El papel del Estado contra la violencia de género

Repudiar la cultura machista que legitima la violencia contra la mujer demanda una fuerte presencia pública del Estado, que debe comprometerse tanto a proteger a la víctima como a condenar al agresor.

Las mujeres que denunciaron a su pareja o expareja tenían un vínculo promedio de casi nueve años con el agresor y la violencia se remontaba a unos seis años.
Las mujeres que denunciaron a su pareja o expareja tenían un vínculo promedio de casi nueve años con el agresor y la violencia se remontaba a unos seis años.

En la Argentina, las mujeres soportan alrededor de seis años de violencia de género antes de denunciar a sus parejas. El dato consta en un estudio difundido por la Oficina de Violencia Doméstica (OVD), que depende de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Se basa en el análisis de las víctimas que acudieron a ella desde su apertura, en 2018, hasta el primer semestre de este año.

La OVD sólo funciona en Ciudad Autónoma de Buenos Aires, todos los días del año, las 24 horas. Como en dos años y medio brindó asistencia a unas 17 mil mujeres, podemos decir que, en promedio, recibe a 18 mujeres violentadas cada día.

Entonces, ¿cuántas mujeres que sufren violencia hay en todo el país denunciando a diario sus padecimientos en dependencias similares? O, para que la pregunta no dé nada por sentado, ¿cuenta el país en su territorio con la infraestructura administrativa y jurídica necesaria para que las mujeres violentadas puedan sentir la seguridad y la protección requeridas para denunciar a sus victimarios?

Los números que contiene el informe de la OVD son escalofriantes: las mujeres que denunciaron a su pareja o expareja tenían un vínculo promedio de casi nueve años con el agresor y la violencia se remontaba a unos seis años; la frecuencia de los episodios violentos fue diaria o semanal en el 66% de los casos; el 56% de los denunciados tenía antecedentes de violencia con parejas anteriores, y una de cada tres mujeres fue amenazada de muerte por el agresor.

Esas cifras permiten vislumbrar las distintas tragedias a las que están expuestas las mujeres.

Primero, no son casos particulares sino que hay patrones culturales detrás de la masividad del fenómeno.

Segundo, el varón violento sabe seducir antes de mostrar su costado agresivo.

Tercero, al menos la mitad de los varones violentos tienen antecedentes; en otras palabras, fueron denunciados por más de una mujer. De modo que el varón no vive ese comportamiento extremo como algo pasajero y súbito, como el resultado de una emoción violenta; lo que tampoco lo justificaría, por cierto. Al contrario, en la repetición del cuadro violento ante distintas parejas se legitima a sí mismo como quien tiene derecho a dominar al otro por esa vía.

Cuarto, esas amenazas de muerte se concretan en no pocos casos y dan lugar a las estadísticas de femicidio. En los últimos tres años, en promedio, también según números de la Corte, unas 270 mujeres han muerto a mano de sus parejas o exparejas.

Por último, el tiempo que la mujer soporta la violencia antes de denunciar a su agresor demuestra que ese vínculo afectivo distorsionado funciona como una trampa de la que no es fácil salir. Y no sólo por cuestiones psicológicas sino también, en muchos casos, familiares y económicas.

En síntesis, repudiar la cultura machista que legitima esta violencia demanda una fuerte presencia pública del Estado, que debe comprometerse tanto a proteger a la víctima como a condenar al agresor.

*Si sos víctima o conoces a alguien que sufra violencia de género llamá al 144 las 24 horas.

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