El cuidado de la casa común

Hace pocos días se realizó de manera virtual una reunión entre diversos representantes de confesiones religiosas para insistir en la protección de la casa común que es la Tierra. La iniciativa correspondió a la Iglesia Católica, a través de la Comisión Episcopal de Pastoral Social (Cepas).

Imagen ilustrativa / Los Andes
Imagen ilustrativa / Los Andes

El cuidado del ambiente y del planeta Tierra, está presente en la conciencia y la prédica de las personas que tienen creencias religiosas.

Esto se expuso recientemente por la Iglesia argentina en una reunión no presencial con representantes de diferentes credos confesionales.

“El cuidado de la casa común es una opción en la que no caben excusas”, afirmó monseñor Jorge Lugones, presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, durante el encuentro virtual en el marco de la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación.

El obispo de Lomas de Zamora y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social (Cepas), se pronunció de esa manera en la reunión realizada hace unos días en el marco de la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación.

Organizada por la Comisión Nacional de Justicia y Paz (CNJP) de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), la convocatoria tuvo por lema: “Los pobres y la tierra claman por la vida y por un futuro mejor”, y de la misma participaron no sólo católicos sino integrantes de distintos cultos religiosos de Argentina, como musulmanes, judíos, evangélicos, luteranos y otras iglesias.

“En el silencio y la oración podemos escuchar la voz sinfónica de la creación, y del clamor de la tierra que nos insta a salir de nuestras cerrazones autorreferenciales (…) y regocijarnos al compartir los dones recibidos”, afirmó el obispo lomense.

Monseñor Lugones recordó que el Papa Francisco anima al cuidado de la Tierra al asegurar que Dios “ha unido definitivamente a nuestra tierra y su amor nos lleva siempre a tender hacia nuevos caminos de esperanza”. O cuando señala: “(…) No está todo perdido. Aún podemos cambiar las cosas. El ser humano todavía es capaz de intervenir positivamente. Como ha sido creado para amar, en medio de sus límites brotan inevitablemente gestos de generosidad, solidaridad y cuidado”, como se expresa en la encíclica Laudato Si, sobre el medio ambiente y el desarrollo sostenible.

Entonces, el cuidado de la casa común nos compete a todos.

Es una misión en la que nos tenemos que involucrar: los que tienen la natural convicción por defender la tierra, que además deben convencer a quienes se despreocupan por la causa y castigan al ambiente de mil maneras.

En nuestro país se pueden llevar adelante muchas acciones para proteger los elementos naturales que conforman nuestro contorno.

Sintetizamos una demanda, pero son muchas más.

Nos referimos a que se necesita ya la Ley de Humedales, norma que establezca presupuestos mínimos de protección ambiental para estos ecosistemas, que sea fruto de una amplia y efectiva participación, integrando la visión desde los territorios, de las personas que habitan, trabajan y conocen los humedales.

Estos son ecosistemas con enorme valor biológico, social, cultural y económico.

Son parte integral de los sistemas naturales que hacen posible la vida en la Tierra, pero los humedales se pierden y degradan cada día.

La Convención Ramsar estima que en los últimos 300 años ha desaparecido 87% de la superficie de humedales a nivel global, con pérdidas del 35% desde 1970.

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