A cuento de la caída del meteorito

Los misterios del cielo pueden develarse en el Monte Chaqueño, en el parque provincial de los meteoritos donde está el 2do más grande del mundo.

A cuento de la caída del meteorito
A cuento de la caída del meteorito

Hace poco más de una semana que la noticia de la caída del meteorito en los montes Urales de Rusia causó asombro y acaso escozor. Tal fenómeno fue también un activador de la curiosidad humana por entrever los secretos del cosmos. Si bien es cierto que, un acercamiento al objeto venido de arriba, sería inviable por estos días, en nuestro país existe en campo de meteoritos de interés turístico.

Resulta que en el Chaco hay un parque provincial que exhibe algunos de ellos y que se incluye en la oferta de turismo científico local. Campo del cielo es el nombre de este predio y la invitación es a descubrir el lugar que eligió el universo para confinar algunos de sus meteoritos. Los chaqueños aseguran que se trata de un sitio de culto, leyenda y ciencia, que refugia un trozo del universo, con miles de meteoritos.

Sin telescopio

"Parque Provincial de los Meteoritos fue creado en torno al Cráter Nro 10, sitio de donde se extrajo el Meteorito Chaco, que con sus 37 toneladas de peso, es el segundo más grande del mundo. Tiene una superficie de 100 hectáreas de las cuales 25 están parquizadas. El acceso es libre y gratuito, y permanece abierto los 365 días del año, custodiado por personal de la Dirección de Fauna de la Provincia del Chaco", dijo Mario A. Vesconi, Presidente de la Asociación Chaqueña de Astronomía.

El científico también explicó que hace 4.000 años el meteoroide padre entró a la atmósfera terrestre en una órbita muy baja y se fragmentó violentamente a gran altura debido al gran rozamiento con el aire y la debilidad de los planos internos del meteorito. En su mayoría son de forma elíptica y son SIDERITAS tipo IAB, metálicos donde predominan las aleaciones de hierro y níquel. El área afectada por los impactos es de 1.350 km2.

Tobas, Mocovíes, Abipones, Wichis, Lules y Vilelas denominaron al predio "Piguen N'onaxa", cuya traducción es Campo del Cielo. Los nativos de la planicie ya conocían la existencia de cuerpos de origen extraterrestre y fueron, en muchas ocasiones, temas de narraciones fantasiosas. Algo de proporciones inmensas había ocurrido entre el cielo y estas tierras, y lo sabían. Tan sólo 84 años después del descubrimiento de América las primeras expediciones dieron origen a la historia escrita del ahora parque provincial.

Ámbito de investigaciones

El experto consultado por Turismo refirió que el interés científico en este campo, reside en lo que allí  “podemos aprender acerca de las estructuras originales de los cráteres de impacto y los proyectiles meteoríticos almacenados en muchos de ellos, y en la medida de lo posible, mediante estos datos, reconstruir la trayectoria de entrada del meteoroide padre, su masa total y las energías en juego entre otros parámetros”.

Los cráteres han sido sustancialmente rellenados desde su formación. La actividad humana prehistórica y reciente, las lluvias periódicas, y el pastoreo entre otros factores, son los responsables de la erosión de los bordes y han acelerado este proceso. No obstante la reciente revalorización del fenómeno mediante su difusión, el resurgimiento de las actividades científicas en búsqueda de respuestas a fenómenos inherentes a nuestro sistema solar y el fuerte compromiso de autoridades provinciales y nacionales por ver a Campo del Cielo incorporado al Patrimonio de la Humanidad, exigen la inmediata restricción del uso y explotación privadas de los sectores que contienen cráteres de impacto.

“La suma de meteoritos extraídos de Campo del Cielo hasta la fecha y repartidos por todo el mundo, ronda los 100.000 kg y representa sólo el 33% de la masa que con certeza sabemos existe en el área de dispersión. Si futuros estudios magnetométricos de campo confirman además otros 20 posibles cráteres, descubiertos por teledetección satelital, todos estos impresionantes números, podrían duplicarse” aportó el astrónomo.

“Su resguardo, preservación y cuidado, constituyen una responsabilidad indeclinable para con las generaciones presentes y futuras que atraídas por la rareza de los fenómenos cósmicos, llegan y llegarán hasta estos parajes ya sea por interés científico, cultural o turístico”, prosiguió.

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