos, de alambre, el mantenimiento del sistema de riego y el arreglo de la protección antigranizo. “Cuando la planta después crece, los brotes son muy tiernos, entonces si manipulás la tela a veces es incómodo o podés dañarlos”, detalla Vila.

Desde el INTA Junín, el investigador extensionista Jorge Rossi comenta que labores como la poda y el control de malezas son ambas necesarias en frutales y en viñas. Él además menciona que esta época es importante para controlar plagas y enfermedades, recordando que muchas plagas están en forma de huevo, pupa o larva. Si se elimina una buena cantidad en esta época, será más sencillo combatirla más adelante.

“Hay aplicaciones de otoño e invierno que incluyen un aceite mineral o vegetal. Después, a fines de invierno se puede hacer otra aplicación con algún fungicida, siempre hablando de que la yema esté hinchada pero no haya florecido ni brotado”, comenta Rossi. En ese sentido, no es sólo importante hacer la aplicación sino calibrar el conjunto tractor-pulverizadora.

El investigador comenta que es muy común recibir en el INTA consultas sobre cómo y cuánto aplicar de aceite (que no se coloca de manera directa) y asesoran a los productores sobre el tema. Además, menciona que el invierno es buen momento para tomar muestras de suelo y hacer análisis de fertilidad, de modo de llegar a la primavera con un plan de fertilización.

Una última sugerencia de Javier Vila, para fines de invierno, es calibrar la maquinaria para la aplicación de agroquímicos y tener todo listo para cuando empiece a brotar la planta. “Ser bien organizado te ayuda mucho. Los centros de desarrollo vitícola son muy activos en este receso invernal en acompañamiento y recomendaciones. Los productores demandan muchas capacitaciones para erradicar plantas, poda y manejo del suelo”, apunta Vila.

Dificultades de la época

Javier Palau, presidente del Centro de Bodegueros y Viñateros del Este, considera que las principales tareas que corresponden a esta época son la poda y el atado, y para quienes tienen riego por goteo mantener húmedo el bulbo (la superficie donde cae la gota de la manguera). También cree que algunas tareas como la poda y la atada se están iniciando más tarde por falta de fríos.

El cálculo que hace Palau en costo de mano de obra ronda entre un 70% y un 100% más que el año pasado, unos valores que, analiza, son empujados por la inflación y la escasez de trabajadores. “Está costando aún más conseguir gente y mantenerla en blanco. Es algo que viene de hace años y se sigue profundizando. Es como en la cosecha, aunque pagués el convenio muchos no se quieren blanquear”, sostiene este referente de la zona Este.

En ese sentido, el presidente del Centro de Bodegueros y Viñateros del Este cree que los principales problemas para esta etapa son la falta de rentabilidad económica y de personal. “La poda y la atada es la misma de todos los años, así como en la cosecha podés tener en mayor o menor cantidad, pero el problema es no tener mano de obra en una actividad que es cada vez menos predecible”, apunta.

Palau señala que estos son “problemas que vienen desde hace años” y que llevan a un espiral negativo donde se gana menos, por ende se ahorra en labores culturales. Después se cosecha menos y así hasta que desaparece el viñedo. De esa forma, señala, varios de la zona Este, terminan convirtiéndose en chacras.

Matías Manzanares, secretario de la Asociación de Viñateros de Mendoza (AVM), concuerda con que varias fincas han empezado con la poda, aun con algunas dificultades para conseguir mano de obra. Además, señala que hace dos semanas se hizo un trabajo fuerte de rastreada para quitar las malezas.

“Otra previsión que los productores ya lo tienen que hacer y nosotros desde AVM lo estamos trabajando son las compras conjuntas de los barbechos. Los viveros por lo general empiezan a hacer las estacas, y si bien te las entregan entre agosto y octubre, ya te van pidiendo una reserva. Hemos conseguido descuentos por compra conjunta en algunos viveros así que estamos haciendo un listado con productores interesados”, comenta Manzanares.

Por otro lado, el secretario de AVM comenta que después de la poda viene el trabajo fuerte de cambio de madera, cambio y estirada de alambres y “todo lo que es empezar a preparar la limpieza de los cupos del agua”, lo que incluye hacer trabajos de nivelación para mejorar el corrido del agua. Se trata de labores que ya se iniciaron y que se hacen por meses.

En cuanto a los problemas de la época, Manzanares cree que además de falta de trabajadores hay problemas de liquidez de dinero, porque la poda se paga al final del día o de la semana. “Los productores que vendieron la uva pueden tener algo de liquidez. El problema son los productores que han elaborado con terceros, porque recién ahora se empieza a liquidar esos contratos y ahora empiezan con las primeras cuotas de pago”, señala.

Palau entiende que hay muchas recetas para mejorar la productividad, pero entiende que el problema es la rentabilidad: “Todo lo que se aplica a los viñedos como agroquímicos es en dólares, y lo nuestro, la uva y el vino, lo cobramos en pesos. Las recetas son muy buenas, ¿pero con qué las cumplís? Si la rentabilidad es nula, ¿con qué hacés las labores?”.

Por su parte, otra preocupación que menciona Manzanares es que “en varias bodegas no se está empezando a respetar los valores de vino trasladado a los kilos de uva”. Por ejemplo, se calcula que con un quintal se hace una determinada cantidad de litros de vino, pero en las cuentas algunos tratan de pagar menos de lo que se hubiera pagado el kilo de uva.

La poscosecha

Una confusión habitual respecto de la nutrición de las plantas es cuando se habla de la fertilización post cosecha, ya que algunos creen que se puede hacer meses después de la cosecha y, en realidad, debe hacerse antes de que se caigan las hojas. Términos más correctos podrían ser fertilización de reserva o de otoño.

Alain Boulet, presidente de la Asociación para la Innovación Agrícola (AIA), cuenta que la fertilización post cosecha nació en la fruticultura, donde se aplica desde hace 30 años, y la vitivinicultura lo adoptó más recientemente. “¿Por qué aplicarla en otoño? Porque ahí es el pico de crecimiento de raíces, y así las raíces que crezcan la pueden tomar”, explica Boulet.

Si bien depende mucho del cultivo, ese pico de crecimiento de raíces comienza a mediados de febrero y termina una vez caídas las hojas, a mediados de mayo. Además, la planta necesita hojas en activo crecimiento para poder absorber el fertilizante, porque las hojas les permiten alimentarse y hacer las reacciones químicas necesarias.

Boulet señala que hay una evaluación muy visual en el duraznero: “El objetivo de la fertilización de otoño es que se acumulen reservas en las brindillas, para que tengan más reservas guardadas y tengan mejores condiciones para la floración, la primavera y el cuaje. Si esta fertilización funciona, debería verse un crecimiento de entre 20 y 25% más de diámetro de la brindilla”.

Juan Pablo Mestre, gerente del Área de Investigación y Desarrollo (I+D) de Bioaggil Argentina, prefiere nombrarla “fertilización de reserva”. Por un lado, porque las cerezas o las uvas tempranas se cosechan en verano, y segundo porque esta nutrición busca reponer el consumo que fue necesario hasta la cosecha y preparar a la planta para el inicio del próximo ciclo vegetativo.

“En los frutales de hoja caduca, los procesos de floración, brotación y la etapa inicial del crecimiento vegetativo dependen exclusivamente de las reservas que tenga la planta acumulada en tejidos como tallos, yemas, troncos y raíces, tomando vital importancia la fertilización de reserva”, explica Mestre. En ese sentido, una buena acumulación de reservas al final del ciclo anterior es clave para el correcto arranque del cultivo.

En cuanto a tiempos, el gerente de I+D de Bioaggil explica que suele hacerse en época cercana a la cosecha, “a veces hasta con la fruta colgada”, con el follaje activo de las plantas.

“Ahora realmente es muy tarde y no vale la pena gastar en fertilización en esta época para los cultivos de hoja caduca. De hecho, tampoco para los cultivos como el olivo, porque la actividad vegetativa baja mucho y las absorciones ya son nulas”, detalla Mestre.

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