“Boy” de U2: a 40 años de una revolución en el rock

Hace exactamente cuatro décadas los irlandeses lanzaron su primer disco, que marcaría la evolución del rock durante los ’80. Por qué fue un álbum polémico y qué mitos rondan ese debut.

Con el pasar de las décadas, la banda sigue intacta.
Con el pasar de las décadas, la banda sigue intacta.

En medio de una escena marcada por los coletazos del período punk pero con un sonido propio que lo diferenciaba del resto de las bandas, U2 comenzaba hace exactamente 40 años a escribir su rica historia con el lanzamiento de “Boy” (20 de octubre de 1980). Fue el primer paso que los irlandeses dieron para convertirse durante los 80′ en el grupo que marcaría el camino del rock.

Con letras que daban cuenta de la vida política y social irlandesa, y con un tratamiento en la guitarra y en la voz que le otorgaba un rango distintivo, U2 empezó a mostrar con este disco las credenciales que la convertirían en una de las bandas más importantes dentro del mainstream rockero.

Aunque para ese entonces el grupo llevaba cuatro años intentando forjar su estilo, este lanzamiento contenía “I will follow”, lo que sería ya un hit distintivo de la banda que forman Bono como vocalista, el guitarrista The Edge, el bajista Adam Clayton y el baterista Larry Mullen Jr.

En el plano sonoro, la mano del productor Steve Lillywhite resultaría clave para encontrar el equilibrio entre las sencillas y precisas bases rítmicas marcadas por el bajo y la batería, entre la fuerte presencia de la personal guitarra de The Edge y la expresiva voz de Bono, quien además daba indicios en sus primeras líricas de sus inquietudes humanitarias.

Todos estos ingredientes que aparecían en “Boy” posicionaban a U2 en un sitio único dentro de la escena rockera de la época que, tras la explosión punk, se debatía entre los aires lúgubres de bandas como Joy Division, Bauhaus y The Cure, el pop de sintetizadores que dominaría gran parte de los `80, la estridencia sonora del hardcore o las experimentaciones ligadas al art-rock.

Un disco polémico y amado

Acaso el hecho de que a último momento desistiera de producir el disco Martin Hannett, responsable del sonido de Joy Division, y se optara por Lillywhite en su lugar, haya ayudado a que el rol del bajo y la batería tomara distancia de las propuestas más “oscuras” de la época.

Por su parte, la guitarra de The Edge, caracterizada por los estridentes rasguidos que ponían énfasis sobre las cuerdas medias y agudas a través del uso de efectos de eco, se distinguía respecto a los power chords del hardcore o el toque escuálido de bandas como Talking Heads, por citar un ejemplo.

En tanto, las líricas serias de Bono se alejaban de la ironía pop y llenaban de contenido político a la rebeldía punk que todavía atravesaba la escena. Además, sus dotes técnicas como cantante eran superiores a las de otros vocalistas de la época.

Con su estilo, el combo también marcaba distancia con los dos grupos más famosos de Irlanda de aquellos años: Thin Lizzy,  embajadores de un contundente hard rock, y The Pogues, que mezclaba punk clásico con sonidos tradicionales de la música popular de ese país.

El primer impacto que U2 logró con este disco también tuvo su correlato en lo referente al aspecto visual, a partir de las reservas mostradas por los mercados de Canadá y Estados Unidos para respetar la portada original, lo que derivó en una controversia no buscada por su protagonistas.

Ocurre que para la tapa de “Boy” se utilizó la fotografía de un niño, hermano de un amigo de Bono, quien volvería a aparecer como modelo para la portada del disco “War”, lo que lo convertiría en un símbolo de la banda.

Sin embargo, las discográficas de Estados Unidos y Canadá argumentaron que esa imagen tenía una posible connotación “pedófila”, por lo que optaron por utilizar una foto distorsionada del grupo en sus respectivas ediciones.

La irrupción de U2 en la escena grande con este disco también alimentó algunas leyendas que, curiosamente, nunca fueron del todo aclaradas, como esa que afirma que un joven Bono había acordado una cita con John Lennon, uno de sus héroes musicales, para mostrarle su trabajo y pedirle consejos, la cual se frustró con el asesinato del exbeatle, en diciembre de ese mismo año.

Más allá de eso, la prensa especializada recibió en general de buena manera este debut, con críticas que destacaban su sonido “honesto y directo”, como la publicada en New Musical Express; y la carga política y poética de sus letras, tal como destacaba la revista Sounds. Por su parte, Melody Maker hizo hincapié en “la inocencia juvenil y la confusión” que emanaban de esas once pistas.

Ocurre que “Boy” encauzaba las intenciones demostradas en el precoz EP “Three”, a la vez que marcaba el inicio de un corpus que tomaría un carácter definido en “October”, “War”, “The Unforgottable Fire” y, fundamentalmente, “The Joshua Tree”, los discos posteriores que consagrarían a nivel mundial al grupo.

Allí aparecerían los éxitos que propagaron el sonido de U2 por todo el mundo, como “Gloria”, “Sunday bloody Sunday”, “New Year’s Day”, “Pride (in the name of love)”, “With or without you” o “I still haven’t found what I’m looking for”, por citar algunas.

La asociación en muchos de estos casos del grupo con dos productores de fuste como Daniel Lanois y Brian Eno, y la inclusión de U2 en la grilla de grandes festivales ayudarían a terminar de catapultar al éxito a la banda, del mismo modo que su participación en proyectos solidarios como “Live Aid” perfilarían el perfil humanitario de Bono.

Por todo esto, y la vigencia que los irlandeses mantienen, la publicación de “Boy” aparece como un hito en tanto carta de presentación de una de las bandas más populares y relevantes en la historia del rock mundial. 

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