Democratizar la democracia - Por Victor S. Reale

Democratizar la democracia - Por Victor S. Reale
Democratizar la democracia - Por Victor S. Reale

Desde siempre, pero más en las actuales circunstancias de nuestra Nación es urgente reafirmar el compromiso con la Democracia. Ella sólo puede existir cuando hay “conciencia de ciudadanía”. Lo que supone que los habitantes mayores de edad que habitan en el suelo patrio no sólo son habitantes sino ciudadanos. Digo supone, porque muchos entienden que los vocablos habitante y ciudadano indican lo mismo.

Habitante. Ciudadano

El o la habitante es una persona que vive en un determinado territorio y allí lleva adelante su peregrinaje por este mundo. Mientras que el ciudadano/a, además de habitar el territorio, establece con sus pares un acuerdo de convivencia o Contrato Social que establece los ítems del comportamiento comunitario, indicando derechos y responsabilidades (deberes) para desarrollar las vidas compartidas del mejor modo posible.

Ese contrato social queda plasmado en la Constitución Nacional. Constitución que, en el caso de Argentina y más allá de todas las reformas que ella ha tenido, en su mayor parte está incumplida y solo es palabra escrita o declamada. Por ejemplo, demos un repaso a los Art. 14 y 14bis.

Queda claro, entonces, que ser ciudadanos/as indica una forma compartida de vivir en lo referido a lo social, político, económico y cultural, además de ser una tarea personal y comunitaria de cada día para la construcción de la Nación.

No hay Nación, y en nuestro caso Nación con perfil de Democracia, sin la participación ciudadana (que va mucho más allá de la emisión del voto electivo).
Esto supone una sociedad abierta, que enarbole la conciencia de la dignidad de todos y el respeto a los derechos civiles y sociales, principalmente de las personas más frágiles que no los tienen reconocidos.

Desde 1948, la ONU afirma que alimentación, salud, educación, habitación y seguridad son derechos de todos los seres humanos. 
Con el tiempo, fueron incorporados, también, derechos colectivos de los ciudadanos y de comunidades tradicionales y grupos organizados.

Las luchas por igualdad entre hombre y mujer, por el fin de las discriminaciones raciales y la afirmación de las libertades civiles, ampliaron los derechos sociales de todos/as. 
Los movimientos sociales, también exigieron el reconocimiento de los derechos de niños, ancianos, minorías étnicas y sexuales.

En las luchas ecológicas, la Democracia sustenta, también, los derechos que le asisten a la Tierra, al Agua y a la Vida. Ya en 2000, movimientos internacionales ligados a la ONU han firmado la “Carta de la Tierra”.

En los esfuerzos por llevar adelante los derechos y las responsabilidades, muchos reivindicamos “acciones afirmativas”, es decir, propuestas que garanticen los derechos sociales y la superación de las desigualdades, de las discriminaciones y de los prejuicios.

Esos esfuerzos exigen la articulación de la sociedad civil. 
Debemos defender la diversidad de culturas y el derecho de los diferentes grupos a expresarla en sus formas propias, sin jerarquía o dominación de una cultura sobre otra.

Pueblo. Populismo. Demagogia.

Por lo dicho, el pueblo ciudadano, es el sujeto del poder y quien lo “delega” en manos de las instituciones gubernamentales (que no son dueñas del poder sino administradoras del poder de la ciudadanía).

Si los ciudadanos/as no se han “formado” como tales siendo responsables del encauzamiento de las conductas previamente aceptadas o si se desentienden de ese encauzamiento esperando el “mesías o mago” que lleve adelante todo lo concerniente a la buena convivencia, se pierde el sentido de ser ciudadano/a, pasando a ser un conjunto de personas que aceptan ser “dirigidas”  y “manipuladas” por los que se apoderan del poder político que, digámoslo otra vez, pertenece a los ciudadanos en una verdadera democracia.

No está demás recordar que la misión de toda autoridad es ayudar y contribuir a la unidad (respetando las diferencias) de la sociedad o comunidad de que se trate.
Lo que hoy Argentina necesita, y está pidiendo a gritos es: "la Argentina somos todos/as" y, por tanto, necesitamos que los "verdaderos políticos" se entiendan dialogando con todos/as.

El género humano sólo tiene un único mandamiento moral o ético: que no es ser más grande, ni ser más guapo ni ser más patriota. Es, simplemente, convivir. Y convivir todos. Eso hace que la igualdad sea, a la vez, la palabra más cristiana y más humana. Para poder cumplir este desafío necesitamos dos manos: la político-económica y la de la espiritualidad interior (o sinceridad de palabra y de conciencia).

La gran enfermedad de nuestra democracia es que está siendo sustituida por la demagogia o el populismo mal entendido. Y estas líneas quisieran ser una apelación, una súplica “a todos/as”, para que intentemos dialogar entre todos sin condiciones previas y sin adjetivos descalificativos, pero con hechos y con razones.

Para que eso pueda ir adelante, veo de necesidad tres cosas:

* Un cambio en nuestra ley electoral que la haga más justa, eliminando las “listas sábana” y las “boletas colectoras”. Para que no resulte que a unos les basta con cinco mil votos para obtener un escaño, mientras otros necesitan cincuenta mil.

* Una ley de educación, fruto de un acuerdo donde todos habrán de ceder, y que se convierta luego en un “pacto de Estado”. Porque nuestra educación está padeciendo mucho con eso de cambiarla según cambian los gobiernos. Esa falta de auténtica educación es lo que hace que el pueblo sea tan manejable.

* Poner en práctica dos institutos que ofrece la Constitución: “el referendum” ciudadano para las decisiones de grave impacto en la sociedad y “el plebiscito” para conocer la opinión mayoritaria de la ciudadanía.

Personalmente, y desde hace muchos años, estoy batallado firmemente para que estos tres puntos se conviertan en realidades. Estamos a tiempo. Esta es la oportunidad, me parece.

Vicente S. Reale / Sacerdote  católico

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