Luz Sosa, una figura inquietante de la historia y la literatura

Luz Sosa fue la esposa de Tomás Godoy Cruz, aparece mencionada en una novela histórica de Abelardo Arias, en un cuento de Lila Levinson y en la novela “Marzo” de Sonnia de Monte. Celosa de su yerno, Federido Mayer, se confesó instigadora de su asesinato a manos de dos hombres que lo emboscaron en la noche.

Luz Sosa y su yerno, Federico Mayer.
Luz Sosa y su yerno, Federico Mayer.

1° Parte

“El espejo le devolvió su mirada inescrutable. Observó sus ojos castaños. La luz de los candelabros los irisaba. Cepilló las cejas perfectas. Pasó polvo de arroz por la punta de la nariz. Lorenza, como siempre esperó a que su ama terminara de mirarse. Después, tomó el abundante cabello castaño, lo separó en dos, dio volumen a las ondas que había formado con las tenacillas calientes. Las horquillas que lo sujetaban terminaban en flores diminutas. Lo recogió atrás con el peinetón español enriquecido de piedras”. Lila Levinson. “La esposa del gobernador”

Confieso que no acierto con el adjetivo correcto para definir a esta mujer cuya participación en la historia mendocina (mínima, si se quiere, pero impactante) le ha asegurado una presencia reiterada en las letras provinciales. Así, aparece mencionada –junto a muchos otros integrantes de la sociedad mendocina- en la novela histórica de Abelardo Arias: El, Juan Facundo; luego, como protagonista del cuento “La esposa del Gobernador”, de Lila Levinson; finalmente, como protagonista también, en la novela Marzo de Sonnia de Monte.

Numerosas notas periodísticas podemos encontrar sobre ella, que atestiguan su perfil de personaje histórico incitante; en la mayoría de ellos, ya desde el título, se ponen de manifiesto las cualidades destacadas de la personalidad de “Lucecita”: “aristócrata mendocina”; “la mujer más hermosa de Cuyo”, “una mujer indomable”; “la esposa de Tomás Godoy Cruz que asesinó a su yerno”. Este último alude a lo que es el episodio más conmocionante de la vida de doña Luz. Luciana Sabina, en nota aparecida en Los Andes, el 17 de noviembre de 2020, nos suministra precisiones históricas: era hija de Francisca Javiera Corvalán y Rozas y de Joaquín de Sosa y Lima.

Había nacido en 1797 en la Ciudad de Mendoza. Casó con don Tomás Godoy Cruz y el matrimonio tuvo dos hijos: Juan Bautista y Aurelia. Con el tiempo, su hija Aurelia, convertida en una joven encantadora, aprendió a cantar y tocar el piano con gracia y justeza acompañando a los “habitués” que acudían a las reuniones. Entonces, era muy común que se invitara y halagara en los hogares mendocinos a los forasteros de buena presencia y méritos conocidos. Uno de esos viajeros, de paso a Chile, fue Federico Mayer, apuesto médico recién recibido. El joven conoció a Aurelia y en 1851 se casó con ella, lo que provocó los celos de Luz.

La situación se agravó a tal punto que en una calurosa noche de marzo de 1853, cuando el matrimonio Mayer salía de la casa de don Melitón Gómez, ubicada a unas cuatro cuadras de la finca de Aurelia y al transitar por un oscuro callejón, fueron emboscados por dos hombres que venían del lado opuesto, en mangas de camisa y con sombreros. Los malhechores asestaron varias puñaladas a Federico y lo remataron con dos tiros en la cabeza y el pecho. A pesar de los esfuerzos de Aurelia por socorrerlo, nada pudo hacer, los dos asesinos huyeron corriendo y Federico murió desangrado.

No hubo mayor socorro para la pareja: fueron a buscar al Juez de Paz, pero no pudo asistir por no tener un caballo en qué llegar.

Después de un tiempo la policía atrapó a los asesinos Esteban y Martiniano Sambrano, cuando trataban de escapar hacia Chile. Los sospechosos confesaron luego que habían sido pagados por la señora Luz Sosa de Godoy Cruz para cometer el horrendo crimen. Inmediatamente fue llamada, y ella se declaró culpable de aquellos hechos. Al mes y medio de ese mismo año, el juez Palma dictó la sentencia contra los asesinos del doctor Federico Mayer Arnold y condenó también a Luz como instigadora y partícipe necesaria (proveyó las armas a los delincuentes).

Cuando todo hacía presumir que la sentencia del juez Palma era irrevocable, inesperadamente fue apelada y un tribunal compuesto por Leopoldo Zuloaga, Baltasar Sánchez y Clemente Cárdenas conmutó la pena de muerte de los Sambrano por diez años de cárcel. A Luz Sosa se le revocó la sentencia y se le impuso una multa de dos mil pesos, para la construcción de la cárcel.

Una vez cancelada la multa, Luz Sosa viuda de Godoy Cruz, recuperó la libertad. Doña Luz, luego de un tiempo eclipsada, volvió a su casa demostrando que estaba muy lejos de quebrantarse. Peleó con su hijo Juan Bautista el reparto de la herencia y siguió dando fiestas a las amistades que tuvieron el coraje de acompañarla a pesar de su conducta; comenta Sabina: “Parecía que una gran cantidad de dinero y una gran dosis de olvido eran lo esencial para seguir brillando”.

Murió en el terremoto del 20 de marzo de 1861. Al otro día, una mujer que iniciaba su obra de caridad para con los damnificados la encontró bajo la mampostería que le destrozara el pecho. En el medallón que colgaba ensangrentado de su cuello, estaba la miniatura de un caballero de ojos claros y pelo rubio. “‘Es el Dr. Mayer’, reconoció un camillero que trasladara a las víctimas”.

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