Reducir el peligro de los aluviones

Con obras que la hidrología y otras ciencias determinan, se podrían atemperar los gravosos resultados de los aluviones, con la pérdida de vidas humanas como mayor saldo. Pero, también, la permanente destrucción de obras viales (puentes), viviendas y otras instalaciones.

Reducir el peligro de los aluviones / Foto: Ignacio Blanco
Reducir el peligro de los aluviones / Foto: Ignacio Blanco

Con una periodicidad detectada y estudiada, se producen correntadas muy fuertes en las cerrilladas de Luján de Cuyo y Tupungato, que causan daños parciales o totales en las estructuras camineras de la ruta 40, al sur del río Mendoza.

El año pasado aguas salvajes dejaron inutilizado el puente del arroyo Los Chañares y este año, hace pocas semanas, se produjo la caída del puente (mano Este) que sortea el arroyo Los Pozos, ambos siniestros en el tramo Luján de Cuyo-Anchoris.

Esto, en la cronología reciente del camino citado porque, si vamos hacia atrás en el tiempo, encontraremos otros estragos de distinta magnitud y siempre más o menos en los mismos tramos.

Por eso nos preguntamos si la inversión en arreglos, mantenimiento y construcción de nuevos pasos, como ocurrirá ahora con el último en caer, no justificaría hacer trabajos de protección, que contuvieran o atemperaran esos descontrolados cauces que, tras las precipitaciones, arrasan con todo lo que encuentran a su paso.

Desde la fundación de la ciudad de Mendoza, los habitantes “sufren” durante los estíos el embate de las crecidas violentas de agua que descienden de las partes altas del piedemonte, a través de cursos que se mantienen secos gran parte del año, a veces con fuerzas inusitadas, producto de precipitaciones torrenciales, típicas de un clima seco como el de Mendoza.

Durante el verano que ha finalizado, la historia se repitió inclusive con consecuencias no deseadas como fue la muerte de un hombre al ser arrastrado por las aguas junto con su vehículo en El Challao, al tratar de cruzar la corriente o, la ya mencionada destrucción de puentes en la ruta 40.

Las causas de estos acontecimientos son conocidas.

Por un lado, la falta de conciencia de la población sobre el peligro que significan estas escorrentías violentas.

Y por otra parte, que se continúan proyectando obras a partir de intensidades máximas esperables de lluvia y escorrentía, frente a un fenómeno donde lo “normal es lo anormal”, o sea, nunca se sabe a ciencia cierta qué puede ocurrir o qué valores alcanzarán los fenómenos.

A esto se agrega que muchas obras se ubican donde las aguas ya tienen un poder de concentración muy alto y su capacidad de erosión y transporte es muy elevada.

¿Los aluviones tienen solución? La respuesta de los técnicos es no, pero sí se pueden controlar con obras de no muy alto costo que “desarticulen” las cuencas hidrográficas a través de construcciones como gaviones, trampas de aguas y otras estructuras, que evitan que las aguas que conducen los diferentes cauces lleguen al mismo tiempo a un punto, reduciendo de esta manera su energía y permitiendo que las construcciones de defensa, puentes e incluso urbanizaciones, no estén tan expuestas a los efectos de estas peligrosas inundaciones.

El tema aluvional en Mendoza está estudiado.

Hay diferentes publicaciones sobre las causas del problema, lo que hay que hacer en los piedemontes y ciudades para reducir los efectos negativos e insistir en la concientización de la población. Sin embargo, los problemas siguen ocurriendo con costos económicos y humanos importantes que se podrían evitar.

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