Integrar el secano con el bajo riego, la clave de la ganadería en Mendoza

Durante los últimos 25 años, la ganadería en Mendoza ha experimentado un notable crecimiento. Si bien era considerada una actividad marginal en la provincia, muy limitada a la zona sur, donde se producían terneros para su posterior venta a la Pampa Húmeda, lo cierto es que la incorporación de tecnología y genética ha logrado grandes cambios en la composición del negocio. Hoy asoma como una actividad que puede dar respuestas a regiones donde la agricultura no es posible y también generar allí un círculo virtuoso, no sólo en términos económicos, sino también en función del arraigo.

Con la llegada de un nuevo paquete tecnológico para la soja a mediados de los 90 para la Pampa Húmeda y posteriormente, con la ampliación de las fronteras productivas ganaderas a nivel nacional a partir del 2000, la realidad de la ganadería en Mendoza cambió drásticamente. En los 80, hace un poco más de 40 años, en la zona de General Alvear, hoy cabeza de la ganadería local, se llevaba a cabo un solo remate de hacienda al año. La genética se debía comprar en La Pampa o San Luis y el desarrollo total del sector era poco relevante para la economía de la provincia. Pero eso cambió. Hoy hay dos remates mensuales en Alvear, a los que suman los de otras zonas, las cabañas locales aportan la genética necesaria para el crecimiento del sector, y esto es logro propio de los privados que decidieron invertir. Ya no sólo se cría en General Alvear, San Rafael y Malargüe sino que se sumaron unidades productivas en La Paz, Santa Rosa, Lavalle, que atienden diferentes ciclos de la actividad.

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En las últimas dos décadas, los productores han trabajado arduamente para mejorar la genética de sus rodeos, optimizar su producción y eficientizar los costos. Para ello, han incorporado tecnología: bombas solares, sistemas de riego y mejoras en el manejo de la hacienda para hacer posible el desarrollo de la actividad. También la Provincia ha invertido en la red monofilar y en acueductos, obras fundamentales, ya que cuando cambia la calidad del agua, mejoran los índices productivos. Como resultado, se calcula que hoy Mendoza tiene unas 425.000 cabezas de bovinos, con un crecimiento sostenido de 20 mil cabezas en la última temporada. Comparada con las zonas altamente desarrolladas en ganadería, la cifra es menor, pero este avance aporta a la diversificación de la matriz productiva.

Pero como toda actividad, no carece de desafíos y la incorporación de infraestructura es muy necesaria para el desarrollo de la actividad. Agua, tendido de servicio eléctrico, conexión para telefonía celular, caminos, entre otros, son los pedidos más urgentes del sector para poner en marcha desarrollos de primer nivel.

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En toda la geografía provincial, el acceso al agua para riego es una limitante para el crecimiento de cualquier actividad agropecuaria. Pero en el caso de este negocio, donde la mayoría de la actividad se realiza a secano, lo que significa que solo depende de la lluvia, la falta de agua termina desarmando los rodeos que luego son muy difíciles de recuperar. Mendoza lleva no menos de 10 años con un stock de animales que no logra superar el techo de las 500.000 cabezas, resultado siempre asociado a las sequías.

En la provincia, con lo que actualmente se está terminando a ciclo completo se abastece sólo el 11% de la demanda de carne, si se utilizara todo el rodeo podríamos alcanzar un 30% y crecer desde esa base. Por lo tanto, emprender un negocio de ciclo completo podría generar un cambio significativo en la matriz productiva. Al evitar los costos de logística, se podría reducir el precio de la carne y agregarle valor a nivel local, generando empleo en toda la cadena productiva, desde el campo hasta la mesa.

Nuevos desafíos para la ganadería mendocina

En general, Mendoza tiene mayoritariamente una actividad que basa su negocio en la cría de ganado, aunque hay unidades de negocio con acceso a superficie bajo riego para el desarrollo de forrajes. Es más común que la recría se dé en campos en San Luis o Córdoba para luego reingresar faenado a la provincia y directo al consumidor.

Pero en una región como la nuestra, sin incentivos que ayuden a la baja de los costos, es muy difícil lograr la recría y engorde en feedlots. Si bien existen esquemas bajo riego, los costos, principalmente de la energía, generan resultados económicos para el negocio con márgenes muy magros y barreras de entrada muy altas, ya que un esquema bajo pivot tiene costos en dólares difíciles de asumir, teniendo en cuenta el escenario actual del país.

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Por tanto, a priori, integrar el secano con la ganadería bajo riego para que en años complejos se pueda acceder al agua puede ser la clave para que el negocio crezca exponencialmente. Está claro que el sector puede consolidarse con distintos modelos de negocios, a secano integrado con bajo riego o solo bajo riego, y eso dependerá de los privados y sus estimaciones. Pero actualizar el plan estratégico ganadero provincial puede ser el puntapié inicial para darle un impulso aún mayor a una actividad que tiene demanda, para que tanto la provincia, la nación y los privados trabajen en conjunto.

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