Emmanuel Carbonero: “Queremos sumar capacidad, a razón de dos millones de litros anuales”

El responsable del sector vitivinícola del Grupo Don Cayetano habló sobre el rescate de la antigua bodega Gargantini, de la expansión del mercado externo para sus vinos a granel y de los próximos desafíos.

Entrevista conn Emmanuel Carbonero / Archivo
Entrevista conn Emmanuel Carbonero / Archivo

“Había viajado a Italia a comprar maquinaria para la bodega. Fue en 2018. Llevaba 10 días de gira. Desde Milán teníamos vuelo a Amsterdam a una feria de vinos. Llegamos un día antes y, en vez de ir a pasear por el cuadrilátero de la moda, propuse a Jimena, mi esposa (quien me acompañó en aquel viaje), ir hasta Suiza, a la comuna de Lugano, a conocer los ‘palazzi’ que construyó Bautista Gerónimo Gargantini”, cuenta Emmanuel Carbonero. Su relato es un eslabón más en una de las historias de rescate más fascinantes que ha observado la economía de Mendoza de los últimos años. Es la punta de un iceberg para la restauración, en Rivadavia, de la bodega que perteneció al empresario nacido en Europa y que llegó a Mendoza en 1883, que trabajó primero como albañil y luego construyó el paño de viña más grande del mundo.

“Fuimos a Lugano, al lago y nos encontramos con los cinco “palazzi” Gargantini, que Bautista Gerónimo edificó al regresar a Suiza. En el lugar se encuentran las marcas de moda más prestigiosas y los restaurantes más afamados de la zona. En el lugar hay carteles por todos lados que dicen Palazzo Gargantini. No conforme con esto, me dirigí a su pueblo natal, a ‘Colina de Oro’, donde Bautista había nacido en 1861. De camino nos encontramos con una iglesia de cuentos; en la ladera de una montaña rodeada por viñedos que terminaban en un lago (era una imagen de película), nos bajamos a visitarla, nos encontramos con el cura y hablamos un rato”.

“Al marcharnos salimos por un camino distinto del que llegamos. Teníamos enfrente el cementerio de Colina de Oro, pequeño y muy pintoresco. Decidimos entrar y al poquito andar dimos con el mausoleo de la familia Gargantini. Allí es donde se encuentran los restos de gran parte de la familia; entre ellos, los de Bautista. Junto a su lápida prometí recuperar su bodega y devolverle su esplendor…”, relata Emmanuel Carbonero, licenciado en Comercio Internacional y el responsable del sector vitivinícola del Grupo Don Cayetano.

-¿Cómo surgió la idea de restaurar la bodega Gargantini?

-En la década del ‘50, Gargantini fue la bodega con el paño de viñedos más grande del mundo. Para nuestro Rivadavia fue y será la empresa más grande y exitosa que ha tenido y que tendrá por mucho tiempo. Nuestros abuelos tuvieron una relación muy cercana con Bautista (hijo).

En 2017 nos encontrábamos armando un proyecto para la ampliación de la bodega Don Cayetano, que comenzó a construir mi abuelo Cayetano Impellizzieri en la década del ‘30. También revisamos algunas bodegas para comprar y, un día, un amigo me dijo que la bodega Gargantini estaba a la venta. Había pasado mil veces por ahí pero nunca había entrado. Cuando la recorrí no podía creer lo que veía. La caminé junto a mi abuelo Mario (que hoy tiene 93 años) y él me contó la historia del lugar. Fue como revivir lo que casi 2.000 personas que trabajaban en esa empresa vivían a diario.

En 2017, después de estudiar la oferta, de hacer revisar las instalaciones por ingenieros civiles y especialistas en restauración de bodegas, tomamos la decisión de comprarla.

-¿En qué etapa está la obra?

-La bodega cuenta con una capacidad de 23.000.000 de litros. Estamos terminando con la re funcionalización de 3,5 millones de litros. Son 31 piletas que van desde los 20.000 a 160.000 litros. Ya se colocaron las puertas, tapas, válvulas, sacamuestras todo en acero inoxidable. Se arenó toda la bodega. Se han realizado tareas de reparación de desagües, techos, canaletas, instalación eléctrica, sanitarios, revoques y enlucidos. A la fecha nos encontramos por empezar con la colocación de epoxi en el interior de las piletas como así también en la construcción de los portones de cierre, escaleras metálicas, aberturas y barandas. Uno de los objetivos que nos hemos planteado es sumar capacidad todos los años, a razón de 2 millones de litros anuales.

-¿Qué objetivos tiene el Grupo Cayetano para los próximos 10 años?

-Somos una empresa familiar plurisectorial. Cada unidad de negocio es gerenciada por uno de nosotros y cada una tiene objetivos claros.

En el sector vitivinícola, del que soy el responsable, nuestra meta es seguir ganando mercados en el exterior para nuestros vinos a granel. Este año sumamos la línea de fraccionado. Queremos seguir certificando normas de calidad. Somos una de las bodegas familiares con más certificaciones en Argentina (Bpm, Haccp, BRC, Vegan y Orgánica). También queremos ampliar el proyecto de la bodega Gargantini, siendo ésta una bodega de servicios de vinos de calidad.

En cuanto a la ganadería, criamos en Mendoza y Córdoba animales de la raza Aberdeen Angus y Wagyu (la carne con mayor valor del mundo). En esta última somos incipientes exportadores. El objetivo es seguir creciendo en cabezas y exportación.

En agricultura, en nuestro campo ‘Indio Manso’, en Córdoba, y algunas parcelas alquiladas a los vecinos, hemos sembrado 3.000 hectáreas de maíz, soja, sorgo y centeno, mientras que en el área de fruticultura, producimos y deshidratamos ciruela D’Agen.

Por último, en el área del transporte, adquirimos camiones para trasladar lo que producimos.

-Actualmente trabajan 250 hectáreas de viñedo. ¿Han pensado ampliar los paños propios de vid?

-Desde hace 10 años crecemos a un ritmo promedio de 15 hectáreas anuales. El objetivo es lograr llegar a las 300 hectáreas propias en 2025.

-¿A qué lugar aspira el Grupo Cayetano en el sector vitivinícola?

-A nivel producción, el objetivo es seguir creciendo en superficie y, sobre todo, en la destinada a la elaboración de vinos orgánicos.

Desde hace 4 años estamos invirtiendo más en comercialización, viajando a la mayoría de ferias y eventos a nivel mundial (ahora en stand by por la pandemia), mejorando la imagen de la empresa y preparando las instalaciones para recibir a clientes, turistas y huéspedes.

Estamos desarrollando líneas de vinos fraccionados para llegar a los consumidores finales y que sea un complemento a las exportaciones de vino a granel. También pensamos desarrollar el mercado interno de vinos embotellados.

En bodega Don Cayetano estamos construyendo una posada de cuatro habitaciones, una sala de degustación, sala de estiba y todas las comodidades para recibir a turistas y huéspedes.

A bodega Gargantini la proyectamos como una bodega de servicios para vinos de calidad, para la guarda de vinos a granel, fraccionamiento, estiba de botellas, sala de barricas, salón de eventos, etc.

-¿A qué mercados despachan su vino a granel?

-Actualmente realizamos despachos de nuestros vinos a los mercados de Estados Unidos, Canadá, México, Holanda, Francia, Inglaterra, Suiza y también a China.

-En 2011 cuando regresaste al país, ¿cuál era el horizonte que proponías a la empresa?

-Con Roberto, mi papá, mis hermanos y nuestros asesores en management de empresas de familia, en 2011 comenzamos una reestructuración muy fuerte, tanto de la empresa como de nosotros. Nos capacitamos y especializamos para poder liderar con conocimientos la unidad de negocios que cada uno maneja. A partir de ahí empezamos a trazar lineamientos y objetivos de mediano y largo plazo.

En el área vitivinícola, con muchísimo esfuerzo, dedicación e inversión, estamos cumpliendo con cada una de las metas que nos habíamos impuesto.

-La fluctuación del tipo de cambio ¿cómo afectará a la industria?

-Te lo digo en pocas palabras: la inflación de 2021 fue mayor al 50% y la devaluación, del 21%. El atraso cambiario es igual a la pérdida de competitividad.

-En tu receta de competitividad, ¿qué ingredientes no pueden faltar?

-Puedo resumirlo con estas palabras: especialización, información, eficiencia, capacidad, constancia, actualización, certificaciones, adaptabilidad al cambio, honestidad y transparencia. Son aquellas cosas que valoran nuestros clientes del exterior. Son las cosas que nos definen como empresa familiar.

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