Cambio climático en la vitivinicultura: entre la búsqueda de nuevas zonas y la disponibilidad de agua

Aunque se lo vea como una problemática del futuro, la producción de vino ya ha comenzado a experimentar notables modificaciones. El panorama para los próximos años y lo que está sucediendo en algunas regiones de Europa.

Los efectos del cambio climático ya se pueden apreciar en la vitivinicultura. - Ignacio Blanco / Los Andes
Los efectos del cambio climático ya se pueden apreciar en la vitivinicultura. - Ignacio Blanco / Los Andes

Desde hace décadas, el cambio climático se ha planteado como un problema a futuro. Pero la realidad indica que sus efectos ya se perciben en el mundo y la vitivinicultura no es ajena a esta realidad. Aumento de las temperaturas, sequías o incremento inusual de precipitaciones, exploración de nuevas zonas y modificación de algunas prácticas vitícolas son solo algunos de los cambios que los hacedores de vinos han tenido que implementar para mitigar los daños.

Cómo afecta el cambio climático a la vitivinicultura

Los expertos consultados por Los Andes coincidieron en que una de las principales consecuencias del cambio climático es la modificación del ciclo vegetativo de la vid. Desde Francia, Hernán Ojeda, vicepresidente de GiESCO (Group of International Experts for Cooperation on Vitivinicultural Systems), quien estará en Mendoza el próximo 19 de octubre para disertar en el seminario sobre la vid y el vino frente al cambio climático organizado por Fermentis Academy (https://www.eventbrite.com.ar/e/la-vid-y-el-vino-frente-al-cambio-climatico-y-las-expectativas-sociales-tickets-407518367407), explicó: “La temperatura y las condiciones de sequía van aumentando y tienen consecuencias en el funcionamiento fisiológico de la planta, por ejemplo, una modificación de la fase fenológica, con fechas que se modifican, sobre todo, un adelantamiento de la cosecha. También hay una disminución de rendimiento y pérdida cualitativa, como puede ser algunos precursores de aromas. Y, hablando de los vinos, aumenta el ph y los grados alcohólicos, mientras que disminuye la acidez.

Los investigadores Agustina Gallo, de INTA EEA Junín, Marianela Bustos Morgani, de CONICET - INTA EEA Mendoza y Jorge Prieto, de INTA EEA Mendoza, hablaron de un aumento de temperatura y una menor disponibilidad de agua y resaltaron que el impacto del aumento de la temperatura podría variar según se trate de zonas frías o cálidas. Es decir, en regiones vitícolas cálidas, el aumento de temperatura generará un impacto negativo en la producción, mientras que regiones más frías podrían verse beneficiadas.

Fernando Buscema, enólogo de Catena Zapata y director ejecutivo del Catena Institute of Wine (CIW), declaró: “La vid crece en ciertas condiciones climáticas y de temperatura, si cambian, puede ser que un sitio que antes era apto para producir uvas y vinos ya no lo sea o que otro que no lo era, se convierta en una zona vitivinícola”. El experto puntualizó que el cambio climático implica una mayor dificultad de predecir los eventos como olas de calor, lluvia, granizo, que, aparentemente, tenderían a ser más breves, pero más intensos. “Con lo cual, esto nos hace repensar dónde se van a plantar los viñedos del futuro, porque puede que no sea el mismo sitio donde los plantábamos antes”, dijo.

Por su parte, Martín Kaiser, director Vitícola y Enológico de Doña Paula, rescató: “Según los especialistas, el cambio climático en esta región de Sudamérica no va a provocar un calentamiento tan importante como sí se ha verificado en algunas regiones vitivinícolas de Australia o de Europa, donde el cambio de temperatura ha sido bastante fuerte, con hasta uno y dos grados más, y eso se combina con años mucho más secos”.

“En nuestra región, no se verifica que hasta el momento la temperatura haya aumentado mucho. La tendencia por lo que he podido medir y calcular es que en los últimos 30 años ha aumentado medio grado la temperatura promedio. Lo que sí verificamos es un aumento de las precipitaciones que se producen durante la temporada. Ahí sí parece haber una tendencia más marcada que coincide con las previsiones de los especialistas, que anticipan un aumento de las precipitaciones en el llano y disminución de nevadas en cordillera”, añadió Kaiser.

Este último aspecto tiene dos caras, de acuerdo con el enólogo: “Por un lado, esto es malo, porque las lluvias en la época de madurez producen un incremento de las enfermedades. Pero, por el otro, ayuda un poco a la escasez de agua que estamos viviendo, ya que está comprobado que estamos en un periodo de bajas precipitaciones níveas en cordillera. Lo que no se sabe es si esto es un ciclo, que ya lleva diez años, como ha sucedido en otros períodos, o si estamos ante una tendencia definitiva provocada por el cambio climático”.

El aumento de las temperaturas y la sequí pueden afectar el ciclo vegetativo de las platas de la vid. - Ignacio Blanco / Los Andes
El aumento de las temperaturas y la sequí pueden afectar el ciclo vegetativo de las platas de la vid. - Ignacio Blanco / Los Andes

Nuevas zonas vitivinícolas: una decisión de exploración más que necesidad

Una realidad que se ha dado por el cambio climático es la expansión de la vitivinicultura a nuevas regiones. “Qué va a suceder no es algo que se puedan predecir fácilmente, lo que sí se puede predecir es que las condiciones van a cambiar y hay que adaptarse a eso. En Europa se están plantando viñedos en zonas que antes no había, como Bélgica o en el sur de Inglaterra. Son zonas vitícolas nuevas que el cambio climático las está favoreciendo”, sostuvo Hernán Ojeda.

Para el director ejecutivo del Catena Institute of Wine, la búsqueda se da hacia arriba en altura y latitud. “El norte de Europa es cada vez más una región que comienza a caer dentro de la categoría Winkler 1, que es, en principio, la que acumula la mínima cantidad de grados/días para el cultivo de la vid”, declaró.

Pero en el caso de Mendoza, más que por necesidad, la migración a estas regiones inició mucho antes en la búsqueda de un nuevo perfil de vinos. Así lo entiende Kaiser. “Es algo que se está produciendo y no se lo atribuiría al cambio climático, sino a una necesidad de exploración. Se está dando que los viñedos en Mendoza se están mudando a una zona más alta y más fresca. No necesariamente se da escapando de las temperaturas, sino que se ha dado por una búsqueda de cierto estilo de vinos. Esto podría seguir pasando si hay disponibilidad de agua”.

De acuerdo a Buscema, la exploración argentina es ahora imitada en el mundo: “En Mendoza empezamos hace algunos años atrás a implementar estrategias para mitigar el cambio climático y que hoy están más en boga en el mundo. Esto es ganar en altura, ya que así baja la temperatura. Así, a poca distancia de donde estás se pueden obtener grandes vinos sin necesidad de construir una bodega, mudar al equipo o cambiar de región y de país. En eso somos pioneros y nos miran mucho del resto del mundo”. destacó.

Gallo, Bustos Morgani y Prieto hicieron foco en el amplio horizonte que tiene el país para expandirse. “Principalmente, hacia zonas de mayor altitud hacia la Cordillera, como es el caso de los Valles Calchaquíes en las provincias de Salta, Catamarca y La Rioja, el Valle del Pedernal en San Juan o el Valle de Uco en Mendoza. También puede expandirse hacia mayores latitudes, como está sucediendo en las provincias de Neuquén, Rio Negro y Chubut. Sin embargo, las nuevas áreas de cultivo también experimentarían los efectos del cambio climático asociados a una mayor frecuencia de eventos extremos y menor disponibilidad hídrica. Por otra parte, es necesario trabajar en brindar soluciones a la gran cantidad de viñedos ya instalados en las actuales regiones”, advirtieron.

El Valle de Uco es una de la zonas que más viñedos ha sumado en las últimas décadas. - Claudio Gutiérrez / Los Andes
El Valle de Uco es una de la zonas que más viñedos ha sumado en las últimas décadas. - Claudio Gutiérrez / Los Andes

Cómo afecta al vino: ¿se pierde calidad?

Tal como lo dijeron los especialistas, algunas zonas pueden verse beneficiadas y otras perjudicadas con estos nuevos escenarios. Pero, hablando en términos de calidad, el vino no correría riesgo, aunque puede ser distinto. “No están en riesgo los grandes vinos del mundo, porque en algunas zonas el cambio climático ha sido favorable. Generalmente lo vemos como algo negativo en las zonas cálidas, pero, en zonas con exceso de lluvias, como el Norte de Francia, se presenta como una oportunidad, siempre y cuando no se pasen ciertos umbrales. Si se disminuye el tiempo de lluvia en la época de cosecha, la sanidad de las uvas mejora. Algunas regiones se ven favorecidas y otras perjudicadas”, declaró Ojeda.

Para el enólogo de Catena Zapata es interesante observar lo que sucede en Europa. “Me gusta mucho ver las zonas tradicionales, como Burdeos, por ejemplo, porque tienen regulaciones muy estrictas. Es interesante ver cómo reaccionan al cambio climático con todas esas regulaciones. En la zona de Pomerol es impactante ver el incremento del nivel de alcohol en los vinos Merlot, eso es un impacto claro que se ha visto en los últimos años. También se ha visto el ingreso de nuevas variedades permitidas en algunas denominaciones de origen, algo que sonaba impensado años atrás. También se ha dado el debate sobre la autorización del riego, ya no como algo excepcional, sino como una práctica frecuente”, describió.

Si se mira a Argentina, desde la opinión de Martín Kaiser es difícil medir si se ha afectado la calidad. “En principio, puedo decir que no se ha modificado. Incluso, las últimas seis o siete añadas han sido muy buenas, en términos generales, a pesar de que ha llovido un poco más o ha hecho más calor, como en 2020. Se puede esperar que zonas cálidas, con un poco más de temperatura, los vinos empiecen a tener un poco menos de color y con menos concentación de taninos. Si no estás preparado para combatir las enfermedades de hongos, si se puede ver afectada la calidad. La calidad podría verse más afectada por las enfermedades que producen el incremento de las lluvias que por las temperaturas”, detalló.

¿Por qué decimos que el vino puede ser distinto? Porque, como lo dijeron los especialistas, otra de las consecuencias es el cambio de las variedades plantadas en las diferentes regiones. “Por ejemplo, en Burdeos se pasó a variedades de ciclo largo. Pasaron de lugares con Merlot a Cabernet Franc o de Cabernet Franc a Cabernet Sauvignon con la intención de demorar el ciclo vegetativo. Hay todo un universo en lo que es la genética de la diversidad varietal. En el CIW tenemos una colección de más de 130 tipos de Malbec en los que cambian el punto de madurez, la acidez, etc. Ahí tenemos un reservorio extraordinario para seguir produciendo, aun en condiciones distintas”, anunció Buscema.

La calidad de las uvas puede verse afectada en algunas regiones donde el efecto del cambio climático es negativo. - Ignacio Blanco / Los Andes
La calidad de las uvas puede verse afectada en algunas regiones donde el efecto del cambio climático es negativo. - Ignacio Blanco / Los Andes

Las plagas, un problema para Mendoza

Agustina Gallo, Marianela Bustos Morgani y Jorge Prieto, plantearon que a partir del calentamiento global se prevé un aumento de temperatura y una menor disponibilidad de agua. Estos dos factores (temperatura y agua) impactan en el funcionamiento de la planta, la composición de la uva y, por lo tanto, del vino que se elabora a partir de ésta. Además intervienen en la interacción con las plagas y enfermedades que puedan afectar a los viñedos.

Este problema también fue señalado por el director Vitícola y Enológico de Doña Paula. “Por el aumento de las lluvias en la temporada, tenemos lo que es la incidencia de la enfermedades de hongo, que siempre han estado, pero que se incrementan en los años donde hay más precipitaciones. Con un panorama que nos marca que va a llover más en el llano, hay que estar preparados para la aplicación de productos fungicidas para combatir esas enfermedades”, advirtió.

Las lluvias en la temporada complican la sanidad y la cosecha de las uvas. - Archivo / Los Andes
Las lluvias en la temporada complican la sanidad y la cosecha de las uvas. - Archivo / Los Andes

La problemática del recurso hídrico

Desde Europa, de acuerdo con Ojeda, un conflicto con el que se han encontrado por el cambio climático es que en el sur de Europa se está generalizando el uso del riego. Con esto se desata una nueva preocupación: que el agua usada en la vitivinicultura no entre en conflicto con el uso que le da la población. “Hay zonas que no disponen de agua disponible para el riego. El recurso hídrico es y va a ser un gran problema. Zonas sensibles desde el punto de vista ecológico no pueden permitir que se use el agua para el riego cuando hay otras necesidades. Sobre todo en Europa, se está fomentando muchísimo el reutilizamiento de aguas”, contó.

En Argentina, tanto en Catena Zapata como en Doña Paula están trabajando con la problemática. “Cuando aumenta la temperatura, las plantas necesitan más agua porque hay mayor evapotranspiración. Si eso se combina con escasez de agua, es algo extremadamente desafiante para cualquier región. Lo primero que se detiene es el crecimiento vegetativo. Eso hace que tenga una canopia y bayas más pequeñas, que, ocasionalmente, puede llegar a contribuir a la calidad, con un estrés hídrico moderado. Cuando se vuelve más severo, ya se empieza a notar un amarillamiento de las hijas, por lo que la acumulación de reservas para el año siguiente disminuye, por lo que el desarrollo de las yemas y la producción se ve afectada”, explicó Buscema.

“Desde nuestro lado, junto con Miguel Pierrone y con el apoyo de la familia Catena, estamos trabajando en un proyecto para formar un referente en riego en la región para elevar la calidad y precisión con la que regamos para todos. Esperamos que en los próximos años surjan publicaciones”, anticipó.

En tanto, Kaiser detalló que en su caso aplican tecnología para optimizar el riego por goteo que tienen en todos sus viñedos: “Estamos trabajando en un seguimiento del estado hídrico de las plantas a través de imágenes satelitales. Hay una empresa local que ha desarrollado un modelo que estima la evapotranspiración, la medida que nos dice cuánta agua debemos reponer. Esto nos permite ir afinando cuánto tenemos que regar y, eventualmente, ahorrar entre un 10% y 20% de agua”.

El riego por goteo es una de las técnicas que permiten un uso más eficiente del recurso hídrico.
El riego por goteo es una de las técnicas que permiten un uso más eficiente del recurso hídrico.

Qué pasará en los próximos años

Aunque es difícil predecir un escenario a futuro, los expertos brindaron su opinión de lo que puede pasar de acá a cinco años. El vicepresidente de GiESCO vaticinó: “Los efectos se van a acentuar, entonces, la necesidad de adaptación deberá acentuarse también. También, la conciencia ambiental y las demandas de la sociedad van a exigir la reducción de algunos insumos. Toda la innovación aplicada para resolver estos dos grandes problemas debe asegurar una calidad comercializable, porque de nada sirve que un productor elabore una uva en estas condiciones si no puede vivir de ella”.

Por su parte, Fernando Buscema advirtió que los escenarios a futuro tienen un margen de error, pero aun así, hay distintos grupos trabajando en escenarios de cambio climático y ninguno plantea modelos predictivos que digan que la temperatura va a bajar. “Todo indica que la temperatura va a seguir aumentando, el agua va a seguir escaseando y esa combinación se vuelve cada vez más compleja. Con lo cual, todo indicaría que no va a mejorar y lo que va a generar son muchas dificultades y amenazas para la producción en regiones tradicionales y muchas oportunidades y desafíos en zonas no tradicionales”.

Para los investigadores del INTA, la mayor urgencia es generar conocimiento en condiciones locales acerca de las prácticas de manejo de viñedos que puedan mitigar los efectos del cambio climático. “Es importante brindar soluciones a los diversos destinos que tiene el cultivo de la vid, como puede serlo el mosto y la vinificación para diferentes calidades”, añadieron Gallo, Bustos Morgani y Prieto.

Para cerrar, Kaiser hizo foco en la estructura de la vitivinicultura como industria y la necesidad de adecuarse a escenarios extremos: “Tenemos que estar preparados para ser flexibles a lo que pueda pasar. Algo que estamos viendo y que puede seguir pasando es que los eventos climatológicos sean más intensos, hay que tener una previsión para ese escenario”, completó.

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