Matías Díaz Telli: “A la minería hay que dibujarle la cancha”

El presidente de la Unión Industrial de Mendoza habló sobre un modelo de economía atado a la rediscusión de la matriz productiva. Plantea necesario defender el trabajo de calidad y bien rentado en la provincia.

El presidente de la Unión Industrial de Mendoza habló sobre un modelo de economía atado a la rediscusión de la matriz productiva. Plantea necesario defender el trabajo de calidad y bien rentado en la provincia. / Foto: Ignacio Blanco
El presidente de la Unión Industrial de Mendoza habló sobre un modelo de economía atado a la rediscusión de la matriz productiva. Plantea necesario defender el trabajo de calidad y bien rentado en la provincia. / Foto: Ignacio Blanco

Como una forma de romper el hielo y de adentrarnos en la conversación, se ha sugerido un escenario imaginario… una reunión con gente desconocida y una presentación breve para que conozcan lo esencial de nosotros. “Soy un abogado. Ejerzo como abogado y he tenido muchas inquietudes que me han llevado a ampliar el rango de mis conocimientos. He estudiado temas que comprenden otras ciencias”, sostiene Matías Díaz Telli. En diciembre de 2021, asumió la presidencia de la Unión Industrial de Mendoza (UIM) y desea levantar las banderas de la generación de empleo de calidad y el desarrollo. Su familia instauró una tradición empresaria, de una visión amplia y responsabilidad social. La firma Tecnicagua habla del trabajo de su padre y de su abuelo. La compañía perforadora Hidroblan, en tanto, muestra su capacidad y esfuerzo. Matías Díaz Telli, que fue gerente general de la Estación Terminal de Mendoza, ha sumado los conocimientos de una Maestría en Administración de Empresas (MBA en inglés). “Fue por inquietud, por curiosidad. Desde hace 14 años soy adscripto en una cátedra de Derecho en la UNCuyo y quise, por una razón académica, buscar conocimientos complementarios. Empecé a cursar el MBA cuatro o cinco escalones por debajo de mis compañeros que, en su mayoría, eran ingenieros, contadores y economistas. La formación era técnica y, cuando la terminé, estaba a su nivel. Para mí fue un logro enorme. Recuerdo esta experiencia como una de las épocas más lindas de mi vida adulta”.

La especialidad en negocios le aportó otras herramientas, puntos de vista diferentes para resolver los problemas cotidianos o de la vida profesional. “Lo que aprendí lo usé en la Terminal; no sé si en la UIM podré hacerlo pero, en el día a día, me ayuda a tener una mirada distinta. Además de estos elementos pesa la experiencia para enriquecer la mirada”.

-¿Cuáles son los objetivos de tu mandato como presidente de la UIM?

-No quiero pecar de ambicioso, pero me gustaría facilitar y empujar desde mi posición para que en nuestra provincia se cree mano de obra privada y de calidad. Mendoza tiene los elementos para que esto ocurra, como sociedad y ubicación estratégica. Somos muchos los que tenemos que colaborar para que la provincia recupere su protagonismo a nivel país y comience una senda de crecimiento; para que Mendoza ocupe el lugar que merece por su potencial histórico, por sus condiciones de suelo y por su clima.

-¿Hacia dónde debe dirigirse la discusión de la matriz productiva?

-Están dadas las condiciones para rediscutir nuestra matriz productiva. Debemos saber cuál es nuestro potencial. Tenemos buenos suelos y clima, producimos gran volumen de vinos de alta calidad pero, a modo de ejemplo, no tenemos el potencial para hacer soja o maíz. Si quisiéramos hacerlo sería un esfuerzo enorme y poco sustentable. Además del vino somos eficientes como productores de frutas y verduras. Tenemos ese potencial como también en la industria del conocimiento, por el talento. Éste es un buen ejemplo de nuestras capacidades. La industria del conocimiento tiene muchos beneficios y libertades. A algunas generaciones les permite desarrollar la creatividad. Tenemos que trabajar en una mayor conectividad.

-¿Redefinir las relaciones laborales?

-Hay algo que escapa a Mendoza pero que debemos discutir también: aplicar una ley laboral acorde a los tiempos que corren. Imaginá que una ley pensada en la década del 70 se le aplica a un trabajador que hoy quizá tiene ganas de salir de su casa, sentarse en un café a trabajar sin que nadie esté controlando a qué hora empezó o dejó de trabajar. Eso no quita que él explote todo su potencial, ni que se le supriman los derechos laborales. Por otro lado, imaginá a un trabajador que no es feliz en su lugar de trabajo y que sigue allí porque tiene una mochila enorme de aportes, una potencial indemnización que no quiere dejar ir. Eso tampoco está bien; esa plata no tendría que ser un ahorro compulsivo en poder del empleador. Hay proyectos para reformular la relación de trabajo pero primero hay que perder el miedo a la discusión. No hay que renunciar a los derechos. Hay que ponerlos en valor y hablar de otras modalidades de trabajo.

-¿Cómo se llega al trabajo de calidad?

-Primero hay que definir una normativa, por lo menos que esté pensada para 2022. Antes, las leyes se adelantaban cinco o diez años a su tiempo. Yo no digo que hagamos una norma para 2030. Digo que hagamos una ley que se pueda aplicar hoy. Por ejemplo, la ley de trabajo remoto se hizo a puertas cerradas e ignorando la realidad. Cuando los temas son técnicos hay que sacarles la ideología. Hay que tomar las banderas de las mejoras laborales. Son cosas que se tienen que hacer a nivel nación pero a las que Mendoza les ha puesto su impronta en beneficio de empleadores y empleados.

-¿Qué aportó tu familia?

-La genialidad no se hereda. Tengo una profunda admiración por todo lo que hizo Alberto, mi papá, por Francisco, mi abuelo, y por todos sus socios, porque ellos no tenían descanso. Veían algo y tenían la vocación de mejorarlo. No tuve la suerte de compartir una reunión laboral con mi abuelo. Me han hablado de él; he compartido mil momentos pero siempre en el seno familiar, donde hablábamos de todo. Era una persona con una inteligencia y un temple único.

-¿Cuál es la experiencia aprendida con Tecnicagua y el tren Trasandino?

-Quizá sea la misma que con Portezuelo del Viento, porque es muy difícil empujar un proyecto cuya inauguración no llegará a las elecciones. Creo que hay emprendimientos a los que hay que empujar. Eso es algo que hoy lo hacen bien desde los municipios, apoyando a los emprendedores locales porque son la base de la riqueza y del arraigo.

Con el gobierno anterior se avanzó con la ley de emprendedor y la de Sociedad por Acciones Simplificada (SAS). Sin embargo, hay emprendimientos que, por su magnitud, tienen que ser bandera de todos. No podemos permitirnos como sociedad perder la posibilidad de tenerlos ni la de ejecutarlos.

-Hablás de una defensa

-Hay que defenderlos porque traccionan la economía hacia adelante. No hablo de entrar en temas puntuales, de acompañar los programas de compre mendocino o de que la obra pública- en la medida de los posible- esté orientada a los proveedores locales. Tampoco de encerrarse. Hay emprendimientos que tenemos que potenciar, valorarlos como sociedad, respetar lo que significan. Por ejemplo, están robando la tela antigranizo en algunos viñedos del Este y tendría que ser un tema sensible para todos los mendocinos, porque nos perjudica a todos: el seguro ahora es más caro para todos y, si cae piedra, se pierde la producción y no hay nadie beneficiado.

-Hablaste sobre levantar bandera sobre trabajo de calidad, rediscutir la matriz productiva y defender proyectos ¿Cómo resumirías todos esos temas?

-En minería y petróleo. La explotación de hidrocarburos es la actividad que más aporta económicamente a Mendoza y creo que aplica la misma lógica que para el tema logístico. Tenemos que ser conscientes de lo que ha sido y de lo que es para Mendoza el petróleo. No sólo hay que cuidarlo sino potenciarlo. Cuando se hace un pozo exploratorio y se pone en producción, deberíamos alegrarnos todos porque generará mano de obra de calidad y, cuando hablo de calidad, también hablo de bien rentada.

-¿La minería sigue latente?

-Los mendocinos hemos dado la espalda a una actividad por argumentos que no estamos dispuestos a discutir a la mesa. Ésta es una actividad que todos legitimamos, cuando ponemos a cargar nuestros teléfono de noche. Hay que decir algunas verdades como que la minería no consume cantidades significativas de agua; que el agua se consume en la industria agrícola, lo que no está mal, pero con financiamiento podríamos potenciar y hacer más efectivo el uso del agua para riego.

A la minería hay que dibujarle la cancha para que, con lo que genere, solucione la creciente problemática de la falta de agua (tendríamos que hacer un dique cada cinco años, porque cada minuto que pasa y no hacemos un dique en el río Mendoza, estamos arruinando el dique Potrerillos). La minería como el petróleo tiene estándares internacionales altos de operación. Hay que trabajar y controlar. Los estándares de seguridad no te permiten una crisis ambiental pero eso no quita que, además, en Mendoza le sumemos controles para tranquilidad de toda la sociedad.

-¿Se puede pensar Mendoza como un modelo de triple impacto?

-Creo que es la única forma de avanzar. Es difícil cambiar las reglas para quienes ya están trabajando pero podría ser a futuro.

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