La actriz de Mary Poppins atravesó una difícil infancia: abandono de su padre y abusos sexuales

La actriz se enfrentó a depresiones y a una infancia difícil que reveló siendo una adulta. Lejos de la imagen que la convirtió en un ícono del cine.

Julie Andrews
Julie Andrews

“Con un poco de azúcar”, fue la canción con la que Mary Poppins deleitaba en aquella adaptación de Walt Disney que no gustó a la autora del personaje, la gruñona Pam L. Travers. Sin embargo, el éxito de la película fue dulce para todos los que intervinieron en ella. También sembró la vida de su protagonista, una jovencísima Julie Andrews, de bendiciones profesionales. Ese mismo año, 1964, había sido rechazada para encarnar a la Eliza Doolittle cinematográfica en ‘My fair lady’ pese a que triunfó encarnando ese mismo personaje en la obra original de Broadway. Pero el que ríe el último, ríe dos veces, ya que ‘Mary Poppins’ le acabó dando un Oscar a la mejor actriz.

Mary Poppins
Mary Poppins

A partir de entonces, pudo desafiar al mismísimo Jack Warner (cuando recogió el Globo de Oro tuvo la valentía de darle las gracias por no quererla en la película y preferir a Audrey Hepburn) y a todos los que habían puesto en duda su talento.

Después vendrían su Maria Von Trapp de ‘Sonrisas y lágrimas’, su colaboración con Hitchcock en ‘Cortina rasgada’ y el cariño de un público que la identifica con parte de su infancia.

Pese a que Andrews parece la viva encarnación de la ternura, su vida no ha sido tan fácil como uno se podría imaginar viéndola en pantalla.

Julie Andrews
Julie Andrews

En 2008 se publicó la primera parte de su autobiografía, donde la actriz narró lo dura que fue su infancia; lo difícil que fue descubrir que el que creía que era su padre, en realidad, era su padrastro. Su verdadero progenitor las había abandonado a ella y a su madre sin ningún tipo de miramientos siendo ella un bebé. El padrastro tampoco se portó mucho mejor ya que, según la narración de la actriz, intentó abusar de ella.

Pero la suerte estaba a punto de llamar a su puerta: la joven Julie no tardó en captar la atención de los cazatalentos de Broadway una vez que se trasladó desde su Gran Bretaña natal hasta Estados Unidos. ‘The boyfriend’, ‘My fair lady’ y ‘Camelot’ fueron los musicales que hicieron que en Manhattan se hablase una y otra vez de su talento sobre el escenario. Desde 1959 también tuvo suerte en el ámbito sentimental. Se enamoró del escenógrafo Tony Walton, con el que se casó ese mismo año y tuvo una hija. Ambos fueron una bendición el uno para el otro, ya que Julie intercedió ante Disney para que él fuese parte del equipo artístico de ‘Mary Poppins’ y le dio la gran oportunidad profesional de su vida.

Pese a formar un tándem envidiable, Julie y Tony se acabaron separando en 1967, cuando ella estaba en su momento de mayor popularidad. Hitchcock la había emparejado a Paul Newman para protagonizar ‘Cortina rasgada’ y poco a poco empezaba a demostrar que era algo más que la cara amable del cine familiar, de taquillazos como ‘Sonrisas y lágrimas’.

Julie Andrews y Blake Edwards, en 1997.
Julie Andrews y Blake Edwards, en 1997.

En 1969, la actriz conoció al que había de ser su amor definitivo, el director y genio de la comedia Blake Edwards (‘Desayuno con diamantes’, ‘La pantera rosa’). Se conocieron en una fiesta hollywoodiense, se casaron y se convirtieron en inseparables hasta que él falleció en 2010. Por amor, Andrews aceptó muchas cosas: desde los dos hijos que Edwards aportó de un anterior matrimonio a la severa depresión que el realizador sufrió en los últimos años de su vida. La buena de Mary Poppins siempre estuvo con él a las duras y a las maduras. Aquel amor también le proporcionó a dos hijas, dos niñas vietnamitas a las que la pareja cuidó con todo el cariño del que eran capaces. La actriz también aprovechó la posibilidad de ser dirigida por su marido en películas como ‘¿Víctor o Victoria?’, que supuso un enorme éxito de taquilla.

Sin embargo, el mayor disgusto en la vida de la actriz no tiene que ver ni con su segundo matrimonio ni con la ausencia paterna durante su infancia, sino con su propia voz. En 1997, durante una representación en Broadway, le sobrevino una ronquera que la llevó a acudir de inmediato al especialista. El médico le diagnosticó nódulos en las cuerdas vocales y, pocos días después, tuvieron que operarla. Sin embargo, su voz nunca volvió a ser la misma.

Andrews cayó en una especie de depresión. Elegante, firme y con una eterna sonrisa en la boca, se negó a abandonar su profesión. Recientemente, la pudimos ver en los Oscar presentando un premio junto a Lady Gaga con todo el público puesto en pie para aplaudirla. Pese a que no ha querido participar en la secuela de ‘Mary Poppins’, las nuevas generaciones siguen conociéndola. Y no solo gracias a las infinitas reposiciones televisivas de ‘Mary Poppins’ o ‘Sonrisas y lágrimas’, sino a comedias como ‘Princesa por sorpresa’ (2001) y a su activa participación en los especiales televisivos de Disney. Los jóvenes también han podido saber más de ella gracias a unas recientes memorias, ‘Home work: A memoir of my Hollywood years’, que completaban las anteriores.

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