Qué es la Ceremonia del Fuego Sagrado y por qué puede ayudar a mejorar tu vida

Al igual que el sol, el fuego es fuente de vida pero también puede ser destrucción y trasmutación. En ese ciclo, quienes trabajan en armonía con los elementos, los chamanes y facilitadores, acompañan a las personas que buscan ayuda, tranquilidad o respuestas.

Se trata de un ritual de purificación y de intención
Se trata de un ritual de purificación y de intención

Entre los ritos chamánicos andinos, uno de los más difundidos y que va ganando cada vez más participantes en Mendoza es la Ceremonia del Fuego Sagrado, que consiste -a simple vista- en encender una fogata, sentarse alrededor y realizar intenciones. Sin embargo, la sacralidad y la efectividad de este ritual está lejos del pensamiento mágico que podría llevar a creer, por ejemplo, que por el solo hecho de asistir se cumplirán todos los deseos.

En nuestra provincia existen distintas personas dedicadas a la investigación y estudio del chamanismo y de los conocimientos ancestrales. Fernando Prats, miembro de la organización panteísta Conciencia Activa y facilitador en la Ceremonia de Fuego Sagrado, ha dedicado 25 años a estudiar la cultura andina y los secretos de esta actividad, tan cercana geográficamente pero tan lejana en su interacción con la vida moderna.

“La concepción del fuego es, primero, una concepción filosófica. A partir del fuego es que empezamos a separarnos como especie humana del resto de las especies. A partir de tener fuego podemos dormir de noche” explica Prats.

La conexión atávica del ser humano con el fuego tiene simbolismos arraigados a nivel inconsciente que pocas veces han sido estudiados por la ciencia pero que, sin embargo, son ampliamente conocidos por las culturas autóctonas.

“El fuego ya de por sí tiene la atracción, que es psicológica, de que el fuego es protector. Volver al fuego genera una condición, por algún motivo que no se comprende, uno se siente más tranquilo, en calma. Eso permite observar ciertas cosas de uno mismo muchísimo mejor”, agrega.

En las sociedades Inka, Hopi, Tibetana, Maya y otras sociedades indígenas de todo el mundo, los ancianos mantienen la tradición de reunirse alrededor del fuego, sobre todo en las noches de luna llena.

Una ceremonia del fuego ayuda a repensar todo lo que uno viene transitando y eso de acuerdo a la época del año va a tener diferentes funciones, por ejemplo en invierno va a ser más introspectivo y en verano va a ser más reacción hacia afuera, independientemente de la actividad que hagamos”, detalla Fernando Prats. El fuego se convierte entonces en el maestro.

Conceptualmente, para quienes dirigen estas ceremonias, el fuego encendido es una minúscula parte del Sol, que a su vez, es el hacedor de vida. “Filosóficamente, el fuego es una semilla del Sol que nos abre una fuente hacia nuestro interior real, hacia cómo estamos pensando de verdad y hasta qué nos está pasando. Eso hace que vos te metas para adentro inevitablemente y tiene que ser guiado en una ceremonia que tiene un orden específico en el cual se le da un mensaje al inconsciente de cómo tiene que funcionar”, destaca.

“El Sol, en verano, está 5 millones de kilómetros más cerca que en invierno, eso hace que nuestro cuerpo funcione diferente. Lo que va a hacer una ceremonia del fuego, es adaptar nuestro sistema nuestras emociones, nuestra mente y nuestro trabajo hacia ese andar en línea con el ritmo natural, independientemente de que vivas en un departamento o vivas en medio del campo, el ritmo natural va a marcar siempre”, agrega.

El ritual que da inicio a este tipo de ceremonias tiene varios pasos que incluye la búsqueda de un espacio sagrado, quema de elementos de la naturaleza, alimentarlo con todo lo que el chamán considere necesario para lograr un “fuego amigable” y finalmente, acompañar a los visitantes a ser parte de la ceremonia.

“La ceremonia de fuego consiste de tres partes: aquellos de lo que queremos desprendernos, una cosa que queremos pulsar para adelante, y una concepción filosófica de que todo lo que queremos, funcione. Pero si eso no está en línea con la realidad, no va a pasar y entonces cuando uno se pone delante del fuego, se puede dar cuenta de si estamos pensando correctamente o no, si lo que estamos pidiendo es absurdo o si es viable y qué tengo que trabajar para lograrlo”, dice Prats.

Esto varía de acuerdo a las culturas y las creencias, sin embargo, la reunión en torno a un fuego encendido es una costumbre tan vieja como el descubrimiento del fuego mismo.

“Lo que hacen las ceremonias como la del fuego es hacer que nosotros nos pongamos en ritmo con la naturaleza y a veces lo único que necesitamos es dejar de pensar, un poco bajar, la cabeza, la agitación mental que es permanente”, explica Prats.

“Eso produce otros efectos que tienen que ver con la administración de la energía, pensar más claro y sentir más claro”.

La vida cotidiana, en la que el trabajo le va ganando terreno al descanso y cada vez son menos las horas de sueño, el insomnio por preocupaciones, las noches de desvelo mirando series o reels, hacen que el sistema se desconfigure. Además, la administración diaria de emociones y la sobrecarga de problemas termina generando una especie de adormecimiento emocional.

Se pierden capacidades emocionales y eso perjudica las funciones biológicas tanto mentales como emocionales. Este tipo de ceremonia hace que eso se restituya, se reactive y, al poder activar todo eso, automáticamente el cuerpo y la mente empiezan a funcionar mejor”, explica el Prats, y agrega “No pasa por una concepción mística, eso que es simbólico, sino por darnos cuenta de las cosas que hacemos” y cómo cambiar aquello que ya no nos hace sentir en sintonía con nuestros deseos.

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