El Marginal 3: la historia vuelve al comienzo

Hoy a las 22, por la TV Pública, se estrena la tercera temporada de una de las mejores series argentinas de los últimos años.

El Marginal 3: la historia vuelve al comienzo
El Marginal 3: la historia vuelve al comienzo

En el año 2006, después de haber trabajado durante algunas temporadas para Ideas del Sur, Sebastián Ortega y Pablo Culell creaban Underground Producciones. Esta nueva productora nacía con la premisa de tratar de crear contenidos que sean originales y que tengan calidad. En los más de veinte proyectos que realizaron hasta ahora, salvo un par de excepciones, todos tuvieron mucho éxito, muy buen rating, mucha aceptación del público, tramas interesantes y contemporáneas, recolectaron infinidad de premios e incluso algunos se vendieron muy bien para otros mercados.

En 2016 llegaría una ficción que hoy, podríamos decir, es la joya de la corona. "El Marginal" se metía de lleno con el género policial, algo que no habían tocado hasta el momento. La trama se centraba en Miguel Palacios (Juan Minujín), un ex policía que se metía adrede al penal de San Onofre haciéndose pasar por un criminal para tratar de infiltrarse en un grupo de secuestradores que operaba desde la cárcel. Él tenía que tratar de encontrar a la hija de un juez corrupto que estaba escondida en algún lugar de ese establecimiento.


Gustavo Garzón y Gerardo Romano: el primero interpreta a un exitoso empresario.  | Gentileza
Gustavo Garzón y Gerardo Romano: el primero interpreta a un exitoso empresario.  | Gentileza

La serie tuvo muy buena recepción por parte de la crítica, pero también el público la acuñó entre sus favoritas. La combinación de una buena narración, personajes interesantes, una producción impecable y la temática carcelaria vista por dentro hizo que este producto fuera irresistible. Si haberla emitido en un canal al que el público no llega tanto había sido su única contra, todo quedó subsanado cuando tres meses después de que terminara desembarcó en Netflix. La popularidad que había alcanzado el boca en boca hizo que toda la gente que se la había perdido tuviera la chance de verla en streaming y explotó. Eso, más los premios que recibió, la catapultaron directamente a ser una de las mejores ficciones argentinas de la década.

Sin contar -para los que no la vieron- cómo terminó la primera temporada, se decidió que la segunda se centrará en dos personajes tan violentos como adorables: los hermanos Borges, "Diosito" (Nicolás Furtado) y Mario (Claudio Rissi). Capos de San Onofre en la primera, en esta temporada la historia transcurría tres años antes, su llegada al penal y la lucha por el poder con "El Sapo" Quiroga (Roly Serrano), un personaje deliciosamente siniestro.

La historia inconclusa se va a terminar con esta tercera parte, en la que los Borges siguen siendo el hilo conductor de la historia. ¿Pero por qué estos dos personajes, que eran secundarios, se convirtieron en el eje de la trama y son adorados por el público? Según Claudio Rissi: "La serie se convirtió ya un poco en la historia de ellos. Nosotros jugamos mucho; la composición que hizo Nicolás (Furtado) de su personaje es extraordinaria, extraordinaria. Entonces, ya funciona solo". 


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Por su parte, Nicolás Furtado opina: “Los hermanos Borges se hicieron unos grandes representantes de la serie, es cierto. Creo que lo lograron por el vínculo familiar que los une, porque si hay un poco de amor en esta ficción lo representan ellos”. Es indudable que se formó un gran equipo entre estos dos actores. Se conocen, se amalgaman muy bien y ese conocimiento que tienen uno del otro traspasa la pantalla.

“Con Claudio pegamos muy buena química y es un placer laburar con él, y creo que eso tiene sus frutos en las escenas. Eso está buenísimo. Encima, ahora tengo la suerte de que se centraron en lo que les pasa a ellos y la historia pasa por ahí. Nosotros estamos muy contentos por eso y súper agradecidos”, cuenta Furtado. Y Rissi concuerda: “El vínculo que establecemos con él es muy bueno. Somos hermanos en la ficción, y en la vida real también. Nos llevamos muy bien y nos hemos hecho muy amigos. Nos queremos mucho, nos cuidamos y cada vez que tenemos una escena juntos nos consultamos todo”.

Esta tercera temporada se centra dos años después del "Motín de las Palomas", y un año antes del secuestro de Luna Lunati (Maite Lanata). Los Borges ya consolidaron su poder en San Onofre. Lo que necesitan ahora es tramar un plan para recaudar mucho dinero rápido porque tienen una posibilidad de "comprar" su libertad. Por pedido de Antín (Gerardo Romano), los hermanos deben proteger a un interno recién llegado (Toto Ferro), hijo de un empresario poderoso.


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Otros personajes conocidos también vuelven, como el de Emma (Martina Gusmán), que está lidiando con los traumas que le dejó el motín. "Está en un paréntesis en su vida. No es la Emma que conocimos antes y está atravesando una situación muy particular. Por momentos, parece casi otro personaje. Con su esencia, pero que vive las consecuencias un poco de lo que le pasó en la dos, y al mismo tiempo tiene que hacer el arco para el personaje que vamos a conocer después en la uno", explica la actriz. Y continúa: "En ese sentido, fue un desafío muy grande: cómo conservar su esencia, pero al mismo tiempo permitirse bucear en esa intensidad donde le pasa algo absolutamente diferente, que casi se le viene en contra todo lo mismo por lo que ella lucha."

Por otro lado, también están los jóvenes de la Sub 21, que van a intentar destronar a los Borges tejiendo alianzas con un preso ex boxeador llamado Oliverio Bruni (Alejandro Awada) y con Pantera (Ignacio Sureda). Abel Ayala encarna a César, el líder de la Sub 21 y cuenta cómo fue retomar su personaje y armar su pasado: "Soy un actor bastante inconsciente, la verdad. Pero me ayudan los directores, lo que me escriben, la gente que me rodea, lo que me devuelven mis compañeros. En base a eso, voy trabajando. Soy como una esponja que absorbe todo eso."

Es que los actores comenzaron contando a sus personajes por el final en la primera temporada. Tanto la segunda como la tercera se ubican años antes y entonces la construcción tienen que hacerla para llegar a lo que se vio primero. "Es muy difícil construir a un personaje así", cuenta Martina Gusmán. 

“En la segunda temporada lo que hice fue volver a ver toda la primera y deconstruir para atrás y preguntarme cómo armar este personaje para llegar al que conocemos. Ahora fue volver a ver el final de la segunda y volver a ver la primera para ver adónde estábamos llegando. Tenía que tratar de entender ese paréntesis en el cual está Emma, y por qué ahora necesita anestesiarse como lo hace en esta temporada. Y de alguna forma también terminar de comprender lo que después vemos en la uno, en donde el personaje es súper enigmático y tiene cosas que no terminamos de entender. Acá lo vamos a entender todo: lo que le pasa, lo que oculta, lo que no cuenta”. Por su parte, Rissi explica: “Tiene que ver con la curiosidad, hay que entrar a un lugar que no le pertenece. Es un trabajo de adaptación al medio, que es casi un ejercicio teatral.”


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Uno de los personajes nuevos es Estela Morales (Ana María Picchio), conocida como La Jefa: "Ella es directora de todas las cárceles del país y va a San Onofre a marcar las reglas. Además, la llaman para que inspeccione al personaje de Gerardo Romano, del que ella fue novia. Morales va para cortarle las piernas y él sabe que ella va a llegar. Entonces, es una pulseada difícil", cuenta la actriz.

Es la primera vez en toda su carrera que Ana María encarna un personaje de este tipo: "Me gustó, mucho, mucho, mucho. Nunca había hecho algo que no tuviera que ver nada conmigo. Porque, en realidad, yo no pienso que las cosas se arreglan así. Soy anti mano dura, soy muy humana, más de escuchar al otro. Mi personaje es todo lo contrario al que tenía Daniel Fanego (Garófalo), que era más conciliador, más de charlar las cosas. Me pareció muy interesante Morales. Me sacó muchas cosas personales que pensé que no las tenía. O sea, podemos decir que los autores pudieron ver cosas en mí que ni siquiera yo sabía que tenía."

Les preguntamos a los actores porqué creían que al público le gusta tanto esta serie, y Gusmán tuvo una explicación elaborada: "Me parece que es porque tiene una impronta muy cinematográfica. Hay algo de la televisión filmada como cine, algo de la calidad, con un equipo técnico y artístico con mucho compromiso, atento a cada detalle. Y también con la conjunción de la temática: hay un poco de reflexión social, hay acción, hay humor, amor, sexo, personajes muy reales, más caricaturescos, hay un poco de todo esto. Esa combinación de elementos en conjunto creo que le dan ese toque tan particular que atrae al público". 

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