La poesía de Iverna Codina, la representante del feminismo y el realismo del siglo XX en Mendoza

Nació en Chile pero siempre se consideró mendocina. Exiliada durante la última dictadura militar, residió en La Habana cuatro años. Codina fue, ante todo, una mujer con “pensamiento propio” como destacaron Pablo Neruda y Miguel Ángel Asturias.

Iverna Codina. Aunque nació en Quillota, Chile, se crió en el Sur. “Mi lugar es Mendoza”, afirmaba .
Iverna Codina. Aunque nació en Quillota, Chile, se crió en el Sur. “Mi lugar es Mendoza”, afirmaba .

“Nunca pasó por mis aulas una alumna más seria, más quieta, más circunspecta… Esta es la presencia de Iverna, la niña hecha de cielo, lejana y cercana como la lluvia”. Alfredo Bufano. “Prólogo”, en “Canciones de lluvia y cielo”, 1946).

Iverna Codina (1918-2010) es exponente del feminismo y del realismo del siglo XX, y se constituye así en la mujer más representativa de las décadas del ’50 y ’60 en el contexto literario mendocino. Fue reconocida asimismo como el “vértice femenino del triunvirato”, que integró junto a Abelardo Arias y Antonio Di Benedetto. Es mucho más conocida como narradora: sus novelas y colecciones de cuentos han recibido merecidos reconocimientos a nivel provincial, nacional e internacional. Sin embargo, su poesía (aunque ella misma la desdeñara en pos de los ideales sociales que expresan sus obras narrativas) también merece ser conocida y gustada.

Nació en Quillota, Chile, el 15 de junio de 1918, hija de padre chileno y madre española. Cuando era pequeña, la familia se trasladó a la Argentina: residió en Mendoza, San Rafael, y luego Buenos Aires. Siempre se consideró mendocina. En San Rafael fue alumna de Alfredo Bufano, quien prologa su primer libro de poemas.

Alfredo Bufano fue el maestro de Iverna Codina.
Alfredo Bufano fue el maestro de Iverna Codina.

Se dedicó a la docencia y al periodismo. Realizó numerosos viajes. Exiliada durante la última dictadura militar argentina, residió en La Habana. Allí trabajó durante cuatro años en el Centro de Investigaciones Literarias de Casa de las Américas. Posteriormente se trasladó a México, donde pidió asilo político, formó talleres literarios y dictó conferencias. Según su propio relato, tanto en Cuba como en México Codina realiza acciones que guardan cierto paralelismo. Permanece cinco años en cada país. Y en cada uno “investiga acerca de sus culturas autóctonas; en particular, los aspectos religiosos: el sincretismo entre las religiones cristiana y yoruba (del África) en Cuba […] y el particular culto a los muertos de los mejicanos” (Hebe Molina, 2013).

Regresó a la Argentina comenzada la democracia, cuando “eran otras las preocupaciones y la literatura de compromiso interesaba poco menos que nada”, según comentó; se estableció en Buenos Aires y en 1986 es nombrada Socia Honoraria de SADE. Falleció en Buenos Aires el 14 de agosto de 2010.

Además de su obra de creación, en 1964, y apadrinada por el filósofo Carlos Astrada, publicó un ensayo titulado “América en la novela”, en el que realiza un riguroso análisis de la evolución del género en América, y cuyo propósito primordial es “demostrar la existencia de una literatura americana propia”, la novela realista, “reflejo fiel del hombre americano y su circunstancia” (Astrada en Codina, 1964). Esto es así por los particulares condicionamientos históricos experimentados por el continente “mestizo” desde sus años augurales, y también, por las circunstancias de explotación y miseria en que viven aún grandes grupos sociales. La novelística se configura así como documento y denuncia, pero supera lo panfletario por exhibir también calidad estética.

Codina fue, ante todo, una mujer con “pensamiento propio”; como destaca Victoria Azurduy (2010), y habían señalado con anterioridad Pablo Neruda y Miguel Ángel Asturias, integrantes del jurado internacional que le otorgó en 1960 el Premio Losada por Detrás del grito, novela que denuncia las condiciones de explotación y servidumbre en los salitrales y minas ubicadas al sur, en la zona cordillerana limítrofe.

Pablo Neruda, uno de los grandes escritores que resaltó la figura literaria de Codina.
Pablo Neruda, uno de los grandes escritores que resaltó la figura literaria de Codina.

En cuanto a su itinerario poético, representa cabalmente el devenir de la poesía mendocina hasta la mitad del siglo XX, en respuesta a sucesivas incitaciones tanto estéticas como provenientes del mundo de las ideas. Así, Codina, con su primer tomo poético “Canciones de lluvia y cielo” (1946, prólogo de Alfredo Bufano) transita inicialmente los caminos del sencillismo regionalista vigente en las letras mendocinas desde 1925, cuando Bufano -bajo la influencia del espiritualismo filosófico- publica sus “Poemas de Cuyo” (cf. Roig, 1963 y 1966). Esta línea temático-estilística, junto con otras (como la narrativa de inspiración folklórica o de intención social), componen un panorama signado por la “voluntad de región” (Roig, 1963 y 1966), es decir, el deseo de textualizar tanto el paisaje natural como el medio humano, y se inscribe desde lo estilístico dentro del posmodernismo, en su reclamo de atención a lo próximo y cotidiano.

Acuciada igualmente por las inquietudes universalistas de la poesía que Soler Cañas (1980) denomina “del 40”, la expresión de esta autora se encamina luego por cauces elegíacos, en una evidente interiorización de la mirada en su segundo poemario titulado “Más allá de las horas” (1950, con un poema-prólogo de Juana de Ibarbourou), que refleja el predominio del sujeto de la enunciación, lo que confiere al poema un acentuado lirismo; el tono elegíaco que surge de la tensión entre la ausencia y el recuerdo y la aguda conciencia del paso del tiempo.

Y es con el poemario “Después del llanto” (1952) cuando culmina su evolución estética y de pensamiento, pues en él se expresa una serie de cuestionamientos existenciales: un sentimiento agónico de la existencia, junto a la idea de la incognoscibilidad de lo real, la imposibilidad de auténtica comunicación y el cerramiento del ser en sí mismo.

Nos hemos detenido en el análisis de la poesía de Codina porque es el sector menos conocido y analizado de su obra, y da cuenta de la formación de una voz femenina sensible, pura y diestra en el manejo del verso, además de ejemplificar de modo cabal el derrotero seguido por toda la poesía argentina de la primera mitad del siglo XX.

Antonio Di  Benedetto es, junto a Iverna y Abelardo Arias el trío literario que marcó el siglo XX en la Mendoza y la Argentina.
Antonio Di Benedetto es, junto a Iverna y Abelardo Arias el trío literario que marcó el siglo XX en la Mendoza y la Argentina.

Pero, como señala Molina (2013), “Para Codina, la poesía es intimista y personal. La realidad social argentina la interpela sin concesiones y la obliga a tomar partido”; por lo tanto, la abandona pronto para dedicarse de lleno a la narrativa, en función de su concepto de la literatura como servicio: “Iverna encuentra el sentido de su vida en la ayuda a los más necesitados y descubre que la novela realista, que denuncia porque muestra sin disfraces la cruda realidad, es un medio privilegiado para concretar esa ayuda” (Molina, 2013).

Igualmente, la lección abrevada en los maestros del verso y en el ejercicio poético no cesa de dar sus frutos, porque -si bien su prosa es de raigambre realista-naturalista- alcanza altura poética en la captación del paisaje, consustanciado con la temática dura e hiriente de sus novelas.

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