El mundo, otra vez pendiente de Afganistán

Se teme, entre otros aspectos, una reedición de restricciones extremas que en estos tiempos suponen una clara violación a los derechos de las personas, en especial de la mujer.

Afganistán vuelve estar en el centro de la política mundial nuevamente con la toma del poder por parte del Talibán. AP
Afganistán vuelve estar en el centro de la política mundial nuevamente con la toma del poder por parte del Talibán. AP

El regreso de los talibanes al poder en Afganistán no sólo causa conmoción en ese país. Las principales autoridades del mundo, en especial de Occidente, se encuentran lógicamente expectantes por la sorprendente reaparición del régimen fundamentalista islámico.

Se teme, entre otros aspectos, una reedición de restricciones extremas que en estos tiempos suponen una clara violación a los derechos de las personas, en especial de la mujer.

Para el pueblo afgano resulta muy difícil tener confianza en las promesas de mayor benevolencia por parte del régimen que regresa. Las primeras imágenes conocidas, con cientos de personas intentando salir de su país, aunque sea trepados del tren de aterrizaje de un avión, son elocuentes y dramáticas y dan cuenta del temor que los invadió por el nuevo rumbo político. Ya hubo protestas y represión a las mismas que dejaron muertos y heridos.

Este avance talibán se produce pocos días antes de conmemorarse el vigésimo aniversario del atentado a las Torres Gemelas, en Nueva York, la histórica acción terrorista que dio paso a la avanzada internacional encabezada por EEUU para desarticular a la organización guerrillera Al Qaeda y, en ese marco, derrocar a los talibanes en Afganistán y a Saddam Hussein en Irak.

Sin embargo, tras 20 años de permanencia, las autoridades estadounidenses decidieron emprender una definitiva retirada que derivó en una ofensiva talibán que en menos de una quincena se hizo del poder.

Quedaron en evidencia la precariedad institucional de ese país y la escasa predisposición militar para contener a los rebeldes. Una exitosa resistencia de dos décadas que pocos imaginaron.

En lo referido a la política internacional surgen muchos interrogantes. Quedó demostrado que el desenlace se anticipó a los cálculos de la administración de Joe Biden, que buscaba completar la acción de retirada ya iniciada por su antecesor, Donald Trump, con estimaciones indudablemente erróneas.

El impacto fue fuerte por el desequilibrio que se puede prever en la zona de conflicto. Gran desafío para la actual gestión presidencial estadounidense, que busca en su primer año recuperar credibilidad y confianza entre sus aliados.

Desde Washington aclaran que un eventual reconocimiento al nuevo gobierno de Kabul dependerá del respeto que se asegure a los derechos de la mujer, totalmente negados en la anterior incursión talibán. Alemania, en cambio, ya anunció que por el momento se aparta de la ayuda que venía prestando a ese país. Cabe esperar más pronunciamientos.

Mientras tanto, las autoridades de China y de otros países de aquella región más identificados con el manejo teocrático y autoritario del poder que demuestra el talibán, comienzan a acercar posiciones con el régimen que ha vuelto.

Otro dolor de cabeza para los estadistas occidentales por el espontáneo realineamiento.

Y un nuevo desafío para la errática política internacional argentina, que con el actual gobierno no ha tenido hasta el momento prudencia, sino una por momentos irresponsable solidaridad con regímenes autoritarios y violentos de la región.

Una oportunidad para actuar con criterio.

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