Las ilustraciones gauchescas de Enrique Rapela vuelven a las librerías en una edición de lujo

El Ateneo y la familia Grüneisen llevaron adelante el ambicioso proceso de rescatar la enciclopedia ilustrada más importante dedicada al gaucho. ¿El objetivo? Tender un nuevo y esclarecedor puente entre el campo y la ciudad.

Las ilustraciones de Enrique Rapela fueron editadas originalmente en 1977.
Las ilustraciones de Enrique Rapela fueron editadas originalmente en 1977.

En el mercado editorial argentino, hasta octubre pasado no había ningún libro que contara detalladamente, de forma ilustrada y en una edición notable, la vida de los gauchos.

Pero había precedentes: en 1977, una empresa similar afrontó el ilustrador gauchesco Enrique Rapela. Moriría un año después, pero dejaría impresa su obra máxima: una enciclopedia ilustrada de la cultura campera en nuestro país.

En tres fascículos, dejaba registro de la vida de los gauchos: desde su vestimenta, sus pasatiempos, su relación con los animales, sus costumbres, habilidades, herramientas de trabajo y hasta de sus supersticiones.

Sin embargo, el libro se olvidó durante todas estas décadas, hasta que el año pasado, gracias a El Ateneo y la familia Grüneisen, se presentó una impecable reedición: “Conozcamos lo nuestro / The Gaucho’s Heritage. Homenaje ilustrado al gaucho”, que recupera las ilustraciones originales y moderniza el antiguo texto, con prólogo de Mariano F. Wullich y Pilar Altilio, más una traducción al inglés hecha por Emilia Ghelfi.

Puede conseguirse en Mendoza en las sucursales de Yenny o a través de internet en Tematika.com, por un valor de $3.500 (se trata de una suntuosa edición).

Felipe Cayetano Grüneisen, productor agropecuario de la provincia de Entre Ríos, fue uno de los responsables de este rescate.

-¿Con qué idea surgió el proyecto y cómo fue el proceso de edición de la obra de Rapela?

-Esto surge hace seis o siete años. Estábamos con mi padre recorriendo librerías de usados, siempre hojeando los estantes de publicaciones campestres, rurales o criollas. Encontramos los tres tomos originales de Rapela, que habían sido publicados en el año ’77. Obviamente, tenían el desgaste del tiempo: las páginas amarillentas, rotas o dobladas. Estaba oxidándose, porque además la calidad de la impresión no era nada espectacular. Lo primero que hicimos fue comprarlos, aunque no estaban los tres ahí, sino que tuvimos que ir a otra librería a ver si conseguíamos el tercero. Tuvimos que juntarlos.

-¿Qué les interesó?

-Las compramos porque nos parecía de enorme riqueza tenerlas en nuestro campo y consultarlo. Nos parecía una obra espectacular, que se estaba perdiendo. Ya no hay muchos de esos tomos dando vuelta. Después, hace dos años, un día charlando con mi padre, en el campo, estábamos viendo de vuelta el libro y surgió la idea de poner en valor la obra. Así, pasito a pasito, fuimos haciendo todo: juntarse con la editorial, negociar con las herederas, etcétera. Se tuvieron que digitalizar todas las imágenes, mejorarlas y volver a la prosa más contemporánea, porque estaba escrito con oraciones muy largas de otra época.

-Por la reseña del libro, veo que es una descripción minuciosa de la vida del gaucho hace algunas décadas atrás. ¿Cuántas de esas cosas siguen vivas al día de hoy, en un mundo tan diferente?

-Increíblemente, hay un montón de cosas que siguen vigentes. Obviamente, pasó el tiempo, pero los oficios rurales siguen siendo bastante parecidos, o la cultura rural: por ejemplo, el mate. Todo lo referente al caballo sigue igual: las enfermedades, los estribos, la montura, el apero, las riendas, el lazo... Dependiendo la zona geográfica del país se usan más o menos herramientas, pero eso sigue. Después, todo lo que son los juegos que tenía el gaucho, como la taba, la sortija o las cartas, también continúan. La vestimenta, en muchos lugares se sigue usando poncho. Si uno repasa el índice, se sorprende de lo poco que han cambiado la mayoría de las cosas.

"Conozcamos lo nuestro", edición bilingüe, fue editada por El Ateneo en 2020.
"Conozcamos lo nuestro", edición bilingüe, fue editada por El Ateneo en 2020.

-Al momento de remitirse en la plástica a las “escenas gauchescas”, inevitablemente pensamos en Florencio Molina Campos (1891-1959). ¿Qué diferencia notás con la visión del gaucho que ofrece Rapela?

-A mi entender, Rapela ofrece una visión mucho más atada a la realidad. Se hace una descripción minuciosa de sus costumbres y su forma de vivir. En este caso, es una enciclopedia ilustrada del gaucho en la que sigue al pie de la letra su cultura. Pero Rapela tuvo otras obras, como “Fabián Leyes” o “El Huinca”, en donde se asemeja más a Molina Campos, en el sentido de que era más caricaturesco o novelado. Habría que ver con qué obra se lo compara, pero en general Molina Campos lo describe de manera más romántica, con rasgos más exagerados. Rapela era más realista, porque sus dibujos trataban de asemejarse lo más posible a la realidad. Pero en general, los dos querían poner en valor al gaucho, porque muchas veces se tenía (o se tiene) una imagen peyorativa de ellos, cuando en realidad eran personas muy inteligentes, con una capacidad de observación impresionante, muy fieles y muy tenaces. Ambos quieren dar una imagen más fehaciente de ellos.

-Veo que es una edición bilingüe, lo cual me parece muy importante a la hora de exportar nuestra cultura. ¿Qué los motivó en esa decisión editorial?

-Esto fue una discusión bastante larga que tuvimos, porque había quienes querían y quienes no. A mí me pareció muy importante poder hacerla en dos idiomas, justamente para poder llevarla a la mayor cantidad de gente posible. Argentina es un país que recibe bastante turismo y no hay una obra de esta temática, y de este calibre, traducida al inglés. Pero por otro lado, en muchos países del mundo han escuchado o mencionan la palabra “gaucho”, y nadie tiene idea de lo que eran o de dónde vienen. Yo viví en el extranjero y hay restaurantes que se llaman así y que no son de argentinos ni tampoco saben nada sobre ellos. Lo mismo en Argentina: uno usa la palabra “gauchada”, por ejemplo, pero no sabemos bien el fondo de todo. Me pareció importante que en otros países se pudiera leer algo de estas características. Y creo que fue una decisión acertada, porque -si bien ahora estamos cerrados al turismo- ya hubo varias compras de gente de afuera. También lo estamos haciendo en formato de eBook (es decir, libro digital) para llegar a más personas todavía. Si uno quiere rescatar nuestra cultura criolla argentina, qué mejor manera de poder exportarla lo más posible...

-¿Hay planes de presentar el libro en otros países?

-Sería un sueño poder hacerlo, pero no es fácil, porque uno tiene que vender el libro casi sin que lo hayan visto. Es difícil. Pero el eBook nos va a ayudar mucho: enviás una copia digital, lo hojean, lo revisan y si les gusta hacen una compra en firme. Y viajar, lo veo más posible por Sudamérica.

-Así como la obra de Rapela, imagino que habrá muchos artistas (desde ilustradores a escritores) que esperan una revalorización por su aporte a la cultura del campo. ¿Hay ideas de continuar “conociendo lo nuestro” con otros proyectos?

-Sí, estamos terminando de acomodarnos con esto, que es un proyecto filantrópico (es decir, con esto no buscamos ganar dinero ni mucho menos). Es simplemente nuestro granito de arena para promover la cultura gauchesca y rural más que nada en Argentina, donde creemos que hay mucho desconocimiento de gente que no es del ambiente. Se nos critica mucho a los productores agropecuarios: es un tema muy vigente desde hace mucho tiempo. Por eso la idea es acercar el campo a la ciudad, generar diálogo, tender puentes, contextualizar nuestra actividad: ese es el objetivo de fondo, no tanto lo económico. Creo que este libro da un pantallazo general de lo que es la historia del campo, pero también es un desencadenante. Después de esto, puede ser que en algún momento sigamos recuperando este tipo de trabajo, porque hay muchos y muy buenos, que se están perdiendo. No lo descartamos. Es un tema que ya lo hemos hablado, pero también es una inversión grande, lleva mucho tiempo. Pero creo que sí: en algún momento nos pondremos a analizar qué otra obra de estas características podemos revalorizar para seguir aportando a nuestra cultura.

Acerca del autor

Enrique José Rapela nació en abril de 1911 en Mercedes, provincia de Buenos Aires. Creció aprendiendo las tareas rurales y las costumbres del hombre de campo, y administró la estancia La Carolina, en Roque Pérez.

Autodidacta, fue un apasionado emprendedor, guionista, dibujante, editor, escritor e historiador. Realizó numerosas exposiciones como acuarelista, ilustró libros, y sus trabajos aparecieron en almanaques, tarjetas postales y hasta en cajas de fósforos.

Su primera historieta gauchesca apareció en 1939 en el diario La Razón: “Ciriloel Audaz”. “El Huinca” se publicó en Patoruzito en 1957; “Fabián Leyes”, en La Prensa, en 1964, y “Cirilo el Argentino”, en 1963, para Editorial Columba. En diversas revistas fue publicando reflexiones didácticas sobre el origen de ciertas palabras, así como dibujos explicativos. Conozcamos lo nuestro, “una singular enciclopedia de terminología campestre”, reunió esta producción en tres tomos en 1977, y en ediciones posteriores. Rapela falleció en Buenos Aires en febrero de 1978.

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