Sebastián Ortega: las confesiones de la cabeza detrás de “Diario de un Gigoló” y los grandes éxitos de la TV

El productor tiene un termómetro especial para detectar buenas historias, como lo demuestra el suceso internacional de “Diario de un Gigoló” en Netflix, junto a Telemundo. Los proyectos que tiene en el tintero y cómo es hacer ficciones hoy en día en nuestro país.

Sebastián Ortega. Foto: Instagram
Sebastián Ortega. Foto: Instagram

Teníamos presupuesto acotado y el protocolo Covid se llevó un porcentaje enorme”, recuerda Sebastián Ortega sobre “Diario de un Gigoló”, miniserie que es furor en Netflix. Él la creó y la produjo. Además de reunir un dream team argentino en el que están Mariano Ardanaz en la dirección y Eugenia Tobal en el elenco, convocó a figuras como el español Jesús Castro, Fabiola Campomanes y la galardonada Adriana Barraza.

Por si fuera poco, la ficción está en tercer puesto a nivel mundial en popularidad y llegó al número uno en países como Turquía, un país muy exigente a la hora de evaluar este tipo de contenidos.

Pero Sebastián no se duerme en los laureles: ya tiene pensada su primera serie hecha en Estados Unidos (“tiene que ver con parte de mi adolescencia allá”, adelanta) y tiene en preproducción una serie sobre la vida de Pablo Escobar, para la que ya tiene los derechos gestionados, y la versión mexicana de “Historia de un Clan”, con el astro de las telenovelas Fernando Colunga.

Este florecer tiene una razón: “Desde que somos parte de NBC Telemundo, se sumaron las llamadas con los Estados Unidos. De repente aparecen 40 personas en los monitores y es todo virtual”, comparte.

Es la primera vez que un producto de Telemundo entra en ese top ten. ¡Hasta llegó a estar primera en Turquía! Que es rarísimo, porque es el número 1 en este tipo de contenidos, con un público muy exigente”, explica, como gran conocedor del mercado, en la siguiente entrevista publicada por diario Clarín.

-¿Qué se siente al dar vuelta un poco la rueda y conquistar el mercado turco que nos vende latas acá?

-Está buenísimo. Imaginate que de ahí han salido, en los últimos 15 años, las novelas más exitosas. Y un compromiso con una corporación tan grande que compró nuestra productora, de empezar a demostrarles que no se equivocaron en haber apostado. Es como una devolución. Cuando nos unimos a Telemundo necesitaban una ficción para Netflix, pero apuntando al mercado de México.

-¿Hoy pensás en ideas más universales?

-Sí, de hecho ellos venían grabando todo en México. Pero no había disponibilidad de cámaras ni edición allá cuando empezamos, ni nos daba el presupuesto para irnos.

-El contexto económico tan crítico de la Argentina tampoco ayuda…

-A veces hay que usar mucho el ingenio y el argentino para eso es muy bueno. Nosotros trajimos a los actores y lo hicimos en Buenos Aires. Generando nuestro propio universo, un lugar neutro.

-Cuando estaban con Underground en la meca de “El Marginal” contabas que llegaban justos a fin de mes.

-Siempre. Pero llegás a un momento en tu vida en que no querés lidiar más con ese peso. Y decís: Me merezco poder trabajar sin que exista el riesgo que en 10 meses, si hay una crisis, tenga que cerrar la productora cuando me está yendo bien.

-¿Tuviste miedo de cerrar?

-Sí, muchas veces.

-Siempre hablaste del éxito en términos de “ganarle” al sistema y escaparle a la monotonía de una rutina.

-Mis viejos (Palito Ortega y Evangelina Salazar) se pudieron dar ese lujo y crecí vibrando esa energía. Él se encerraba en un estudio en casa a componer y, aunque se aseguraba de que nadie entrara, yo me escondía atrás del sillón. Donde capaz estaba 3 horas sin que se diera cuenta, sabiendo que iba a ir porque se preparaba su botellita de vino y su guitarra.

Y completa: “Hoy, cuando escribo en un cuaderno, o a veces en una servilleta, un programa del que después habla todo el mundo, siento que lo logré”.

-Y cuando no funciona como pensabas o no acompañan los números, ¿Con quién te enojas?

-Conmigo mismo. No me enojo, es una sensación de frustración. Por eso me da pena cuando le pasa también a mis colegas, es muy triste.

-¿Cómo te sacás esa tristeza?

-Me pongo a trabajar de inmediato en otra cosa. Más que pincharme, me activa. Cuando hicimos “Gladiadores de Pompeya”, que no caminó, lo llamé a Pablo (Culell) y le dije: “Ya nos tenemos que poner a trabajar en algo que nos permita saltar la frontera. Y agarré mis escritos de “Lalola”, tres hojas, y en 2 meses estábamos grabando el piloto. Pasamos de ese fracaso a ganar el Martín Fierro de Oro.

-Cuándo recibís un premio así, ¿es verdad que no te dura mucho el disfrute?

-Es una noche. No me gusta dormirme en el éxito. Trato de absorberlo y tomar envión para salir con más fuerza a la cancha.

-Tu cabeza no descansa.

-No sé. Hay algo que tiene que ver con ganar un poco más de confianza. Hay mucha incertidumbre cuando uno saca un proyecto. Y reconfirmarlo está buenísimo.

-¿Te cuesta hacerte cargo también de ese reconocimiento que vos mismo generás?

-Yo no genero nada solo, acá somos muchos.

-Da la sensación de que te gusta pasar más inadvertido.

-Sí, no me gusta lo público. He aprendido con los años a dividir la exposición pública y la vida personal. En algún momento me costó un poco más que no se mezclen, pero aprendí con el tiempo. En lo personal, soy una persona que tiene mucho por aprender y a la que le gusta mantener la intimidad íntima.

-Pero, a la vez, seguramente te enterás de noticias que son públicas, como la separación de Guillermina Valdés, tu ex y mamá de tus hijos…

-Por supuesto. Pero, bueno, todos elegimos. Si acontece algo en mi vida personal no voy a salir a anunciarlo en las redes sociales, no voy a sacar un informativo. Pero el que elige hacerlo está en todo su derecho. Solamente puedo decidir sobre lo que yo hago con mi vida. Lo que hacen los demás es un tema de ellos.

-Y tampoco solés ir a grandes eventos o viajar mucho a festivales.

-No, fui al Festival de Cannes la última vez con mi hermano Luis, que no iba a ir, pero me dijeron: ¿Cómo no vas a ir a Cannes? Y estando allá me di cuenta de que había hecho bien.

-¿De dónde viene esa resistencia? ¿De tu personalidad?

-No es la parte que más disfruto del trabajo.

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