Investigaciones que potencian las actividades agrícolas

Organismos como el INTA, el IDR o el Conicet han realizado convenios con empresas y asociaciones para dar un valor agregado al agro. Casos de éxito y algunos ensayos son claros ejemplos.

Cosecha varietal Syrah en Finca del Inca, Agrelo , Luján de Cuyo. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Cosecha varietal Syrah en Finca del Inca, Agrelo , Luján de Cuyo. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Muchas veces se ve a los investigadores o a los organismos técnicos como alejados de la actividad productiva. Sin embargo, ¿qué pasa cuando se realizan convenios en conjunto y una investigación científica termina en una chacra o en una bodega? Esas situaciones son más comunes de lo que parece, y varios productores y elaboradores se ven beneficiados cuando “se dan la mano” la ciencia y la agricultura.

Así se mostró esta última semana en un evento organizado por la Agencia Mendocina de Innovación, Ciencia y Tecnología (AMICyT) y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), cuando se presentaron convenios en el sector vitivinícola, frutícola y hortícola, con la presencia de varias empresas.

“Todo lo que se investiga en las universidades, Conicet, INTA o INTI es un capital magnífico que tiene Mendoza. La idea es darlo a conocer y que a partir de ahí surjan nuevos emprendimientos y empresas. Ésa es la mejor manera de ampliar la matriz productiva”, afirmó Gabriel Fidel, presidente de la AMICyT. De esa forma, cree que se podría incorporar tecnología a sectores económicos tradicionales para que puedan evolucionar.

Un ejemplo vitivinícola es la multiplicación y comercialización de la levadura nativa Lalvin Tango Malbec, aislada por el INTA en La Consulta. Hoy la empresa Lallemand vende 2.000 kg anuales en Argentina, EE UU. y Europa, y ya se hacen análisis sobre Bonarda. Además, la empresa Biofeed Tech trabaja en la transferencia de material de cepas para investigación y Bodega Salentein selecciona cepas de levaduras para dar caracteres diferenciales a sus vinos.

Los convenios también pueden ser sobre bioinsumos, tal como presentaron Eliana García (del INTA Rama Caída) y Pedro Bonoris (de Bodega Trivento) con el uso de hongos benéficos. Trivento es una empresa Certificada B y no puede usar agroquímicos, por eso pidió asistencia al INTA y ahora analizan la interacción de los hongos con la materia orgánica. “Estamos abiertos a todo lo que pueda sumar a la producción sustentable”, aseguró Bonoris.

En el caso de Grupo Avinea, como tienen 355 ha de viñedos orgánicos debían buscar alternativas para controlar la Lobesia botrana y la cochinilla arenosa. Con la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCuyo y el INTA Junín, estudiaron especies florales y pusieron trampas para combatirla. “El intercambio ha sido sumamente enriquecedor. Nosotros desde lo técnico y ellos desde la investigación, con una sinergia muy importante”, dijeron desde la empresa.

Acompañar al sector privado

Otra entidad pública que viene acompañando al sector productivo es el Instituto de Desarrollo Rural (IDR), que cuenta con una incubadora de empresas (ver nota aparte) y recientemente inauguró el Consultorio IDR Pyme para acompañar a emprendimientos rurales, desde elaboradores de mermelada y cerveza artesanal, hasta proveedores de servicios para viñedos y tecnificación de riego.

Desde el área de Gestión de Proyectos del IDR, Silvina Morales detalló que en el consultorio incluyen a empresas que ya están en marcha, estudiando problemáticas en común: “Nuestra idea es que se presente un caso y buscamos la solución. Hace unos días se plantearon dudas sobre el proceso de registro de marca. Organizamos una charla donde un abogado explicó los pasos a seguir para inscribir la marca y una diseñadora gráfica comentó su experiencia”.

Vale mencionar también que el IDR tiene un trabajo continuo con otras cámaras de empresas agrícolas, de modo que, por ejemplo, trabajó con la Federación Plan Estratégico de Durazno Industria para hacer un relevamiento del sector. Además, brindan apoyo para la formulación de proyectos que se presentan en Mendoza Activa, el programa provincial de reintegro a las inversiones.

“Otro ejemplo de vinculación privada y pública en el IDR es la Escuela de Negocios que hicimos el año pasado, con apoyo del Ministerio de Agricultura de la Nación y el Ministerio de Economía de Mendoza”, comentó Morales. En base a una experiencia similar en 2016, el año pasado se hizo una serie de capacitaciones con la consultora MateriaBiz, con la participación gratuita de alrededor de 30 empresas mendocinas en una capacitación con un nivel de postgrado.

En cuanto al aporte del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) al sector productivo, el 20 de diciembre del año pasado se organizó un encuentro con la AMICyT donde expusieron diferentes instrumentos de gestión de vinculación y articulación.

Esto incluía trabajos sobre vitivinicultura, turismo, vivienda, estudios geológicos, desarrollo de patentes y creación de empresas de base tecnológica.

Vinculado al agro, en ese evento Elena Abraham, investigadora del Instituto Argentino de Investigaciones de Zonas Áridas, presentó un caso de vinculación con gobiernos y pobladores locales, con la desertificación y desarrollo local en las tierras secas no irrigadas de la provincia. Además, Fernanda Silva, investigadora del Instituto de Biología Agrícola de Mendoza, habló sobre la aplicación de investigaciones en la industria vitivinícola y agroalimentaria.

Horticultura y fruticultura

Volviendo a la presentación que hicieron el INTA y AMICyT en la última semana, los convenios entre el sector público y privado fueron más allá del sector vitivinícola. Así, se presentó el trabajo que viene realizando la Asociación Tomate 2.000, con el desarrollo y evaluación de nuevas tecnologías de campo para mejorar la productividad del tomate industria en la región, con criterios de sustentabilidad.

Otra hortaliza que tuvo un rol destacado fue el ajo, al presentarse una investigación para ajustar la producción de plantas in vitro libre de virus, con un acuerdo entre el INTA La Consulta y la Asociación de Productores, Empacadores y Exportadores de Ajos, Cebollas y Afines de Mendoza (Asocamen). Mientras los primeros aportan la investigación, 13 empresas de ajo hacen un aporte económico con la idea de recibir cómo mínimo 800 dientes de ajo.

El ingeniero agrónomo Aldo López explicó que hay más de 1.200 productores ajeros, y que el INTA trabaja en producir, multiplicar y evaluar ajo saneado: “La idea del proyecto en sus primeras etapas es hacer una parte dentro del laboratorio, e ir haciendo ajustes para poder llegar a entregar un diente al productor o al asociado para que comience su multiplicación”.

Ariel Zucarelli, productor e integrante de Asocamen, aseguró que si hay buenas semillas el sector podrá mejorar y progresar. “Los aportes económicos no son fáciles de hacer, pero se hace con la expectativa de mejorar, si no tenemos ajo de excelente calidad no vamos a poder subsistir”, comentó Zucarelli, para quien es positivo que este año se haya iniciado con el Fondo de Integración para el Desarrollo del Ajo (FIDA) para poder impulsar al sector.

En cuanto a fruticultura, se destacó un convenio con 9 líneas de investigación sobre la producción primaria y la industrialización del ciruelo d’Agen, con participación del Clúster de Ciruela Industria de Mendoza. Esa investigación abarca temas como mitigación del daño climático, períodos de riego críticos, enfermedades florales o plagas, manejos de raleo para estabilizar calibres y evaluación de manejos de cultivo integrado y sistemas de insumos.

Valor agregado y cambio de paradigma

Claudio Galmarini, director del Centro Regional Mendoza-San Juan del INTA, comentó que dos pilares identitarios en esa entidad pública son la investigación y la extensión, y que es clave la comunicación y la vinculación tecnológica con empresas y otras instituciones. Es así que generan distintos convenios, donde por lo general el INTA dispone de la mano de obra y la parte privada aporta fondos económicos.

“Nosotros tenemos diferentes tipos de convenios de vinculación tecnológica que implican un desarrollo tecnológico, un convenio de asistencia técnica o de formación. Para nosotros es fundamental estar al servicio de la sociedad y del sector productivo, escuchar las demandas, acompañar los desarrollos y participar en procesos de innovación”, afirmó Galmarini.

Coincidió Gabriel Fidel, para quien el aporte de la investigación ayudará a dar mayor valor agregado y ampliar la matriz productiva. “Si a sectores tradicionales les damos innovación y desarrollo, se termina generando una ampliación, un crecimiento de la economía con nuevas empresas”.

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