FMI: dudas que sólo potencia el oficialismo

Las diferencias surgidas en el seno de la coalición de gobierno con respecto a las exigencias del Fondo para acordar el pago de la deuda, encienden luces de alerta que no vaticinan un rumbo tranquilo.

Kristalina Georgieva y Martín Guzmán
Kristalina Georgieva y Martín Guzmán

Marzo será un mes determinante para la Argentina en el plano internacional. Debe definirse el entendimiento con el Fondo Monetario Internacional y hay compromisos de pago a cumplir para evitar la cesación de pagos. Sin embargo, las diferencias surgidas en el seno de la coalición de gobierno con respecto a las exigencias del FMI para acordar el pago de la deuda, encienden luces de alerta que no vaticinan un rumbo tranquilo. Hasta se especula con una posible votación dividida entre oficialistas.

El presidente de la Nación debería haber llegado a su discurso inaugural de las sesiones anuales del Congreso, pasado mañana, con dicho entendimiento absolutamente sellado y con el propósito de abordar un año de gestión más distendido, incluso en su relación con la oposición. Nada de eso será posible por las desinteligencias en el Frente de Todos.

Debe recordarse que, en medio de tantas actitudes controversiales en el plano político interno, la reunión que en enero mantuvo el canciller Santiago Cafiero con el secretario de Estado de EEUU, Anthony Blinken, abrió un buen acceso para nuestro país en el plano internacional tras dos años iniciales de gestión muy errática, en materia de relaciones internacionales, por parte de la Casa Rosada.

En aquel encuentro en Washington, el ministro de Relaciones Exteriores del presidente Alberto Fernández buscó el necesario respaldo político del país del Norte a las negociaciones con el FMI por la deuda de 44 mil millones de dólares que contrajo la anterior administración de Mauricio Macri.

En ese momento la primera respuesta por parte del gobierno de Biden, a través de su secretario de Estado, fue el deseo de que la Argentina contara en lo sucesivo con “una economía vibrante”, como modo de fortalecer “las relaciones bilaterales y el liderazgo en la región”.

Sin dudas, lo del alto funcionario estadounidense fue un llamado a la conducción económica de la Argentina a fijar un derrotero claro en su política, aspecto que es muy tenido en cuenta, puertas adentro de nuestro país, por la mayor parte de la oposición y, también, por el empresariado en general, que observa con preocupación las frecuentes contradicciones del Gobierno en aspectos de Estado, como es la negociación con los organismos de crédito.

No sólo nada de eso ocurrió. Hasta el supuestamente mayor interesado en redondear un final exitoso con el FMI, el ministro Martín Guzmán, suele apelar a justificativos que saben más a presiones partidarias internas que a propias convicciones cuando dice públicamente que las exigencias del FMI son las que constituyen el mayor obstáculo para llegar al entendimiento deseado.

Ya hemos señalado desde este mismo espacio que esas desinteligencias políticas, tanto internas del Gobierno como de éste con la principal oposición, juegan en contra de la credibilidad que debe generar la Argentina en temas que hacen al cumplimiento de sus obligaciones y su relacionamiento con los países más influyentes del mundo.

Todo se demora perjudicialmente. El marco de entendimiento con el FMI ya tendría que haber superado la instancia del Congreso, que sólo requiere el visto bueno de los sectores opositores para que el Gobierno selle el memorando correspondiente.

Ese consenso es la señal que pretenden de la dirigencia política argentina en el exterior, pero que no se logra aún por las mezquindades y empecinamientos ideológicos que abundan en las filas del oficialismo.

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