Dólar, déficit, inflación y deuda traen malos pronósticos - Por Rodolfo Cavagnaro

La inestable situación de la economía impacta en todos los ámbitos.

Dólar, déficit, inflación y deuda traen malos pronósticos - Por Rodolfo Cavagnaro
Dólar, déficit, inflación y deuda traen malos pronósticos - Por Rodolfo Cavagnaro

La caída del nivel de actividad económico, la cantidad de personas que están sin trabajo o que teniéndolo, no pueden ejercerlo, está generando una caldera que va subiendo presión. Además, muchas de las ayudas previstas por el gobierno no están llegando porque los requisitos dispuestos no han tenido en cuenta la economía marginal, que es mucho más grande de lo que el Gobierno imaginaba.

La presión sobre las autoridades para que liberen diversas actividades económicas es cada día más grande y el Gobierno nacional, pero también provinciales y municipales, no quieren dar pasos en falso. Los epidemiólogos creen que seguir con la cuarentena sería lo más positivo, máxime cuando se acercan los primeros fríos invernales, pero reconocen que hay una afectación sobre el estado de ánimo de las personas que aconseja flexibilizar de a poco.

Quizás a partir del lunes comiencen a liberar más actividades, manteniendo cuidados en cuanto al distanciamiento social y medidas de seguridad, como el uso de tapa bocas y mantener las normas de higiene personal y social. No obstante, estas medidas harán que sea a media máquina y de esa manera probar cómo funciona el sistema.

Mientras tanto, la economía está casi parada y la extensión de esta situación ya genera pronósticos de una caída cercana al 10% del PBI para este año, con una leve recuperación el año próximo, si todo anda bien. Y todo esto repercute en la caída de la recaudación justo en el momento en que el gobierno debe inyectar mucha plata en el mercado para atender emergencias sociales.

Emisión e inflación

La expansión de la base monetaria ha sido muy grande hasta ahora y se calcula que será mayor hasta fines de junio, y habrá que ver cómo evoluciona la situación laboral de muchas personas. Se calcula que el costo fiscal de los programas de asistencia llega a 3% de PBI (que será todo déficit) que se acumulará al déficit que ya se había asumido antes.

Todo ese déficit acumulado se financió con emisión monetaria y, en algunos casos, con emisión de bonos de corto plazo para absorber los excesos de liquidez de los bancos. Si se proyecta esta emisión, podría anticiparse elevadas tasas de inflación, pero no está ocurriendo por efectos de la recesión, de la caída de la demanda por falta de trabajo o caída de los ingresos de los trabajadores.

Por ahora, las previsiones de inflación son de índices entre 45 y 50%, que se verán reflejados, sobre todo, en el segundo semestre. Todo dependerá de la recuperación de empleo, de la demanda y, sobre todo, de la disponibilidad del crédito a tasas razonables, algo no previsible en el corto plazo. Es que el Gobierno o el Banco Central deberán salir absorber los excedentes de liquidez que quedará después de la gigante emisión monetaria.

Deuda y dólar

Esta semana debía llegarse a una solución final con el tema del acuerdo con los acreedores, algo que se postergará por algunos días, más allá de la dureza con que las partes están negociando. De la suerte de esta negociación dependerán las cotizaciones del dólar en los mercados informales, ya sea en los bursátiles y el clandestino “blue”, cuya brecha con el oficial es cada vez más grande (80%) y es otro factor que presiona sobre la inflación.

Si no hay acuerdo, el camino del default es cada vez más posible y por eso los empresarios le pidieron al Gobierno que trate de negociar, mientras el Presidente Fernández criticaba la falta de apoyo de los empresarios. Los acreedores tratarán de estirar hasta el fin la negociación y esa es la razón de la inestabilidad del dólar.

La avidez por dólares tiene combustible en la gran emisión monetaria que está haciendo el Banco Central y en la indefinición de la deuda. También impactan las tasas de interés, que están por debajo de las expectativas de inflación para ese año.

Mercados alterados

Mientras tanto, las empresas viven diferentes realidades. Mientras la industria automotriz cerró un abril para el olvido, porque no fabricó ningún auto y tiene un stock de 100.000 unidades que no pueden vender, otras industrias alimenticias están trabajando a muy buen ritmo.

Se espera que en las próximas flexibilizaciones se incluya la construcción privada y algunas obras públicas, siempre con las reglas del distanciamiento social y los cuidados en la higiene. Otras industrias están operando muy por debajo de los niveles esperados porque el desempleo ha quitado poder adquisitivo a los consumidores y los problemas de logística o de permisos han inhabilitado a muchos clientes, como le pasa a la industria vitivinícola.

Este sector, así como los fabricantes de otras bebidas, como cerveza o gaseosas, están penando por el cierre de bares, confiterías, vinotecas y restaurantes, por lo cual fueron incluidos en los sectores que recibirán ayudas del Gobierno para el pago de salarios de sus trabajadores.

El sector de los combustibles recibió la noticia de que el Gobierno dictaría un decreto estableciendo el precio del “barril criollo”, un precio artificial para el crudo, en u$s 45 dólares. Con este valor no deberá aumentar los valores al público, ya que las refinadoras venían computando un costo de u$s 50, pero lo pagaban al precio internacional de u$s 18.

Con este precio se compensa a las productoras para que tengan un valor que las mantenga en actividad, pero mejorará los ingresos de regalías de las provincias y, a su vez, los ingresos de la Nación. Dado que el gobierno está aconsejando, con las nuevas flexibilizaciones, que las personas usen autos particulares y menos transporte público, el consumo de combustibles debería reactivarse.

La pandemia sanitaria ha traído la malaria económica, y aún falta mucho para llegar a la normalización. El riesgo es que se acumulen distorsiones de las que sea complicado salir posteriormente.

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