Fútbol, otra vez con público, pero sin violencia

¿Podrán los clubes contener las habituales presiones y ambiciones de los sectores más enfervorizados de simpatizantes para poder ingresar a las canchas?

Imagen ilustrativa / Foto: Gentileza
Imagen ilustrativa / Foto: Gentileza

El gobierno nacional anunció que con motivo del partido que Argentina jugará contra Bolivia el 9 de setiembre, por la Eliminatoria Sudamericana al Mundial 2022, realizará ese día una prueba piloto para retomar paulatinamente la presencia de espectadores, vedada desde el comienzo de las medidas restrictivas que imperaron por la pandemia.

La experiencia prevista en el estadio de River Plate servirá de base para una normalización en cuanto a público que no sólo alcanzará al fútbol. Se prevé el mismo procedimiento para otras convocatorias deportivas y actos masivos en general.

Esta decisión gubernamental, que se llevará a la práctica en forma coordinada entre el Ministerio de Turismo y Deportes y el de Salud de la Nación, constituye un avance importante, sin ninguna duda, puesto que en la mayoría de los países en los que el fútbol y otras prácticas deportivas resultan convocantes se han llevado a cabo procedimientos que permitieron la paulatina presencia de la gente en las tribunas.

Como la mayoría de las actividades en nuestro país, la deportiva fue seriamente afectada por el freno que impuso la cuarentena.

En este caso, entre otros ingresos, sin el pleno aporte de socios y público en general, que son los que sostienen en buena medida a los clubes con el pago de abonos o entradas en cada convocatoria.

Las autoridades gubernamentales y los dirigentes del fútbol están abocados a la elaboración de protocolos para la adaptación de la vuelta del público en forma gradual, de acuerdo a porcentajes (aforos) y exigencias que deberán cumplir quienes pretendan ser espectadores, entre los que se encuentra lo concerniente a vacunación previa o estudios que eviten riesgos de contagios a gran escala.

De todos modos, una vez establecidas las exigencias tendrían que considerar desde el Estado en qué condiciones se encuentran los diferentes clubes para llevar a cabo los procedimientos de control que los protocoles establezcan.

¿Estarán dadas las condiciones para que cada club disponga de las herramientas suficientes para controlar que cada espectador que ingrese cumpla con los requisitos previamente dispuestos por el Gobierno?

Por otra parte, ¿podrán los clubes contener las habituales presiones y ambiciones de los sectores más enfervorizados de simpatizantes para poder ingresar a las canchas?

Nos referimos, concretamente, a las conocidas y muchas veces temidas “barrabravas”, que frecuentemente por su falta de conducta llevan a cabo acciones que suelen llegar a lo delictivo.

En muchos casos, los “barras” del fútbol han adquirido en los últimos años una capacidad de acción y de poder que exceden lo meramente futbolístico.

Estos personajes incursionan en el narcotráfico, en la vida gremial y hasta política.

Los enfrentamientos son moneda corriente, incluso entre facciones de un mismo club.

Tal vez este regreso de la gente a las canchas con normas de cumplimiento obligatorio sea la oportunidad que se les presente a las autoridades y a los dirigentes del deporte para erradicar de una buena vez a los violentos.

Si es que realmente se los quiere erradicar.

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