Todo cambio, requiere tiempo

En estos tiempos donde estamos obsesionados con la velocidad y la gratificación instantánea, vivimos en una sociedad agitada, acelerada, sobre estimulada y acostumbrada a conseguir todo al alcance de la mano. Por lo tanto, es necesario aprender a programarse en la paciencia y en la espera, en el entendimiento del trabajo que puede llevar un proceso.

transformacion
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La tecnología y el sistema del mundo nos ha llevado a volvernos seres acelerados, si queremos consumir algo, basta con un click a través de nuestros teléfonos para conseguirlo, si tenemos una duda, google la resuelve; si queremos saber de alguien le mandamos un mensaje y esperamos que rápidamente que nos contesten, etc. Nos han transformado poco a poco en seres humanos con una gran dificultad para esperar, detenernos y confiar en lo que viene. Queremos que todo pase aquí y ahora tal como lo planeamos. Y esto, es un grave error que al final deja al ser humano en un estado de frustración y depresión.

El placer instantáneo hace que siempre queramos más de él, porque nos engaña a pensar que es ahí donde radica nuestra felicidad. La realidad es que cuando ya no sentimos esa gratificación instantánea, nos damos cuenta de que todo eso que adquirimos, ganamos o nos dijeron no es más que una simple sensación, porque para ser felices necesitamos mucho más que eso.

Esta es una de las razones por la cual las redes sociales y sus likes, las series interminables de Netflix, el descontrol de una fiesta, la droga, el alcohol y los videojuegos son solo una trampa para volvernos adictos a una falsa felicidad que al final del día nos hace terminar sintiéndonos solos, vacíos y muy lejos de la felicidad que tanto queremos para nosotros. “Las cosas que nos generan placer, en general, no son malas, pero pueden ser destructivas cuando sustituyen el verdadero sentido de la vida, el verdadero comportamiento sano del ser humano”

Se ha descubierto que las personas más felices son aquellas que encuentran su bienestar en dos áreas: en el propósito de su vida y en el amor. ¿Lo paradójico? Es que en ninguna de ellas existe el placer o la gratificación inmediata, ya que ambas requieren de trabajo, paciencia y saber liderar con lo dulce y con lo amargo para que se sostengan en el tiempo. Todo esto está lejos de ser instantáneo y requiere de una buena dosis de saber esperar, de frustrarse para volver a levantarse, de gestionar nuestros propios impulsos y saber que eso traerá mejores resultados para nosotros y para los que nos rodean.

paciencia
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La madurez espiritual lleva tiempo y trabajo:

El crecimiento espiritual, como el físico lleva tiempo. Cuando se intenta acelerar la maduración de la fruta, pierde su sabor. En estados unidos por lo general se arrancan los tomates sin madurar para que no se magullen cuando son enviados a los mercados. Después antes de ser vendidos, estando aun verdes, son rociados con CO2 para que queden rojos al instante. Los tomates rociados con gas son comestibles pero su sabor no tiene el punto de comparación con el de un tomate al que se le permitió madurar a su tiempo.

Mientras nosotros nos preocupamos por qué tan rápido crecemos, Dios se interesa por que tan fuertes crecemos. Dios esta mas interesado en la fortaleza y la estabilidad que en la rapidez. Si bien todos queremos el arreglo rápido, el atajo, la solución inmediata. Un sermón, un seminario o una experiencia que resuelva todos los problemas al instante elimine las tentaciones y nos libere de todos los dolores de crecimiento. Pero la verdadera madurez nunca es el resultado de una sola experiencia, no importa cuan poderosa o conmovedora llegue a ser. El crecimiento es gradual.

¿Por qué toma tanto tiempo?

Aunque Dios podría transfórmanos en un instante, decidió desarrollarnos lentamente. Pero ¿por qué toma tanto tiempo cambiar y crecer? Existen varias razones:

1. Somos lentos de aprendizaje: A menudo tenemos que releer un texto varias veces para captar realmente su enseñanza. Necesitamos repetidas exposiciones de la lección para aprender. Los problemas siguen repitiéndose y pensamos: “otra vez no”, “eso ya lo aprendí”, pero la verdad es que olvidamos rápidamente las lecciones y regresamos a viejos modelos de conductas.

2. Tenemos mucho que desaprender: Muchas personas van al psicólogo por un problema personal o relacional que desarrollaron durante años y le dicen: “necesito que arregle esta situación. Tengo una hora”. Esperan una solución rápida para una dificultad histórica y profundamente arraigada. La mayoría de problemas, de malas costumbres y malos hábitos no se desarrollaron de la noche a la mañana, es poco realista esperar que desaparezcan de inmediato. Esto requiere de un arduo trabajo de eliminación y sustitución, es decir quitarse el hombre viejo y ponerse el nuevo hombre.

3. Tememos enfrentar con humildad la verdad acerca de nosotros mismos: Muchas veces existe temor de lo que podríamos descubrir si enfrentamos con sinceridad nuestros defectos, el ego prefiere mantenerse en un estado de negación. Solo en la medida que permitamos que Dios con su Luz ilumine nuestros defectos, fracasos y complejos podremos empezar a trabajar en ellos desde el amor. Por eso es casi imposible crecer y cambiar sin una actitud humilde y una buena disposición para aprender.

4. A menudo el crecimiento es doloroso y nos asusta: No hay crecimiento, sin cambio. No hay cambio sin temor o perdida, y no hay perdida sin dolor. Todo cambio involucra alguna clase de perdida: debes desprenderte de las viejas costumbres para poder experimentar las nuevas. Tenemos miedo de estas pérdidas, aun cuando nuestros viejos hábitos significaban nuestra propia derrota, porque como ocurre con un par de zapatos gastados, al menos son cómodos y familiares. La mayoría de las personas construyen su identidad alrededor de sus defectos. Suelen decir: “es que así soy yo cuando…” y “así es como soy”. La preocupación inconsciente es que si abandono mi habito, mi herida o mi complejo ¿Quién seré? Este temor definitivamente puede frenar tu crecimiento.

5. Desarrollar hábitos lleva tiempo: Recuerda que tu carácter es la suma de todos tus hábitos. No existen hábitos instantáneos, todos llevan tiempo, todos requieren de práctica. La repetición es la madre del carácter y la habilidad.

espera
espera

No te apresures:

En tu vida espiritual también hay estaciones. A veces experimentaras un crecimiento intenso por un tiempo corto (primavera) seguido de un periodo de estabilización y prueba (otoño e invierno). Cree y mantén la fe de que Dios esta trabajando en tu vida cuando no lo sientas. No te decepciones si la respuesta llega mediante un cambio gradual. Con el tiempo, un flujo lento y firme de agua puede erosionar la piedra mas dura y convierte rocas gigantes en rocas pequeñas.

Se paciente contigo mismo y con Dios, una de las frustraciones de la vida consiste en que el programa de Dios raramente es igual al nuestro. Recuerda que Dios nunca anda deprisa, pero siempre llega a tiempo. El usará toda tu vida preparándote para tu papel en la eternidad. Las almas grandes crecen y se forman atravesando luchas, tormentas y tiempo de sufrimiento. Ten paciencia en el proceso.

No te desanimes, un retraso no significa una negación, recuerda cuanto has progresado, no únicamente cuanto te falta. No estas donde quieres, pero tampoco donde estabas. No hay atajos hacia el camino de la madurez, pide paciencia y perseverancia para que tu camino se transforme e ilumine.

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