El ejemplar saludo de Mariano Iúdica para Osvaldo: “Ni hijastro, ni adoptivo, ni del corazón; ¡feliz cumpleaños, hijo mío!”

El conductor de “Polémica en el bar” abrió un debate con su saludo: ¿se debe hablar de “hijo del corazón” cuando se trata de chicos adoptados? ¿Cómo considerarlos? ¿Cómo comunicarles a los hijos que son adoptados?

Mariano Iudica junto a su hijo Osvaldo
Mariano Iudica junto a su hijo Osvaldo

Mariano Iúdica, publicó a través de sus redes sociales un tierno saludo de cumpleaños para su hijo Osvaldo, un joven que llegó a su casa de pequeño y se sumó a la familia como un hijo más.

El conductor, contó que el joven llegó al hogar familiar cuando tenía 12 años, y rápidamente se convirtió en un miembro más, y sin dudas en un hijo más. Osvaldo es oriundo de Paraguay, hijo de una señora que trabajaba en la casa de Iúdica y de su mujer Romina Propato.

Nosotros recién habíamos tenido a Salvador (su tercer hijo) y la señora que lo cuidaba estaba muy contenta en casa cuidando al bebé. Lo quería mucho a Salvador, era una imagen de abuela muy potente, nos hacía muy bien, podíamos salir y se incorporó rápidamente a la familia”, contó Iúdica en una nota.

La mujer les contó que tenía un hijo en Paraguay, que estaba siendo criado por sus abuelos. “Traelo y que viva acá”, fue la respuesta del conductor de Polémica, y así fue como Osvaldo llegó a la vida de la pareja formada por Mariano y Romina, y sus hijos Salvador, Valentina y Bernarda.

Osvaldo cumplió 23 años y como todo padre baboso Iúdica lo saludó emocionado “Feliz cumpleaños hijo mío. Ni hijastro ni adoptado ni del corazón: hijo porque nos elegimos para ese vínculo. Parece que fue ayer que llegaste a casa asustado, mudo y desconfiado, con 10 años, pero iluminaste mi vida y la de toda la familia con tu sonrisa gigante y tu corazón noble. Te acoplaste milagrosamente con tus hermanos y aceptaste las reglas de tu nueva vida familiar con todo lo bueno y todo lo malo”

“Terminaste el secundario, vas muy bien en tu facultad, laburás con pasión cuidando el negocio familiar, entrenás y brillás jugando al fútbol en tu querido Club Trovador, el club que te dio los amigos que tanto te quieren y amás. Sos cada vez mejor persona, mejor hijo, mejor hermano y mejor amigo. Te amo con todo mi corazón y te admiro. ¡Gracias por entrar en nuestras vidas!”, cerró el posteo en Instagram Mariano.

Hoy más que nunca sabemos que las familias pueden ser de distintas maneras, y todas están bien, siempre y cuando se basen en el amor y el respeto. Es muy importante desarrollar el diálogo y el respeto.

En el caso de las familias adoptivas, muchas veces se plantea el hecho de revelar la verdadera identidad del menor, lo cual es un derecho que todos tenemos. Muchos papás temen tocar el tema, y dudan en la manera de abordarlo.

Surgen interrogantes como si deben decir al niño que es adoptado y cuándo y cómo deben de hacerlo. Los psiquiatras de niños y adolescentes recomiendan siempre decir la verdad, y que sean los padres los que le informen al niño acerca de la adopción.

Algunos expertos opinan que se le debe de informar al niño cuando es pequeño. Este enfoque le da al chico, a una edad temprana, la oportunidad de poder aceptar la idea e integrarse al concepto de haber sido “adoptado”. Otros profesionales creen que el hacerle esta revelación al niño a una edad muy temprana puede confundirlo, ya que éste no llega a entenderlo del todo. Y recomiendan que se espere hasta que el niño sea mayor.

En ambos casos, los niños deben enterarse de su adopción de boca de sus padres adoptivos. Esto ayuda a que el mensaje de la adopción sea positivo y permite que el niño confíe en sus padres. Si el niño se entera de la adopción, intencional o accidentalmente, de boca de otra persona que no sea uno de sus padres, puede sentir ira y desconfianza hacia sus padres, y puede ver la adopción como mala o vergonzosa, ya que se mantuvo en secreto.

Aquellas familias que pueden entender la parentalidad adoptiva estarán en mejores condiciones de acompañar a sus hijos en el proceso de “ser en familia”. Es importante como adultos estar abiertos al diálogo y a las preguntas de los menores. Tener en cuenta cuál es su historia anterior, para entender muchas situaciones que pueden resultar inesperadas.

Hay que trabajar la paciencia, el diálogo, la comprensión, y con respeto y amor se puede construir los vínculos de familia. Y recordar que no hay padres o hijos “del corazón”, sino simplemente padres e hijos.

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