La gran emisión de pesos perjudica a la economía

El país necesita un plan de política monetaria y fiscal que detenga y revierta esta dinámica de endeudamiento expansivo permanente.

Durante 2021, el Central emitió más de dos billones de pesos. - Archivo / Los Andes
Durante 2021, el Central emitió más de dos billones de pesos. - Archivo / Los Andes

La deuda en pesos que acumula el Banco Central de la Argentina demandó en el último mes del año pasado el pago de 145 mil millones de pesos, sólo en concepto de intereses. Es un gasto mensual, no anual, incentivado por la emisión monetaria, a la que a su vez retroalimenta.

El Banco Central emite pesos para financiar el déficit del Estado. Pero el volumen emitido es tan grande que se busca impedir que una parte significativa de esos pesos llegue al mercado para que no acelere la inflación.

Para conseguirlo, los bancos le prestan dinero al Banco Central, que a cambio les entrega las denominadas Letras de Liquidez, más conocidas como Leliq.

Como en cualquier préstamo, se pactan intereses. Para pagar esos intereses, el Banco Central tiene que emitir más pesos. Y como los intereses de las Leliq crecen mes a mes como un alud, por efecto de la inflación, la emisión monetaria mensual crece al ritmo de la emisión de deuda.

Ambas emisiones, aunque el Gobierno no lo reconozca, impactan sobre la inflación de todas maneras.

Durante 2021, el Central emitió más de dos billones de pesos. Algunos analistas calculan que los intereses de los pasivos remunerados representaron más del 60 por ciento de esa cifra.

La cuestión no sólo tiene un costado económico, sino también político.

Cuando era candidato, el presidente Alberto Fernández se mostró muy crítico del sistema de las Leliq: “Voy a dejar de pagar la usura que se llevan los bancos”, advirtió, al mismo tiempo que sostuvo que usaría ese dinero para mejorar en alrededor de un 20 por ciento los ingresos de los jubilados.

Por supuesto, no concretó ninguna de las dos cosas.

A los jubilados les recortó sus haberes, primero por decreto y luego con una nueva fórmula de actualización.

Y a los bancos les generó pingües ganancias, que superaron las que obtuvieron en el último año de Mauricio Macri casi en un 100 por ciento.

Este año, esa brecha entre las ganancias de los bancos y lo que reciben los jubilados se ampliará más aún.

En diciembre pasado, los 145.000 millones de pesos que se llevaron los bancos superó con creces lo requerido para pagarles una jubilación mínima a los 4.300.000 beneficiarios que hay en el padrón de Anses.

Estimaciones relativamente conservadoras calculan que los bancos percibirán durante 2022 un 70 por ciento más que el año pasado: solo para pagar sus pasivos remunerados, el Banco Central necesitará aproximadamente 2.29 billones de pesos.

Si no hay acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, la inflación se acelera o el mercado produce a su modo el ajuste que el Gobierno se niega a ejecutar, ese monto será mayor.

Y si las condiciones macroeconómicas empeoran, resultará más costoso refinanciar la deuda a su vencimiento.

En consecuencia, el país necesita un plan de política monetaria y fiscal que detenga y revierta esta dinámica de endeudamiento expansivo permanente.

El Gobierno no debiera elaborarlo en soledad, sino con el concurso activo de la oposición.

Por eso es tan poco constructivo que en el discurso ante la Asamblea Legislativa el presidente haya maximizado los desencuentros e ignorado la búsqueda de consensos.

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