“Prisioneros”: cómo es el libro que cuenta la vida en la cárcel de Boudou, del padre Grassi y muchos más

Las periodistas Lucía Salinas y Lourdes Marchese cuentan la vida carcelaria de 16 personajes argentinos, desde casos que conmovieron la opinión pública a víctimas del terrorismo de Estado.

Las periodistas Lucía Salinas y Lourdes Marchese, autoras del libro.
Las periodistas Lucía Salinas y Lourdes Marchese, autoras del libro.

¿Qué relato de la Argentina se puede articular desde aquellas personas que están, o estuvieron, privadas de su libertad? ¿Qué sentimientos los igualan y cómo interpretan ellos mismos sus rutinas y sus carencias? ¿El sistema penitenciario argentino cumple su función? Son algunas de las preguntas que se responden leyendo “Prisioneros: relatos de la vida carcelaria” (Galerna), de las periodistas Lucía Salinas y Lourdes Marchese.

Ambas son las responsables de una investigación que abre una necesaria hendija al interior de las cárceles argentinas, tomando además como punto de partida algunos personajes que fueron parte de nuestra propia historia política y social: Patricia Bullrich, Amado Boudou, Jorge Castillo, Cristóbal López, Julio César Grassi, Julio de Vido, Gerardo Ferreyra, Carlos Menem, Ricardo Jaime, Alfredo Yabrán, Omar Suárez, Elsa Quiroz, Lázaro Báez, Carlos Telleldín, Carlos Zannini y Sergio Schoklender.

“El 6 de diciembre de 2019 presentamos en sociedad nuestro primer libro en coautoría ‘Los arrepentidos’. Ese mismo día la editorial nos planteó que quería seguir trabajando con nosotras y que le presentemos un nuevo proyecto”, recuerda Lourdes sobre el nacimiento del libro, que escribieron a cuatro manos en los tiempos durante la cuarentena del año pasado.

Y se explaya: “Durante esos meses se nos ocurrió pensar en aquellas personas del ámbito político, empresarial y sindical que habían pasado una temporada tras las rejas, nos pusimos a investigar sobre el sistema carcelario argentino, cuyas falencias están a la vista, y a partir de allí concluimos que era un tópico interesante para abordar, teniendo en cuenta que empezaba a hablarse en la opinión pública la cuestión de las prisiones preventivas, que muchos cuestionaban”.

-¿Pero con qué criterio eligieron las historias?

-Lourdes: Fuimos seleccionando relatos que ocuparan un amplio recorrido histórico, para comprender más ampliamente cómo es esa vida que se construye tras las rejas. En esa búsqueda, fuimos encontrando personajes que eran relevantes por el poder que ejercieron en diferentes momentos de la política argentina, y desde diversos sectores: sea la política, la diligencia sindical, el empresariado...

-Algunos de los personajes tienen, ideológicamente, mucha fuerza polarizadora. ¿Se plantearon el reto de escribir con neutralidad o sin establecer juicios de valor sobre los nombres más “polémicos”?

-Lucía: El eje de cada capítulo fue la reconstrucción de las vidas de las personas durante la temporada que estuvieron detenidos. Decidimos no ocuparnos de los expedientes judiciales, sin dejar de explicar qué los condujo a la cárcel. Nos topamos con todo tipo de anécdotas, historias, experiencias (algunas por demás cruentas). Entendimos que en ese recorrido debía primar esa vida que se rearmó tras las rejas. No media allí juicio de valor. Nos adentramos en las vivencias más personales, desde la percepción de aromas, sonidos perturbadores, la experiencia de la nocturnidad en prisión, la convivencia forzosa, los códigos que eso obliga a establecer. Ese mundo intramuros que nos es desconocido y que nos permitió exponer las falencias del sistema carcelario argentino.

"Prisioneros" fue editado por Galerna.
"Prisioneros" fue editado por Galerna.

-¿Cuál fue el relato que les costó más delinear y por qué?

-Lucía: Cada una de las historias tiene sus particularidades. Fue un trabajo intenso en un contexto desfavorable, como fue la pandemia cuando se cerró todo. Por lo tanto hubo que delinear muchas cosas a la hora de enfrentar cada uno de esos relatos de la vida carcelaria. Quizá el más complejo a la hora de decidir cómo escribirlo fue el capítulo del preso que no fue, Alfredo Yabrán, porque hubo que reconstruir mucho su historia y decidir cómo lo queríamos contar.

-En el libro rescatan la cita “El grado de civilización de una sociedad se mide por el trato a sus presos”, de Dostoyevski. Según esta idea, ¿en qué nivel civilizatorio se encuentra nuestro país y cuál es el lugar donde la cárcel cumple mejor su función?

-Lucía: No importa el momento, el año en el que nos situemos, el relato que elijamos de estos 16 que conforman el libro, algo hay como común denominador: la precariedad del sistema carcelario argentino. Observamos como hilo conductor que las cárceles argentinas no se ajustan de mínima a la manda Constitucional que exige cárceles limpias, sanas, que sirvan para la resocialización de los presos. Hacinamiento, carencia de posibilidades de alojamiento, espacios por demás reducidos, problemas de higiene de las instalaciones, comida deficiente, son sólo algunos de los reclamos en los que coinciden todos los prisioneros de este libro.

-Uno de los casos que dejaron afuera de la publicación, pese a lo significativo, es el de Jorge Rafael Videla. ¿Por qué?

-Lourdes: No fue una elección fácil. Cuando mandamos a edición el libro nos encontramos que nos habíamos excedido en contenido. Tuvimos que eliminar varios capítulos, reducir las historias. No fue tarea fácil pero hay cuestiones editoriales que hay que respetar y lamentablemente tuvimos que sacrificar algunas. Videla era una, otra fue la de Guillermo Coppola que contaba con lujo de detalles sus días en prisión.

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