Monóxido de carbono, la amenaza del invierno

Con las bajas temperaturas actuales y la necesidad de guardar el aislamiento social por la pandemia, el riesgo de intoxicación por monóxido de carbono (CO) aumenta debido a la mayor utilización de los artefactos para calefaccionar los hogares o cocinar. La ventilación adecuada de los ambientes y el control de las instalaciones son, entre otras, algunas de las medidas preventivas.

La ventilación adecuada de los ambientes y el control de las instalaciones son, entre otras, algunas de las medidas preventivas.
La ventilación adecuada de los ambientes y el control de las instalaciones son, entre otras, algunas de las medidas preventivas.

El reciente y doloroso suceso ocurrido en el distrito Las Tortugas, de Godoy Cruz, donde fallecieron 5 personas –3 niños y 2 adultos- por inhalación de monóxido de carbono, nos conmueve y preocupa porque, en pleno siglo XXI, esas tragedias tendrían que estar descartadas. Todos los años, en los meses crudos del invierno mendocino, hay riesgos de que se produzcan estos fatales sucesos, casi siempre en hogares precarios, donde garrafas en mal estado o la combustión incompleta de braseros utilizados para dar calor, derivan en la muerte de los moradores de esos ambientes.

En el caso del barrio Agua y Energía, la fatalidad habría sido causada por el uso del horno encendido de la cocina como fuente de calefacción.

El invierno acaba de empezar y, por tal razón, se deben renovar las precauciones para evitar el mal uso de fuentes de calor. Lamentablemente a pesar de ese riesgo, muchas veces se toman decisiones erradas que a veces derivan en tragedias.

La intoxicación por monóxido de carbono, también llamada la muerte silenciosa, se produce por la inhalación de este fluido, que es tóxico, incoloro y casi imperceptible al olfato.

Para prevenir los incidentes bastaría con la instalación de artefactos por técnicos matriculados; ventilar los ambientes donde existan artefactos en combustión y apagarlos durante las horas de descanso; en baños y habitaciones usar estufas de tiro balanceado; revisar periódicamente las instalaciones y el funcionamiento de artefactos y conductos, y no emplear el horno ni hornallas para brindar calor.

El infausto episodio relatado al principio ocurrió en Godoy Cruz, irónicamente el único departamento que dispone de una ordenanza que declara obligatorio el detector de monóxido de carbono en las construcciones nuevas que se hagan en ese departamento. La medida, impulsada por el concejal Martín González (FdT), busca prevenir muertes y hospitalizaciones por intoxicación con monóxido de carbono. La norma establece la obligatoriedad del uso de sistemas de detección de monóxido de carbono, mediante la instalación de dispositivos homologados de detección de esos gases venenosos, que disponen de alarma acústica y luminosa para advertir sobre el riesgo en ciernes.

Empero, preocupa la situación de desprotección de las precarias viviendas de los barrios humildes y asentamientos, donde la riesgosa costumbre del brasero y las estufas de gas sin ventilación, son moneda corriente.

Probablemente estas familias no puedan instalar detectores o tengan mayor dificultad por su costo. Propiciamos que la respuesta consista en aplicar mejoras de infraestructura en esos hogares precarios, accediendo a una calefacción adecuada, tan necesaria como la provisión de agua potable y electricidad.

Así como se ha aprobado la reducción de tarifas de gas para las zonas frías del país, debería procurarse que la mayor cantidad de viviendas dispongan de calefactores ventilados, y de los ya mencionados detectores del monóxido asesino, además de desalentar, con campañas de difusión, el uso de fuentes inapropiadas, como el horno de la cocina.

De la misma forma en que se ha implementado la revisión vehicular de los automotores, en especial los que funcionan a gas, debería disponerse el control de las instalaciones domiciliarias de gas y estado de los artefactos en uso.

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