Los músicos venden sus canciones: ¿qué hay detrás del fenómeno?

Shakira, Bob Dylan, Metallica, Neil Young y muchos más venden, total o parcialmente, sus derechos a megacompañías y fondos de inversión. Un cambio imprevisto de la industria musical.

Shakira es una de las últimas en vender todo su catálogo.
Shakira es una de las últimas en vender todo su catálogo.

Bob Dylan, quien escribió en 1964 “The Times They Are A-Changin’”, fue uno de los primeros en advertir cómo los tiempos están cambiando en la industria musical. Y obró en consecuencia.

A principios de diciembre, vendió su abultado catálogo de 600 canciones, compuestas durante más de 50 años, a Universal Music. Y lo que para algunos fue un acto contradictorio y mercenario, en el paradójico padre de todas las protestas, tuvo un trasfondo de varias decenas de millones de dólares.

El próximo 24 de mayo Dylan, quien ganó el Nobel de Literatura en 2016 por esas canciones y que sorprendió el año pasado con ese enorme vuelo creativo que fue “Rough And Rowdy Ways”, cumplirá 80 años. En el acuerdo, que manifiesta claramente la sed de concentración de la industria, el cantautor se aseguró sustento financiero por varias décadas más, aunque no las viva. La cifra, de hecho, no se ha hecho explícita: fue un incomprensible gesto de buena educación.

Pero Dylan no está solo: en los últimos días, el traspaso de las canciones de Shakira, unas 145, al fondo de inversión Hipgnosis Song Fund, llamó la atención de colegas y seguidores.

Es que el acuerdo, en el que también se pusieron sobre la mesa varios millones de verdes, fue imprevisto y contundente: le dio el cien por cien de todos los derechos de sus hits. Los que la llevaron a ser la artista latina más vendida en la historia en inglés (“Hips Don’t Lie”, “She Wolf”, “La tortura”, “Can’t Remember to Forget You”, “Waka Waka”), pero también esas viejas y tiernas melodías de juventud. Su nuevo single, " Girl Like Me” (junto a Black Eyed Peas), quedó afuera de la transacción.

“Es una creadora magnífica que ha conseguido generar impacto tanto en la producción discográfica física como en la del streaming en la mayoría de sus contemporáneos”, dijo Merck Mercuriadis, fundador y CEO de Hipgnosis Song Fund, en un comunicado de prensa. “Este es el resultado de la gran fuerza de su naturaleza y de haber escrito canciones que apasionan increíblemente a todo el público”, agregó.

La colombiana sumó su declaración al comunicado, y entre las palabras flota una especie de disculpas y de justificación, asegurando que este fondo de inversión será un gran hogar para esas composiciones. “Cada canción es un reflejo de la persona que era en el momento en que la escribí. Pero una vez que una canción sale al mundo, pertenece no sólo para mí, sino también a quienes la aprecian. Me siento honrada de escribir canciones me hayan dado el privilegio de comunicarme con los demás”.

Negocios parecidos separaron ya a Neil Young, Blondie y otros más de sus canciones, en una tendencia que se consolida en los artistas mainstream y que tiene causas difusas.

Para algunos, se debe a la solución urgente que encontraron algunos artistas después de que el coronavirus frustrara las giras (que son el principal ingreso). Para otros, se adelantan al hipotético escenario que se encontrarían al retomarlas en Estados Unidos, con un aumento de impuestos de Joe Biden. Por otra parte, el boom de los servicios de entretenimiento por streaming que propició el confinamiento hizo parar las antenitas de los inversionistas. Sea como sea, es algo que está sucediendo.

Aunque el caso de Bob Dylan y Shakira es extremo, por el traspaso en bloque de todo el catálogo, lo cierto es que algunas compañías adquieren parcialmente la obra (como la de Neil Young, que vendió el 50% a Hipgnosis por 150 millones de dólares) y otras ya vienen comprando hits selectivamente. Como KKR (Kohlberg Kravis Roberts), que entre las 500 canciones de su acervo figuran joyitas de Camila Cabello (“Into it”), Jonas Brothers (“Sucker”) y más ídolos juveniles.

En las últimas horas, se sumó el productor discográfico Bob Rock, quien vendió su parte de los derechos de Metallica también a Hipgnosis, que ya atesora un catálogo de unas 57 mil canciones. Lo que para algunos es una evolución inevitable de la industria, para otros podría ser una depredación.

Hay una pregunta que se desprende naturalmente, y es qué pasaría si alguno de los artistas argentinos más vendidos quisiera replicar esto. Para responder esto es que el Inamu, festejando hoy también el Día Nacional del Músico, que desde el 2015 se conmemora por el nacimiento de Luis Alberto Spinetta, organizó una charla sobre el derecho intelectual. Pues sí, es el tema del momento.

La dará desde la página del instituto, a las 17, con la participación del músico y abogado Esteban Agatiello, quien además es presidente de la Federación Argentina de Músicxs Independientes (FA-MI). Previamente, aportó ideas sobre el tema en diálogo con Página/12.

Adelantó que en nuestro país este tipo de transacciones comerciales serían, si no imposibles, al menos complicadas. “En el mundo hay dos sistemas jurídicos: el romano y el anglosajón. Del primero se desprende el derecho de autoría y del otro el copyright”, dijo a ese medio.

Amplió: “En Argentina, al igual que la mayoría de los países del mundo, no tenemos copyright sino derecho de autoría. Este considera que hay un derecho moral sobre la obra. O sea, no se puede separar a la obra del autor porque el autor es quien la hizo, y hay un vínculo de identidad. Mientras que el copyright no tiene derecho moral. Sólo tiene derecho patrimonial. ¿Y qué pasa cuando es así? Las canciones se pueden comprar y vender. Alguien las crea, pero las pone en el mercado. La Constitución estadounidense protege al autor. Aunque este no tiene vínculo con la persona”.

En territorios donde no rige el copyright, la negociación supondría otras complejidades. La charla, a las 17, se explayará en todo esto y más. Es gratuita, en www.inamu.musica.ar y www.formar.cultura.gob.ar.

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