Lamentable predicción de un ministro nacional

Es preocupante que Aníbal Fernández se empeñe en desconocer la dramática situación social a la que conducen las políticas sociales y económicas del gobierno que integra y anticipe calles regadas de sangre y muertos si gana la oposición, cuando hoy la inseguridad ya es insostenible.

El gobernador de la provincia de Santa Fe y el ministro de Seguridad de la Nación
El gobernador de la provincia de Santa Fe y el ministro de Seguridad de la Nación

La prepotencia y las apreciaciones públicas inadecuadas definen a ciertos funcionarios del kirchnerismo gobernante. No se trata de nada novedoso, lamentablemente.

El último ejemplo son las recientes declaraciones del ministro de Seguridad de la Nación, Aníbal Fernández, vaticinando “calles regadas de sangre y muertos” en la Argentina si en las elecciones presidenciales de este año se impone la oposición y pasa a ser gobierno a partir del próximo 10 de diciembre.

Según Aníbal Fernández las políticas a implementar por un futuro gobierno no kirchnerista para solucionar el drama económico y social que afecta a la mayor parte de la población, sólo darían paso a reacciones populares que obligarían a una represión de las mismas en las calles.

El periodismo independiente, asombrado por semejantes conceptos, dedujo que la predicción del siempre polémico funcionario nacional está inspirada en posibles futuras gestiones de actuales presidenciables provenientes de Juntos por el Cambio y del movimiento libertario.

Luego del fuerte impacto de estas apreciaciones, el ministro de Seguridad no sólo avaló sus dichos, sino que apostó con más fuerza en la misma dirección.

En otro contacto con periodistas que repreguntaron sobre sus polémicos dichos, manifestó estar seguro de que un nuevo gobierno no peronista generará un descontento social de tal envergadura que sólo podría ser contenido con una acción represiva ante las protestas en las calles que sería capaz de generar. Insólito y lamentable.

Lo grave es que no hubo de parte del Gobierno ningún intento para atenuar el impacto de semejantes apreciaciones.

Todo lo contrario: la portavoz presidencial, Gabriela Cerruti, avaló lo expresado, aunque admitiendo que los términos que utilizó el polémico ministro no fueron los adecuados.

Pero la idea de una alternativa de gobierno de carácter represivo está instalada en el oficialismo.

Es preocupante que Aníbal Fernández se empeñe en desconocer la dramática situación social a la que conducen las políticas sociales y económicas del gobierno que integra.

La descontrolada inflación y el porcentaje lamentable de gente pobre o indigente colocan a la Argentina entre los países con índices más preocupantes de la región.

Y si de sangre derramada se trata, corresponde reparar en la cifra dramática de víctimas fatales y heridos como producto del accionar de bandas delictivas movidas por el narcotráfico, algo que desde el área de Seguridad de la Nación nunca se encaró con decisión.

Transcurriendo su último año de gestión, el gobierno nacional ya no tiene argumentos para culpar a la administración anterior del descalabro actual.

Y en menor medida a los efectos de la guerra en Ucrania, o a la histórica sequía rural, recursos que siempre tienen a mano las autoridades a la hora de justificar descalabros.

En democracia las diferencias políticas deben ser superadas a través de discusiones y debates enmarcados en los límites de tolerancia que deben regir el funcionamiento del sistema.

Con más razón en un año electoral, en el que deben tomar preponderancia quienes se someterán, como candidatos, a la voluntad popular.

No se sabe si el criticable ministro de Seguridad de la Nación lo será.

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