Frutillas: avanzan inversiones para la producción hidropónica

Las frutillas en base a sustratos y solución despiertan la atención de los productores por su mayor rendimiento y sanidad. Una empresa invierte $ 100 millones para un proyecto con casi 200 mil plantas.

Está demostrado que el sistema de hidroponia aumenta los niveles de productividad.
Está demostrado que el sistema de hidroponia aumenta los niveles de productividad.

El cultivo de frutillas con sistemas hidropónicos despierta el interés de emprendedores e inversores, aunque se deben tener en cuenta varios aspectos para que una inversión de este tipo sea rentable. En Mendoza, una empresa argentina está invirtiendo $ 100 millones en un proyecto de última tecnología y algunos productores analizan si dar el paso en una escala más chica.

Para ser claros, en frutilla se utiliza un sistema de hidroponía de sustrato, también llamada semihidroponía, ya que este cultivo requiere de un material sólido para anclar el sistema radicular, y no puede darse solo en líquido. Hay distintos tipos de sustratos, nacionales, importados y mixtos, con un valor de U$S 1,5 a U$S 4,5 por metro cuadrado.

“La semihidroponía crece fuerte en el país, Mendoza va un poco más lento, pero también crece. Dejar el suelo es una tendencia mundial por un tema de malezas y de preparación, comentó Pablo Soto, director técnico en Viveros Andinos y especialista en frutillas y frutos rojos. En Brasil, con cinco veces el tamaño de la producción frutillera argentina, alrededor del 30% se produce con este sistema, mientras que en Argentina se estima que es menos del 10 %.

Algunos beneficios son el ahorro de agua, mejor ergonomía (una postura más saludable en la cosecha, ya que no se necesita trabajar a ras del suelo), mayor sanidad de la fruta y mayor productividad por metro cuadrado, con más plantas y más kilos. Además, se reduce el uso de agroquímicos, porque la planta está lejos del suelo y protegida de la salpicadura de las lluvias.

La principal barrera de entrada en esta forma de cultivo es la inversión, que resulta mayor que en un cultivo tradicional. Sin contar el armado del invernadero, Soto calculó que un 50% de los costos van a los sustratos, y es importante tener uno de buena calidad para asegurar el drenaje y la contención de humedad.

“Yo siempre doy todas las opciones, pero recomiendo elegir una marca consolidada para frutillas. Si no, uno como técnico no puede saber qué tiene”, explicó el especialista. Al respecto, comentó que actualmente hay complicaciones de importaciones de sustratos, un problema que viene desde el año pasado.

Invertir en frutillas

En Argentina, las principales provincias frutilleras son Buenos Aires, Santa Fe (Coronda es la “capital nacional”), Tucumán, Jujuy y Corrientes. Mendoza no figura entre las principales, pero, con un mercado local insatisfecho, la empresa argentina Don Jaime, dedicada a importación y exportación de frutas premium, planificó una gran inversión con hidroponía en sustrato.

Se trata de un invernadero en Guaymallén de 10.000 metros cuadrados, donde en agosto implantarán 190.000 plantas de frutilla para usar con la tecnología NGS, un sistema hidropónico recirculante. Esa cantidad en hidroponía con sustrato es inédita para el sector local, y esperan tener una primera cosecha a fines de septiembre. La inversión total, a través del banco BICE, es de $ 100 millones.

La empresa Ceymac, del Grupo Adlanto, representa en Argentina la tecnología NGS y participa en el proyecto. Rafael Gallardo, gerente comercial de Ceymac, detalló: “Dentro del invernadero funciona un sistema oscilante, las líneas suben y bajan según necesitemos plantar o cosechar. Tenemos una densidad de 190.000 plantas en un hectárea. En tierra se suele plantar de 45 a 55 mil, así que cuadruplicamos una hectárea convencional”.

Con una central meteorológica, pueden controlar las variables internas (temperatura, radiación, humedad) del invernadero. Como es un sistema 100% recirculante, se recupera toda el agua que se le da a las plantas. La inversión tecnológica les permite alargar el ciclo productivo, de manera de empezar la cosecha en la primavera y extenderse hasta fines de mayo y junio, cuando hay más escasez (y mayor precio) de frutillas.

“Ahorramos en desinfección y movimiento de suelos, la gente trabaja cómoda y esto optimiza mucho la cantidad de kilos por jornal. La frutilla al no tener contacto con el suelo tiene menos enfermedades y requiere menos aplicaciones que una frutilla tradicional a campo, por eso es más agroecológica”, enumeró Gallardo sobre las ventajas.

Más allá de este proyecto, el gerente comercial de Ceymac afirmó que “hay mucho interés en la hidroponía, pero el máximo problema es la barrera de entrada económica, que es muy elevada”. En ese sentido, señaló que, si no hay créditos o grandes empresas interesadas en esta actividad, será difícil su desarrollo pleno en Argentina, como sí ocurre en Brasil.

“Es necesario el desarrollo de tecnología en Argentina. Esto implica muchos beneficios, como el cuidado de suelo, huella de carbono, aprovechar los metros cuadrados. Y qué decir del cuidado del agua en provincias como Mendoza”, concluyó Gallardo.

Proyectos de baja escala

Dentro del Instituto de Desarrollo Rural (IDR) funciona el área de Gestión de Proyectos, que ayuda a emprendedores relacionados con el sector agrícola. Silvina Morales, integrante de esa área, comentó que han acompañado algunos proyectos chicos sobre frutillas en hidroponía, pero que no tuvieron éxito, por ser un cultivo complejo de muchos cuidados.

La analista del IDR describió: “Tomate y frutilla necesitan más exploración radicular. Las plantas necesitan más sostén en la raíz, se adaptan más a sustrato. Se necesita de una gran estructura, hablamos de invernaderos importantes”. Por otro lado, los cultivos de hojas, como lechugas, son más sencillos de implementar y hay varios emprendimientos en ese sentido (ver nota sobre hidroponía y acuaponía).

Un caso exitoso de baja escala es el de Francisco Martínez y Agustín Corti, que hace cuatro años comenzaron con un invernadero en Las Compuertas, Luján de Cuyo, y hoy tienen 6.000 plantas bajo sistema de hidroponía con sustrato. Además, comercializan la fruta fresca y packs congelados de frutas con su propia empresa Küpsis & Co y la intención es seguir creciendo.

“Yo creo que no hay nada como hacer la propia experiencia, aunque también hay mucha información disponible en internet para quien quiera conocer de hidroponía. Yo suelo hablar con una persona que me asesora desde Canadá”, comentó Martínez. Su padre plantó frutillas en campo, pero le costaba mucho conseguir mano de obra y dio esa producción por perdida. Luego, Francisco planteó otro esquema en invernadero y con más facilidades para cosechar.

Una sorpresa para el cofundador de Küpsis & Co fue que este año la cosecha se les extendió hasta junio, con un precio que llegó a rondar los $ 2.500 por kilo. Con esa ganancia extra decidieron stockearse de insumos, pero debieron insistir mucho hasta conseguir nitrato de calcio, en teoría en falta por el conflicto entre Rusia y Ucrania (además, según cuenta, mucho más caro que en 2021).

El manejo es clave

Mariana Cantaloube, técnica del IDR, explicó que hay tres sistemas hidropónicos habituales: el sistema “raíz flotante”, el NFT -o técnica de la lámina nutritiva- y el cultivo en sustrato (en la web del IDR se puede profundizar en cada uno). El último es el utilizado para frutillas, y por sustrato se hace referencia a cualquier material, natural o sintético, que reemplaza al suelo y cumple una función de sostén de la planta.

Al cultivo se le hace un aporte de solución nutritiva con el riego, que generalmente es por goteo, aunque en sistemas caseros puede aplicarse con una regadera. La técnica de cultivo en sustrato se utiliza para especies como frutilla, tomate, pimiento, entre otros.

Además, desde el IDR comentaron que un sistema innovador en hidroponía que quiere instalarse en Mendoza es el Sistema Hidropónico Recirculante NGS, el que plantea usar la empresa Don Jaime en Guaymallén. Permite desarrollar una mayor capacidad y mejor arquitectura radicular en la planta, con una mejor expresión en la parte aérea.

Por último, en cuanto a manejos del cultivo, Pablo Soto comentó que “solo dos de cada diez productores que inician se mantienen”. Hay aspectos técnicos que son una dificultad y muchos se equivocan con el drenaje de los sustratos: “La salinidad de la solución nutritiva no es la adecuada y la planta se quema o baja la producción”.

El especialista en frutillas y frutos rojos afirmó que el trabajo en hidroponía es igual de exigente que el trabajo en el campo, y que incluso demanda más atención que con un cultivo tradicional. “Algunos creen que esto es como plantar una vid que se deja sola regando, pero acá hay que transpirar”, señaló.

Por último, Soto recomendó comenzar de a poco, sin necesidad de invertir en un invernadero. “En Mendoza, por la fecha en que se da la frutilla (entre octubre y abril), no es tan necesario”, comentó el especialista.

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