Alta montaña, a la espera de mejoras y progresos

En la zona que se extiende entre la villa de Uspallata y Las Cuevas, hay mucho por hacer porque es una parte de la provincia de muchas expectativas y significación, que ha quedado retrasada. Algo así no debería ocurrir porque es nuestra área de frontera, donde los servicios y los pueblos deben estar bien consolidados para mostrar presencia en un espacio de significación geopolítica.

El Corredor Bioceánico, no está en estado ruinoso, pero dista mucho de las tantas posibilidades que se esperan para la zona. / Foto: Los Andes
El Corredor Bioceánico, no está en estado ruinoso, pero dista mucho de las tantas posibilidades que se esperan para la zona. / Foto: Los Andes

En el corredor de alta montaña, por lo menos en el tramo entre Potrerillos y Las Cuevas o, si se aprietan las marcas, entre Uspallata y el límite fronterizo, hay muchas expectativas de mejoras, aunque las cosas siguen bastante estancadas.

Ese espacio que se define por la radicación de pueblos a lo largo del eje que marca la ruta nacional 7 o Corredor Bioceánico, no está en estado ruinoso, pero dista mucho de las tantas posibilidades que se esperan para la zona.

Si apelamos a la mera ficción y de improviso cesaran los efectos perniciosos de la pandemia de Covid-19, y la zona de montaña quedara librada al uso de los visitantes locales, nacionales y del extranjero, la utilización y disfrute del sector se haría a costa de muchos sacrificios porque falta infraestructura y servicios, especialmente en los puntos más estratégicos como podrían ser Penitentes, Puente del Inca y Las Cuevas.

En la otrora vistosa y muy bien ubicada estación de esquí, a la vera del kilómetro 151 del camino internacional, todo está abandonado, pero esa situación se puede destrabar si prospera la licitación pública que ya se realizó y sobre la que se decidirá en los próximos días.

Si hay un ganador se procederá a efectuar la concesión de espacios públicos de servicios turísticos y de apoyo a las actividades deportivas en el complejo y áreas circundantes.

Ésta es una acción que se aguarda con esperanza, tras años de cierre de un centro de esquí que se creó con mucha proyección en los años 70.

Más arriba de Penitentes, Puente de Inca languidece esperando que se concreten las mejoras de sus emblemáticas termas y que se afiancen los servicios comerciales allí instalados, con la recuperación del hotel a la cabeza, a la espera de turistas y consumidores.

También deben asegurarse en el lugar las prestaciones médicas asistenciales, no sólo para dar respuesta a posibles siniestros viales sino además como apoyo a la explotación del Parque Provincial Aconcagua y su estrella, el cerro Aconcagua.

Todo el desarrollo de ese filón que es la alta cordillera y su camino de vinculación, están anclados al desarrollo y cumplimiento de hitos del Plan Estratégico de Alta Montaña, sobre el que se prometió acción y ejecuciones hace tres años, pero poco o casi nada es lo realizado.

En el área de la frontera argentino-chilena, la villa Las Cuevas espera recuperar el brillo y pleno movimiento que tenía décadas atrás.

En las cercanías, dos obras nacionales podrán aportar mejoras a la zona: el túnel Caracoles que será otro paso de vehículos y la refuncionalización del Complejo Fronterizo de Horcones.

No obstante, la presión de la crisis sanitaria, se espera mucho en montaña para cuando vuelva una cierta normalidad y la cordillera sea otra vez visitada por contingentes de viajeros y las actividades generales se reanuden con cierta normalidad.

Lo interesante sería ir concretando ahora las mejoras y realizaciones que se esperan en los distintos hitos cordilleranos, de manera tal que cuando la pandemia habilite con mayor libertad los movimientos de los usuarios, el área de Alta Montaña esté en condiciones de recibirlos.

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