Malargüe: el desarrollo desde pequeños proyectos

El autor plantea que, a través de inversiones pequeñas, el departamento puede despegar. Reclama un banco provincial y apoyo técnico del Estado.

Ilustración: Gabriel Fernández
Ilustración: Gabriel Fernández

Malargüe, estoy convencido, es el lugar donde deben desarrollarse proyectos soñados por generaciones como Portezuelo del Viento, la explotación de la minería metalífera que aguarda en yacimientos que aún no se han explorado, extraer el petróleo de la porción mendocina de Vaca Muerta, el aprovechamiento de sus aguas termales y de sus sales de potasio. Si Mendoza verdaderamente quisiera diversificar su matriz productiva, debería trabajar seriamente para concretar esas explotaciones y emprender las obras que le den sustentabilidad energética. Como me da la sensación de que hay dirigentes, políticos y algunos empresariales que se conforman con el statu quo, Malargüe tiene que crecer y por ello debe echar mano, en el corto plazo, a pequeños proyectos.

Planteo pequeños proyectos que generan grandes cambios y, sobre todo, mano de obra rápida y genuina. Proyectos que se pueden relacionar también con la minería de segundo y tercer grado, el turismo y la ganadería, caprina y vacuna, fundamentalmente.

La realidad es que hoy transitamos un Malargüe con un abanico de oportunidades frustradas muy grandes. Por un lado, hay leyes que nos prohíben el desarrollo de algunas actividades y, por lo tanto, el desarrollo económico. Por otro, la gran extensión del departamento, falta de rutas, de conectividad aérea y virtual que lleva a que nuestros grandes proyectos turísticos se vean frustrados, o no lleguen de manera concreta a los turistas. Creo que éste es el tiempo para empezar a hablar e individualizar proyectos pequeños realizables.

Nuestra economía ganadera, aún se desarrolla como a los comienzos de nuestro departamento, hace más de 100 años. De seguir así en muy poco tiempo desaparecerá. De hecho, casi no se ven jóvenes radicados en los puestos. Es hora de generar cambios, desde su producción hasta su comercialización.

Esos cambios deben empezar por pequeños proyectos que busquen tecnificar a nuestros puesteros, en cuanto al desarrollo de la cría de chivitos. El chivo debe criarse en lugares más contenidos, con una tecnología que permita el rápido acceso al agua, que es un bien necesario, y al alimento, ya sean pasturas u otros derivados.

Deben formularse proyectos que generen el hábito de una nueva forma de producción, y que lleve a una nueva comercialización. Es necesario desarrollar los lugares donde residen las cada vez menos familias crianceras. Pequeños establecimientos de faenamiento con cámaras frigoríficas, tendido eléctrico, dotación de agua potable, llegada de internet a los puestos, hará que la emigración vaya disminuyendo y se ponga en valor la producción.

La ganadería debe estar relacionada con el turismo y éste, a su vez, con la minería, en principio, de primera y segunda categoría. Si esas actividades económicas las pensamos en pequeños proyectos, están relacionadas porque tenemos el desarrollo minero que, con grandes ingresos, ayudaría, con sus regalías, por ejemplo, al desarrollo de la actividad turística y ganadera.

El turismo, de la mano de la gastronomía, utiliza la carne del chivito como un atractivo más en nuestra zona. Un punto para destacar en esta temporada de verano, en pandemia, es que Malargüe tiene la mayor afluencia de turistas de nuestra provincia. Eso significa que el dinero de los mendocinos queda en Mendoza, generando una reactivación de nuestra provincia, por nuestra propia fuerza económica interna.

Otro punto importante para destacar es que estamos teniendo una temporada de verano, hasta ahora, muy buena, sin un Festival del Chivo. Ello quiere decir que nuestra temporada de verano no depende de factores que requieran de grandes inversiones, a veces. No decimos que hay que sacar esa fiesta sino que hay que ver qué modelo de festival necesita el departamento.

La minería se puede relacionar con la ganadería y el turismo. De ella pueden extraerse nutrientes para los animales, el mejoramiento de suelos y procesos de tecnificación para un mejor aprovechamiento del agua. Poner en valor minas abandonadas darían la posibilidad de hacer turismo minero, tan exitoso en otros lugares de nuestro país y el mundo, a la vez que sirvan como centros de divulgación y formación sobre esta lícita actividad, hoy con tan mala prensa.

Para la puesta en marcha, aceleradamente, de esta idea que vengo a plantear es que el Estado debe cumplir el rol de nexo. Es quien tiene que facilitar herramientas, siendo la más importante la financiera. La creación del banco provincial, como ya se lo hemos planteado al gobernador, no puede demorarse más.

Cuando hablamos de la creación del banco provincial, no estamos hablando de que tiene que haber una sede en cada departamento sino que, con una sede principal en el Norte, otra en el Centro y otra en el Sur, será suficiente. Su misión debe estar enfocada al apoyo de los pequeños proyectos, no a las grandes inversiones.

El municipio también cumple un rol muy importante, y no pedimos asistencia populista, sino la creación de una Secretaría de Desarrollo Económico que haga de nexo entre las entidades privadas legalmente reconocidas, los productores y el gobierno, tanto provincial como nacional.

La ausencia de esta Secretaría genera un gran vacío, donde el sector privado no se siente que tiene representatividad local y muchas veces no sabe dónde transmitir sus necesidades o las herramientas que puede utilizar para mejorar.

Malargüe necesita reactivar su economía ahora, en pandemia. La identificación y explotación de nuevos productos, procesos o mercados es una urgencia, para que el Estado no siga siendo el principal empleador. Éste es el momento ideal para incentivar el espíritu emprendedor, desarrollar nuevos negocios para satisfacer las necesidades de la población que permitan incrementos de productividad y generen la mayor parte del empleo.

La generación de pequeños proyectos en toda la geografía malargüina deben estar basados en un ecosistema integrado donde se destaquen las virtudes personales de los individuos, las condiciones del mercado, el acceso a recursos financieros e información, así como la intervención de los gobiernos a través de programas y proyectos públicos que favorezcan la formación de ambientes de negocios propicios para que los emprendedores lleven a cabo sus iniciativas y obtengan beneficios.

*El autor es Presidente de la Cámara de Comercio de Malargüe.

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