Debatiendo acerca de la obligatoriedad de las vacunas

Ya no se trata de la decisión individual de inmunizarse o no. Es la principal receta a mano en bien de evitar la propagación de contagios. Los abundantes ensayos clínicos han certificado la efectividad de las vacunas de distinta procedencia.

El carnet de vacunación es ahora el centro del debate por si será obligatorio presentarlo para algunas actividades. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
El carnet de vacunación es ahora el centro del debate por si será obligatorio presentarlo para algunas actividades. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

El debate que va ganando la escena global sobre la necesidad de dar carácter obligatorio a la vacunación contra el coronavirus no deja dudas: para los investigadores, esa es por ahora la principal herramienta para impedir la propagación del virus a gran escala. Revela, además, que la enfermedad no será controlada tan pronto como algunos especulan y que la irrupción de nuevas cepas, como Delta, viene a complejizar aún más el panorama sanitario.

Ya no se trata de la decisión individual de inmunizarse o no. Es la principal receta a mano en bien de evitar la propagación de contagios. Los abundantes ensayos clínicos certifican la efectividad de las vacunas de distinta procedencia. Por eso la temida cepa y cierto relajamiento en aquellos países que habían progresado con resultados auspiciosos en las campañas de inmunización movieron a los gobiernos a imponer la vacunación sin reparos, de forma insoslayable.

Por ahora se trata de una discusión en ciernes, pero hay posiciones tomadas, en particular con los trabajadores de los equipos de salud y de quienes cumplen funciones de atención al público.

Estados Unidos (uno de los países que habían tomado por el camino del relajamiento preventivo) es ahora una de las potencias que hizo punta en el llamado a la población a cumplir con las dosis recomendadas de inmunización.

El propio presidente norteamericano, Joe Biden, se puso al frente de la campaña con mensajes elocuentes, que bien podrían ser imitados en otras latitudes. “Muchos hablan de libertad, pero la libertad también conlleva responsabilidades, así que hay que vacunarse”, enfatizó el presidente.

Y añadió una arenga cuyos alcances bien podrían emparentarse con lo que sucede en la fragua ardiente de la política en Argentina. “Esto no es una cuestión entre estados republicanos o demócratas, sino una cuestión de vida o muerte”, razonó.

Huelga insistir en que no se trata de una opción individual. Una persona remisa a colocarse la inyección contra el Covid-19 no sólo queda expuesta a una transmisión de la enfermedad, sino que pasará a ser un factor de contagio para su entorno familiar y para otros eventuales contactos estrechos.

El mundo está encaminado hacia medidas más estrictas en atención a los recurrentes rebrotes del virus.

Por enumerar un caso en tal sentido, el Parlamento de Francia aprobó una ley que contempla la obligatoriedad de vacunarse. La norma alcanza por ahora a los profesionales de la salud y a los sectores que trabajan en contacto con adultos en situación de vulnerabilidad, como quienes residen en geriátricos.

Ahora bien: este ambicioso debate corre el riesgo de quedar en las buenas intenciones si no se cumple con la entrega de las partidas necesarias de dosis para garantizar la inmunización de toda la población.

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