El perfecto balance entre ser, hacer, dar y recibir: consejos para encontrar tu Ikigai

Si bien este concepto japonés está bastante adaptado a Occidente, no implica solamente trabajar en aquello que sabemos hacer y nos gusta para ganar dinero. Se trata de un camino de vida, de autodescubrimiento y entrega.

Ikigai, un concepto oriental que adaptamos a nuestra calidad de vida.
Ikigai, un concepto oriental que adaptamos a nuestra calidad de vida.

La cultura japonesa parece ser una fuente inagotable de sabiduría ancestral. Sus individuos aplican a su vez esta sabiduría a la vida cotidiana con tal fluidez que logran hacer mucho más llevaderos los procesos difíciles, los trabajos pesados y la rutina.

Por otra parte, en este cúmulo de conocimientos japoneses que el mundo occidental va aprendiendo, adaptando y aplicando, se encuentra el concepto de “Ikigai”. Con este término expresamos esa suerte de “momento de felicidad” que sentimos cuando percibimos que todo en nuestra vida se encuentra en perfecto balance.

Dicho así, en una sociedad occidental encofrada para trabajar por objetivos, parece una meta difícilmente accesible y demasiado volátil como para gastar energía en ella. Sin embargo, el concepto japonés hace referencia a un proceso aplicable al día a día, durante toda la vida.

En Occidente, al Ikigai se lo asocia frecuentemente con un diagrama de Venn con cuatro cualidades que se superponen: lo que amas, para lo que eres bueno, lo que necesitas y por lo que te pueden pagar.

Para los japoneses, sin embargo, la idea es un tanto distinta, ya que puede o no involucrar un sueldo o un trabajo. De hecho, en una encuesta hecha en Japón en 2010 con 2.000 hombres y mujeres, solo el 31% de los participantes consideraron su trabajo como su Ikigai. Para ellos el trabajo puede ser muy importante, pero su vida no se limita a eso.

La idea es que la realización se alcanza con cosas que van más allá de la pasión, la misión, la vocación o la profesión. Incluso más allá del dinero, del talento, de los gustos o de lo que pasa en el mundo.

Ikigai
Ikigai

Significado conceptual

Ikigai es un concepto japonés que no tiene una traducción literal (parecido a lo que pasa con el “hygge” danés). Pero podría definirse como “lo que hace que la vida valga la pena ser vivida”, “la razón de ser”, “el motivo que hace que te levantes a la mañana”, “tu propósito”.

Su origen se remonta al período Heian (794-1185). “Gai viene de la palabra kai (’conchas’ en japonés,que eran consideradas muy valiosas) y de allí se derivó ikigai como una palabra que significa valor en la vida”, explica Francesc Miralles, periodista español y escritor, quien junto al ingeniero Héctor García escribió el libro “Ikigai: los secretos de Japón para una vida larga y feliz”, publicado en 2016 y vendido en más de 30 países.

Hay otras palabras que usan kai: “yarigai” o “hatarakigai”, que significan el valor de hacer y el valor de trabajar. Y al ikigai se le puede ver como un concepto amplio que incorpora esos valores en la vida.

El objetivo es identificar aquello en lo que eres bueno, que te da placer realizarlo y que, además, sabes que aporta algo al mundo. Cuando lo llevas a cabo, tienes más autoestima, porque sientes que tu presencia en el mundo está justificada. La felicidad sería la consecuencia”, profundiza Miralles.

Cómo encontrar el Ikigai

Carolina Rendon, acompañante terapéutica en el camino del Ikigai, radicada en Mendoza, explica que consiste en conjugar “aquello que haces bien, lo que te apasiona, lo que valoran los demás de vos y aquello por lo que te pueden pagar”. Pero aclara que “no es un camino fácil de encontrar, pero es un autoconocimiento necesario para la vida”.

También explicó que muchas veces, este “despertar” se da en momentos cruciales, cuando la persona está buscando respuestas, sufre alguna crisis de identidad, profesional o de metas a largo plazo.

En este sentido, puede darse el caso de que haya personas que sienten que no poseen habilidades especiales ni objetivos que cumplir. “Eso es una creencia equivocada”, dice el periodista español. “Por eso es importante mirar atrás y tratar de recordar qué cosas hacías bien cuando eras niño. Todos los niños tienen un don natural: unos para el dibujo, otros para la música, el baile, el deporte… Lo que ocurre es que estos talentos, cuando llega la edad adulta, se tapan”.

Algunos siguen su pasión, pero al no tener base firme en la realidad se desaniman cuando sus sueños no se concretan. Otros se resignan a carreras que les dan dinero y estatus, haciendo cosas que no les gustan. Algunas personas trabajan en lo que les gusta, en lo que son buenos y que les da un buen pasar económico, pero sienten que no hacen una diferencia en el mundo, que no le aportan nada a otras personas. Todos tienen algo en común: se sienten vacíos.

Ikigai
Ikigai

Así que es fácil saber por qué es tan difícil encontrar el propósito: porque nadie nos mostró el camino, y porque lo buscamos afuera de nosotros, en cosas externas, sumidos en la vorágine del día a día.

Para saber cuál es nuestro ikigai, Francesc Miralles aconseja, como punto de partida, responder cuatro preguntas:

- ¿Cuál es mi elemento? Hay personas que se sienten cómodas haciendo cosas solas, y a las que les estresa estar en grupo”, plantea el experto. “Su ikigai no podrá enseñar, ni dar conferencias, sino una actividad más recogida”.

- ¿Con qué actividades se me pasa el tiempo volando? Es otro indicador de que se trata de una pasión por desarrollar, asegura.

- ¿Qué te resulta fácil hacer? “Hay gente que tiene facilidad para poner orden en documentos, o comprender diferentes puntos de vista”, ejemplifica.

- ¿Qué te gustaba cuando eras niño? Podremos saber si nuestro ikigai está en actividades artísticas, intelectuales, de ayuda a los demás, de pensamiento científico, etc.”.

El siguiente paso, una vez identificado, sería desarrollarlo. Para ello, habría que trazarse un plan y obligarnos a seguirlo. Cuando el objetivo supone un cambio radical, “te has de replantear tu vida a todos los niveles: económicamente, si podrás seguir viviendo en el lugar donde vives, si las personas que te acompañan son las adecuadas”, añade.

Pero el ikigai no es completo si la meta marcada no implica un servicio a la comunidad. “Todo el mundo quiere ser útil. Por eso nos sentimos más felices cuando hacemos un regalo que cuando lo recibimos”.

5 consejos para encontrar tu ikigai

Ikigai es un proceso, es un flujo continuo, no es algo que se descubre y queda fijo para siempre. Exige poner la cabeza a analizar cada situación que se presenta, evaluarla y dejar que se desarrolle para que se fortalezca. Encontrar tu ikigai implica autoanálisis, prueba y error.

1- Dejar que el ikigai sea tu brújula: Es como una guía que te ayuda a encontrar el camino y alinear tus acciones para orientarlas hacia tu norte, que es tu propósito. Cuando tengas que tomar decisiones difíciles, dejá que tu ikigai te oriente.

2- No esperar sentirse pleno las 24 horas del día: No todo será siempre fácil. Pero lo bueno de tener un propósito y conocer tu ikigai es que te ayudará a mantener el rumbo y el foco, y a tener una visión más clara cuando aparezca alguna tormenta.

3 - Despejar tus juicios y creencias: El propósito tiene todo que ver con ponerte al servicio de los demás. Así que si tu ikigai está orientado hacia tu carrera o hacia tu trabajo, está bien. Eso no quiere decir que tu familia, tus hijos o tus amigos no sean importantes. Simplemente quiere decir que la sensación de plenitud deriva del equilibrio de todas las partes que componen el ikigai.

4 - No tomarlo como un destino, sino como un camino: Ikigai no es algo denso o pesado, es liviano y fluido. Se mueve como las mareas, con el ritmo de tu vida. Hay que tomarlo despacio, viviendo en el momento, dando pequeños pasos.

5 - Se puede tener más de un ikigai en la vida: Sí, es posible editar el propósito de tu vida a lo largo de los años, porque puede evolucionar o cambiar. La clave está en disfrutar el proceso, y no tomárselo con demasiada gravedad. El ikigai siempre es liviano.

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