El alma de un pueblo que todavía la recuerda

La lectora comparte su opinión sobre María Galante.

Centro de Junín sobre ruta 60  
Foto: Mariana Villa / Los Andes
Centro de Junín sobre ruta 60 Foto: Mariana Villa / Los Andes

Nació en Mundo Nuevo (Junín) en 1905, era la menor de catorce hermanos y su nombre, María Galante.

Hija de un inmigrante italiano. Vivieron en el campo en una pequeña finca. No existía allí transporte público.

Finalizó  segundo año de secundaria en la Escuela Normal de preceptores de Rivadavia. El tercer año lo cursó en la ciudad de Mendoza. Para el 4to año viajó a Buenos Aires y allí se recibió de maestra normal nacional.

Cuando volvió a Mendoza, en 1924, fue nombrada maestra titular en la Escuela Nacional de Santa Blanca, Maipú.

Más tarde, en 1935, contrae matrimonio con un militar retirado, Raúl Benito Serre. En 1945 la nombran directora en el pueblo de Philipps, Junín, en la Escuela Nacional N° 86. Ya para esa época tenía seis de sus nueve hijos.

Philipps era un pequeño pueblo, rural, que carecía de los servicios básicos.

Entre sus primeras tareas estuvo la de lograr que los niños asistieran a la escuela.

Entre tantos estudiantes que acompañó y estimuló para que continuaran su formación, estuvo el joven Guillermo Morán que llegó a ser maestro y hoy la escuela del pueblo de Philipps N° 4-181 lleva su nombre. Ya en esa época, habían nacido sus últimos tres hijos.

Realizó muchas actividades con miras al progreso de su pueblo, con ayuda de numerosas autoridades (intendente, gobernador, senadores). Trabajó con el INTA de Junín, viajó a Buenos Aires por el Congreso de Hogares Rurales.

En el pueblo fundó una guardería para que las madres pudieran trabajar. Actualmente esa guardería está oficialmente a cargo de la Municipalidad de Junín.

Fue una precursora del diálogo y la comprensión hacia el estudiante antes que la mano dura. 

La salud y espiritualidad de los niños de la escuela y del pueblo fue también prioridad para ella mientras fue directora, por lo que logró la asistencia del gobierno con profesionales de la salud, la asistencia de los Misioneros Oblatos a quienes hospedaba en su casa para que pudieran visitar a las familias del pueblo.

Fue defensora de los derechos de las personas, fue madre y esposa. Todos sus hijos tuvieron formación secundaria y superior. Quiero honrar una gran vida con sus muchas obras, su amor y su espiritualidad. María Galante de Serre, quien murió en 2001, fue el alma de un pueblo, que hoy la sigue recordando.

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