Durazno para industria: se espera una cosecha 73% superior a 2019

Este año, sin grandes accidentes climáticos, se espera levantar más de 111 mil toneladas. Quejas por el alza de los costos. Exportaciones, en stand by.

Durazno. Se pronostica un total de 111.253 toneladas de cosecha sumando la  producción de más de 5.000 hectáreas, con sus picos fuertes en enero.
Durazno. Se pronostica un total de 111.253 toneladas de cosecha sumando la producción de más de 5.000 hectáreas, con sus picos fuertes en enero.

El sector del durazno para industria en Mendoza, sector líder en el país, se prepara para una buena cosecha este verano después de una difícil temporada anterior por causa de las heladas. Para esta temporada se pronostica un total de 111.253 toneladas de cosecha sumando la producción de más de 5.000 hectáreas, con sus picos fuertes en enero. Mientras tanto, referentes de esta agroindustria analizan aspectos del sector y el impacto de la pandemia durante este 2020.

El pronóstico de cosecha surge del Instituto de Desarrollo Rural (IDR), que desde hace décadas realiza este procedimiento. Además, este año sumaron una actualización del censo de parcelas cultivadas de más de 5 hectáreas (queda pendiente las de menor tamaño para 2021) y los cálculos los hacen en base a las parcelas que están entre 4 y 25 años, cuando la planta da su mayor producción.

Vale aclarar que para el durazno en fresco se trabaja con una medición aparte. Los duraznos de mercado en fresco, por ejemplo, (los que tienen el centro rojo), no sirven para lata porque manchan el almíbar, entonces se divide el análisis ya que son distintas variedades. El pronóstico del IDR que se trabaja en esta nota presenta sólo los datos referidos a los que se utilizan para industria.

Cecilia Fernández, jefa del Área de Gestión de Información Estratégica del IDR, explica que para determinar la producción del durazno de industria se tienen tres pilares importantes: la superficie en que está implantado el durazno, la carga frutal o cantidad de frutas por árbol y por hectárea y, por último, el tamaño de la fruta.

En lo que refiere a la carga frutal y el tamaño de la fruta, estos factores están influenciados por el manejo tecnológico y por las contingencias climáticas ya que, si hay una helada, incide en la cantidad de flores y, por ende, en la cantidad de fruta. En ese sentido, el año pasado hubo una helada muy fuerte y bajó la producción considerablemente, mientras que este año, como no hubo tantas adversidades, se espera una cosecha cercana a los valores normales.

“Este año se dio una helada el 4 de octubre que afectó las zonas Este, de la ruta 7 para el sur, algunas localidades de General Alvear y San Rafael, algunas zonas del Valle de Uco, hacia el oeste. Si bien el impacto de una helada depende mucho de las condiciones propias de cada finca, este año en general no se vieron tan afectadas como el año pasado”, explica Fernández.

La temporada pasada arrojó una cosecha de 64.463 toneladas, mientras que el IDR estima que la cosecha 2020-2021 será de 111.253 toneladas. De ese total, el 70% será una fruta grande que podrá utilizarse para mitades (unas 78.255 t) a la vez que el 30% restante podría utilizarse para pulpa (unas 32.998 t). Esa medición se hace en base a los análisis de la fruta y sus variedades, aunque la decisión final dependerá de los actores del mercado.

La superficie cultivada

Respecto de las zonas con cultivos de durazno para industria, cada 3 años el IDR hace una actualización con el financiamiento de FePEDI (Federación Plan Estratégico de Durazno Industria). En 2020 correspondía un nuevo análisis total pero, con la pandemia, no se pudo salir en invierno, cuando en general es más sencillo realizarla. Al final se hizo una actualización de las fincas más grandes: de 5 ha o mayores.

Por otro lado, para el pronóstico se considera las parcelas con antigüedad de entre 4 y 25 años, que es la máxima producción de la planta. Hay fincas muy tecnificadas que a los 20 años se erradican mientras que otras llegan hasta los 30 sin haberse cambiado. Teniendo en cuenta esas variables, se puede afirmar que en Mendoza hay por lo menos una superficie de 5.078 ha de entre 4 y 25 años.

Una novedad que destaca Fernández es la digitalización realizada en el censo: “Aparte de preguntar al productor, nuestros técnicos caminaban alrededor de la finca y se hacía una georreferenciación no sólo de la finca, sino de la parcela donde tenían duraznos. Eso ayuda a tener una información más certera”.

Este tipo de censos no sólo implica saber el tamaño de la superficie sino cómo está distribuida, en qué zonas, con qué variedades. En el caso de durazno para industria es importante ver las variedades porque, según ello, cambia la fecha de cosecha, la oferta varietal y cómo va a entrar a la industria. De ese modo se puede predecir cuándo habrá un “embudo” o “cuello de botella” en una fábrica por tener mucha producción entrante, o cuándo la fábrica estará al 70% de su capacidad de trabajo.

La geolocalización también permite saber la distancia hacia la fábrica y además trabajar en la huella de carbono y la huella hídrica (en términos generales, se trata de cuánto dióxido de carbono se produce y cuánta agua se consume). “La idea es ir avanzando en una producción más sustentable, conocer el estado de los montes, si se hacen los trabajos o no. Se trata de información valiosa para que el sector tome mejores decisiones”, comenta la especialista.

Desafíos de la industria

Desde la Cámara de la Fruta Industrializada de Mendoza (Cafim), su gerente, Leandro Roldán, considera que “las expectativas son buenas. Hubo algo de piedra en el sur y Valle de Uco pero no va a ser el gran problema del año pasado con la helada. Calculamos que vamos a estar dentro de una cosecha normal”.

Un punto que destacan que debe trabajarse más se refiere a la exportación. Vale mencionar que, según datos de Cafim, existe un gran mercado interno que absorbe un 85% del durazno industrializado, es decir que de los cerca de 100 millones de latas que se producen en el país, el 85% se consume acá fronteras adentro. La necesidad está en poder exportar el restante 15% para que no haya exceso de oferta.

“El problema es que las exportaciones están estancadas. Nos cuesta mucho a las empresas mantener los mercados. Son muchos costos por nuestra situación geográfica; ni hablar del aspecto impositivo. Desde el punto de vista tecnológico nuestro sector es sumamente competitivo. No son muchos los países del mundo que exportan duraznos en lata”, señala Roldán. A nivel Sudamérica, la industria es Chile, Argentina (concentrado en Mendoza) y un poco Brasil, por lo que hay oportunidades de exportación.

“El tema costo y el precio de venta te coloca, te deja o te saca de un mercado. A nivel productivo tenemos buen nivel, una producción que alcanza y sobra, y hoy exportamos a Bolivia, Uruguay y Paraguay y, en menor medida, a Brasil y México. Tenemos que trabajar mucho con todos los sectores en exportar más”, señala el gerente de Cafim. Por otro lado, señala que es difícil vender más a México, por ejemplo, por la fuerte competencia con Chile y porque requiere un tiempo de antelación y de estabilidad que cuesta lograr en Argentina. “Recién el mes pasado se terminó de definir el convenio colectivo de trabajo pero, para cerrar un contrato con un supermercado mexicano, necesitás 5 meses previos”, ejemplifica.

Por otro lado, un gran tema que plantea la industria del durazno se refiere al financiamiento necesario, ya que el sector tiene el 80% de los costos en 5 meses del año. Desde octubre hasta marzo, se da alrededor de este 80% de los costos de producción, que van desde la hojalata (con valor dolarizado) y el azúcar hasta las nóminas extra, que llegan a duplicarse durante esos meses.

Si bien el mercado argentino es un gran consumidor y es complicado que consuma aún más, otro punto en el que trabajan con la FePEDI es la promoción del durazno como alimento. “Buscamos reposicionar el producto como algo versátil, valioso, nutritivo, sano. Lo hacemos como sector en su conjunto. Es algo que se encaró este año y que esperamos tenga buenos resultados”, comenta Roldán.

Dificultades del productor

Arturo Giaquinta es el actual presidente de la FePEDI aunque, al momento de hacer un balance de 2020 y de opinar sobre la cosecha que viene, prefiere hacerlo desde su labor como productor. “Ha sido un año pesado. Después de las heladas no tuvimos cosecha completa y por la inflación han aumentado muchísimo los costos. Yo soy productor chico mediano, y ha costado mucho al no tener buena rentabilidad”.

Respecto de la cosecha que viene, en la visión de Giaquinta “la perspectiva es buena porque la fruta viene con buen tamaño y buena calidad, y tenemos entendido que las fábricas están sin stock, lo cual es bueno. La fruta, por lo que se ve este año, no va a faltar ni va a sobrar; va a estar a buen nivel”.

Las mayores dificultades que plantea tienen que ver con la demora de pagos y con los costos subidos por la inflación (fertilización, agroquímicos, etcétera), que no se trasladaron automáticamente al pago de sus productos. “Lo que nos complica es el costo financiero de entregar la fruta en enero y cobrarla en julio o después. Somos el eslabón más sufrido, el que termina financiando al industrial, porque entregamos el durazno y lo termino de cobrar a veces en noviembre. Estamos cansados de eso. El industrial, cuando va a comprar la hojalata o el azúcar, debe pagarla ahí nomás, mientras a nosotros nos demoran”, reclama Giaquinta.

La situación lleva a que cada año se erradiquen más y más parcelas dedicadas al cultivo de duraznos, remplazándose a veces por otro tipo de cultivos. “Este año se ha erradicado un montón por motivos económicos. Ya no es un cultivo rentable con los costos que tenemos. El mal pago y el alto costo van de la mano. Es algo que viene desde hace años. Por ejemplo, si tenés 25 ha de durazno, vas arrancando de a 5 por año.

Mis amigos este año arrancaron las últimas hectáreas”, señala este productor del Valle de Uco.

Como FePEDI, se está trabajando mucho en hacer publicidad del durazno tanto por redes sociales como con la productora del programa televisivo “Cocineros argentinos”, para que aparezcan recetas con duraznos (bebidas, comidas, postres). La pandemia ha reducido un poco todo; las reuniones han sido vía Zoom. Por otro lado, desde la federación quieren trabajar en una planificación estratégica a largo plazo pero recién están en los inicios y en diálogo.

Una preparación con Covid mediante

Si la temporada anterior estuvo marcada por las fuertes heladas, la preparación de este año ha tenido como punto sobresaliente la interrupción por la pandemia de Covid. La cosecha no se vio afectada por el virus debido a que las labores más fuertes se hicieron en enero y febrero, pero sí afectó la producción industrial.

Desde Cafim se refieren a los “Costos Covid” como aquellos costos extra que se dieron para mantener la seguridad y el cuidado de los empleados. Por ejemplo, quienes llevaban a su personal en minibús tuvieron que duplicar la cantidad de vehículos para respetar el distanciamiento. Se debió dar licencia a todos los trabajadores mayores de 60 años y, si en una línea de etiquetado trabajan cerca de 10 personas, había que separarlas y que sólo trabajaran 5 por turno.

“Si bien hemos sido afortunados por poder seguir trabajando, es cierto que hubo un aumento de costos mientras que los alimentos se mantenían en los precios máximos, actualizando sólo un 7%.

Eso ha generado una situación compleja, y cada empresa lo ha llevado a su manera”, explica Leandro Roldán.

En el IDR señalan que la pandemia les hizo demorar varios proyectos, incluyendo el censo de superficie de durazno industrial de este año.

“Si bien hace más de 20 años hacemos este informe y lo realizamos durante el invierno, este año por la pandemia estuvimos frenados hasta agosto. Se ha trabajado en un tiempo récord pero con mucha precisión”, señala Cecilia Fernández.

Al respecto, Fernández comenta que al inicio de la pandemia analizaron si la pandemia afectaría al sector, pero esa situación se dio más en sectores que empezaron su cosecha posteriormente y que necesitaban mano de obra de otras provincias. En el caso del durazno, no hubo dificultades mayores ya que, además, la cosecha fue menor en cantidad.

La primera mesa de concertación

El sector del durazno inauguró el jueves pasado, en Casa de Gobierno, una nueva metodología para la discusión de precios, donde el gobierno reunió a productores primarios e industriales para empezar a acordar un precio para la materia prima. El momento de la reunión tuvo que ver con la presentación del informe del IDR con el pronóstico de la cosecha, una estimación necesaria para tener idea del volumen de la temporada.Ocurre que el sector ha sido uno de tantos en donde el productor agrícola vendía su cosecha sin necesidad de tener un contrato obligatorio ni un precio fijo, el cual dependía de distintos factores del mercado a lo largo del tiempo. Tal situación vino a regularizarse primero en la vitivinicultura con la ley provincial 9.133 que creó un Registro Único de Contratos de Compra Venta de Productos Agrícolas. Este 2020, la normativa fue modificada de manera de alcanzar en la temporada 2019-2020 a otros productos primarios como el durazno, la ciruela, las aceitunas, el ajo y el tomate, que tengan como destino la industria. Los próximos sectores que tendrán sus mesas de diálogo serán ciruela (28 de diciembre), pera y manzana (18 de enero), uva (principios de febrero).

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