Covid 19, el peligro aún no está terminando

Los infectólogos advierten que el virus seguirá circulando durante la época estival, propensa a las aglomeraciones, sobre todo en las zonas de mayor afluencia turística.

Los infectólogos advierten que el virus seguirá circulando durante la época estival, propensa a las aglomeraciones, sobre todo en las zonas de mayor afluencia turística / Mariana Villa
Los infectólogos advierten que el virus seguirá circulando durante la época estival, propensa a las aglomeraciones, sobre todo en las zonas de mayor afluencia turística / Mariana Villa

El peligro sanitario que nos acecha por estos días es la falsa creencia de que lo peor de la pandemia ha pasado. O que los riesgos de contraer el coronavirus han disminuido de forma tal que podemos relajar las prevenciones individuales y colectivas. Nada más alejado de la realidad.

La segunda ola de la pandemia que se observa de manera sostenida en regiones de Europa, nos tiene que poner en estado de alerta máxima. Más cuando el rebrote se evidencia en los reportes que se difunden a diario sobre la cantidad de contagios y decesos que se va cobrando la peste en Argentina.

Es por ello que el Área Metropolitana de Buenos Aires (Amba) es monitoreada por el Gobierno nacional, en una misión conjunta con las autoridades porteñas y bonaerenses.

No es casual que el temido rebrote tenga como foco de atención esa inmensa región urbana, donde la pandemia sembró los primeros estragos una vez que el virus ingresó al país, a mediados de marzo de 2020. También es de destacar que muchos de los casos de Covid-19 que se constataban por aquellos meses en la ciudad de Buenos Aires y en zonas del Gran Buenos Aires, se fueron expandiendo en tanto contagios por cercanías o contactos estrechos a otras provincias, como Santa Fe y Córdoba.

¿Esta historia de infortunios y de ramificaciones se podría repetir con la irrupción de la segunda ola?

La provincia de Mendoza ha tenido leves oscilaciones hacia la suba y la baja en la curva de contagios en las últimas semanas. Pero de uno u otro modo los indicadores son elocuentes en el sentido de que la peor receta es el la indolencia de la población respecto de la necesaria prevención.

Los infectólogos advierten que el virus seguirá circulando durante la época estival, propensa a las aglomeraciones, sobre todo en las zonas de mayor afluencia turística.

Es atendible la necesidad de esparcimiento luego de un año atípico y de largos meses de confinamiento social obligatorio. Pero tanto la ciudadanía como las autoridades de cada región tendrán que ajustarse a los protocolos que exige la “nueva normalidad”, aunque siempre de acuerdo a las realidades de cada lugar y no a disposiciones o decretos generales.

En ese entramado de desidias encajan las fiestas clandestinas, que llegan a reunir multitudes (en su mayoría jóvenes) sin respetar los cuidados elementales.

La Policía lo sabe: se trata de reuniones convocadas por las redes sociales o gestionadas por empresarios inescrupulosos que curiosamente logran sortear los controles de rigor.

Es una creencia igualmente errada que la llegada de una primera y módica partida de vacunas contra el coronavirus (en relación con la gran cantidad de pacientes a inocular en todo el territorio nacional) lleve a inferir que la pandemia está bajo control por parte de las autoridades sanitarias.

Las obligaciones ante un posible rebrote no difieren de las difundidas durante meses. Todos, con los gobernantes en primera línea, somos responsables de mitigar la propagación de una peste indómita.

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