No culpabilizar al arbolado

El autor de la nota escribe sobre la importancia del arbolado en Mendoza tras una propuesta informada por un intendente.

Imagen ilustrativa / Los Andes
Imagen ilustrativa / Los Andes

Hace un tiempo, un intendente de uno de los departamentos más representativos, privilegiado por los mejores espacios públicos que nos van quedando, anunciaba que el cambio climático regiría la agenda del municipio. Y para demostrar el compromiso, no plantarían árboles que consuman agua. No más especies exóticas, vamos con el algarrobo.

Repitiendo una y otra vez, sustentable, ecológico, cambio climático y crisis hídrica, siguió ese discurso olvidado media hora después bajo la sombra de plátanos o moreras plantados hace 100 años. Porque cuando se definió este modelo y por sobrados motivos, a nadie se le ocurrió utilizar al algarrobo como árbol urbano.

Un año y medio después, los concejales del mismo color político, mismo municipio, gobernado por el mismo intendente, aprueban una ordenanza promoviendo cubiertas verdes y muros verdes en nombre de la sustentabilidad, ecología, cambio climático, crisis hídrica y demás flagelos de esta época. Mismos objetivos, consideraciones opuestas.

Mientras anuncian ahorrar agua en riego de árboles, promueven utilizarla en elementos de comprobada ineficiencia, costosa tecnología y mantenimiento, pero vendedores de imagen de compromiso con el ambiente. Eso es todo lo que hay para decir sobre un tema complejo, considerado desde las apariencias.

Explícita o tácitamente, el arbolado es culpabilizado, los resultados son opuestos a las intenciones de discursos supuestamente profundos y la consecuencia es este desmanejo de los espacios públicos. Las modas nunca serán puerta de ingreso para definir los ejes de las políticas del hábitat humano ni cualquier otra política.

Vemos a Irrigación erradicar las arboledas rurales que no piensa reponer, porque en el imaginario impuesto, considerando a la producción agrícola como única protagonista del oasis, el arbolado público pasó a ser un artículo de lujo que podemos dejar secar u hormigonar.

Con la desaparición de las políticas provinciales de promoción del arbolado, se han abandonado los viveros donde se cultivaban y distribuían.

Seguramente, hay alguna explicación lógica para esto, algo que no nos avergüence decir, pero no logro imaginar qué puede ser.

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