Proyecto para promocionar el libro argentino

Una iniciativa de la Cancillería argentina, que acaba de ser lanzada quiere ganar, para el libro argentino, el mercado internacional. Hasta ahí, muy bien, pero el proyecto se ha olvidado de las editoriales del interior del país y de sus valiosos como talentosos escritores. Hace falta un agregado de inclusión y federalismo.

La Cancillería argentina lanzó el plan libro argentino. - Gentileza
La Cancillería argentina lanzó el plan libro argentino. - Gentileza

El Ministerio de Relaciones Exteriores ha lanzado el “Plan de Internacionalización Marca Libro Argentino” para el período 2022-2023, que apunta a profundizar la presencia del sector editorial de nuestro país en el exterior.

Durante ese bienio se llevarán a cabo acciones “que permitan facilitar la convergencia y articulación de esfuerzos, y flexibilizar la capacidad exportadora de la producción editorial argentina”, como sostuvo el canciller argentino, Santiago Cafiero.

Habrá una estrategia de comercialización de derechos de obras argentinas, ampliando herramientas como el Programa Sur y el Argentina Key Titles, y para la exportación del libro en el mercado de lengua española.

Este programa busca mancomunar esfuerzos en los vectores que requieren inversiones extraordinarias como la distribución, la comercialización e internacionalización. La ampliación de mercados externos, para las editoriales argentinas, implica no sólo la promoción de la cultura nacional y la generación de divisas sino, además, el desarrollo económico y profesionalización del amplio segmento de pequeñas y medianas editoriales.

La doctora en Letras de la UNCuyo, Marcela Raggio, encuentra interesante la idea puesta en práctica. “En primer lugar, porque podría volver a posicionar a Argentina dentro del mercado editorial y, sobre todo, del público lector hispanohablante, como fue en otras épocas. Basta recordar que la Editorial Sur, por ejemplo, fue la primera que puso al alcance de lectores latinoamericanos las traducciones de Joyce, Proust, Faulkner, Woolf y otros modernistas cuyo impacto se vio luego en el boom latinoamericano. La editorial Sudamericana, por su parte, difundió en el mundo hispanohablante a esos autores extranjeros en traducción y también a los latinoamericanos a lo largo y ancho del continente, y de la península ibérica. Recordemos la primera edición de ‘Cien años de soledad’ que se publicó en Buenos Aires, justamente con el sello de Sudamericana”.

La especialista pone a consideración que “en los párrafos precedentes se mezclan 2 cuestiones: la publicación de autores extranjeros en traducción al español y la publicación de escritores latinoamericanos. Sobre el primer tema, se destaca que en Argentina hay traductores literarios de gran valía (muchos de ellos, escritores también), que es la combinación perfecta para lograr excelentes versiones de obras que se traducen”.

En consonancia con esta opinión, el accionar de la Cancillería no sólo contribuirá entonces a la difusión de la variada y siempre innovadora literatura argentina, sino que, además, proporcionaría posibilidades de trabajo a los traductores literarios.

Pero hay omisiones que señalaremos. Observamos que esta iniciativa se ha olvidado de las editoriales de provincia y de sus narradores.

En el interior, como es el caso de Mendoza, hay editoriales pequeñas y medianas, que no logran acceder a una distribución nacional.

Hay además excelentes escritores, muchos de ellos inexistentes más allá de la tranquera de cada jurisdicción.

Por eso sugerimos que, a partir de ahora, una instancia como la propuesta, que reiteramos es buena, piense e incorpore en su seno a los escritores de tierra adentro y a las casas editoras que no están en el puerto de Buenos Aires. El proyecto no está pensado para los provincianos. Es bien intencionado pero centralista.

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