Internet: el camino hacia un futuro equitativo

El autor asegura que la pandemia, en términos de conectividad y los cambios generados, es una oportunidad para reconstruir y repensar el mundo.

Ilustración / Gabriel Fernández
Ilustración / Gabriel Fernández

En el último año, la conectividad se ha convertido en el centro de atención. Impulsó nuestra resiliencia y aceleró la adopción digital, a la vez que brindó servicios y recursos muy necesarios a las personas durante el período más desafiante de la historia reciente. Ahora que miramos hacia un futuro híbrido, invertir en conectividad resultará fundamental para dar fuerza al impulso ganado y acelerar el ritmo del progreso a medida que nos “reconstruimos mejor”.

La conectividad se considera cada vez más un derecho humano; el acceso a Internet mejora nuestro derecho a la salud, la educación, la libertad de reunión y la libertad de expresión. El 2020 ha demostrado que el acceso a Internet logra más que sólo “mejorar” los derechos: se trata de garantizar nuestros derechos “básicos”.

Para aprovechar las posibilidades de un futuro mejor conectado, es esencial que la infraestructura digital que posibilitó los turnos en hospitales, el aprendizaje educativo y las finanzas personales para muchos, sea accesible para todos. La tecnología ya ha demostrado su capacidad para resolver algunos de los mayores desafíos de la sociedad y, a medida que buscamos lograr una recuperación económica ambiciosa y equitativa, es imperativo que continuemos por este camino y concretemos su enorme potencial.

En el centro de nuestro progreso reciente en la esfera digital se encuentra la banda ancha, que ha servido de base para la infraestructura digital inteligente actual y ha respaldado el desarrollo de muchos avances en conectividad. Sin embargo, mientras que 80% de los ciudadanos de las economías avanzadas tienen acceso a la banda ancha, éste es el caso de apenas el 35% de la población de los países en vías de desarrollo.

Con una disparidad significativa en la accesibilidad entre las áreas rurales y urbanas que persiste hasta el día de hoy, el surgimiento de la tecnología 5G brinda muchas de las respuestas a la cuestión de la conectividad global y equitativa. Esta tecnología podría respaldar el acceso de los residentes rurales a los servicios de telemedicina, controlar los sistemas de riego eficientes para mejorar la gestión del agua e, incluso, revolucionar el enfoque de los equipos de primera respuesta en situaciones de emergencia. Mientras miramos hacia un futuro híbrido, garantizar que nuestra sociedad sea más equitativa, con la tecnología como ecualizador e impulsor de oportunidades, es clave.

A medida que dependemos cada vez más de la conectividad para los servicios diarios, la necesidad de un acceso de gran alcance a Internet, los dispositivos y la alfabetización digital se hacen más imperativos en toda la sociedad. Al trabajar en conjunto, los sectores público y privado globales pueden abordar este desafío, hacer evolucionar las infraestructuras nacionales y ofrecer un futuro más justo, más accesible y conectado. Tenemos la oportunidad de aprovechar lo que hemos aprendido hasta ahora: mantener el ritmo acelerado de la transformación digital en marcha, con proyectos de conectividad innovadores que coloquen a los ciudadanos en el centro de este avance.

Al permitir que más personas se conecten a los flujos globales de información, comunicaciones y servicios, la infraestructura digitalizada podría agregar entre $1,5 y $2 billones más al PBI en los próximos años, lo que demuestra el valor actual de la inversión estratégica en esta área. Al brindar una experiencia ciudadana omnicanal e invertir en proyectos de infraestructura que brindan una conectividad física y virtual mejorada, podemos impulsar la recuperación económica.

Las empresas que sienten las bases para el 5G ahora con tecnologías emergentes, como la computación de edge y el análisis de datos, obtendrán una ventaja competitiva. Por otra parte, con la implementación de la conectividad de latencia más baja, sectores enteros se transformarán y florecerán. Las fábricas inteligentes aportarán una mayor eficiencia, las cadenas de suministro se volverán más transparentes e, incluso, el transporte de mercancías y personas evolucionará con el uso de vehículos automatizados y redes de viaje de alta velocidad.

La realidad mixta se pondrá en marcha como un método viable para la capacitación remota de empleados o el aprendizaje en el aula. Mientras tanto, un sector más amplio de la sociedad tendrá la opción de trabajar desde casa con una mejor accesibilidad y un mejor equilibrio en muchas facetas de su vida cotidiana.

*El autor es Gerente general de Dell Technologies.

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